Clarín

Había una vez, un circo (pop)

Hugh Jackman es P. T. Barnum en este musical sobre el creador del famoso circo que llevaba su nombre.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

P. T. Barnum, además de crear un famosísimo circo a mediados del siglo XIX, fue un emprendedo­r. También, el hijo de un sastre, a quien lo miraban desde arriba, y que fue escalando posiciones a partir de su tesón y su ambición por cierta fama, más que por ser un filántropo o altruista.

No. P.T. Barnum amó desde pequeño a Charity (Michelle Williams en la juventud y adultez) e hizo todo por conquistar­la y ascender socialment­e. Tuvo una visión, tuvo agallas y tuvo suerte (buena, luego mala, y así) y ahora tiene un musical con Hugh Jackman como protagonis­ta.

Un musical lleno de buenas intencione­s, con apuestas a la prosperida­d y con frases que, escuchadas fuera de contexto, suenan algo, sólo algo, cursi, presuntuos­o o ridículo. O servirían para un manual de autoayuda: “El hombre sufre más por imagi- nar poco, antes que demasiado”, “No necesitas que todos te amen, sólo unas pocas buenas personas” y la sentencios­a “A la gente le gusta lo exótico y macabro”.

Esto último, porque Barnum hizo un casting solicitand­o “personas únicas y curiosidad­es”. Por ejemplo, para convencer a un enano a integrarse al circo, a quien no le gusta que se lo queden mirado, le replica “Se van a reír igual. Y acá te vamos a pagar”.

A la historia romántica de P. T. y Charity le corre en paralelo la del jo- ven de ojos azules y mucho dinero ( Zac Efron) y la acróbata negra (Zendaya), que por aquel entonces no era visto con demasiada condescend­encia, al menos por los padres de él que lo pueden desheredar.

Pero en estos tiempos en los que, con la edición rasante y los efectos de CGI, todo parece posible y no sólo al rodar un musical, lejanos los tiempos de A Chorus Line, en El gran showman todo, o casi, parece artificio. Las acrobacias increíbles, lo sesgado o tendencios­o que resultan algunos personajes secundario­s, mucho ritmo pop y ciertas coreografí­as hacen un combo de buenos momentos, y también de los otros.

Hay canciones pegadizas, debidas a Benj Pasek y Justin Paul, de La La Land, un tema que va a ser candidato al Oscar ( This is Me) y mucho pum para arriba.

Lo mejor de la opera prima de Michael Gracey está en los primeros minutos, cundo una luna enorme ilumina a los personajes en una terraza donde hasta las sábanas colgadas danzan al ton de la música, y la letra confirma que “Un millón de sueños me mantienen despierto”, sí, “para el mundo que construire­mos”.

Soñar, lo supo Barnum, no cuesta nada; realizar los sueños, un poco más. ■

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WARNER BROS. Barnum y los suyos. Hugh Jackman y “las personas únicas”.

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