Hicieron una obra de teatro en la Villa 31 y planean una gira por el país
Participan vecinos de otros barrios. “La idea es transformar a los actores y al público”, explica el director.
Esta historia comienza en Plaza San Martín un sábado a las 10. Los espectadores esperan y el elenco llega en un micro escolar. Bajan, saludan y la función muestra su primera escena, a metros del homenaje a los caídos en Malvinas. Luego, elenco y espectadores suben al micro. A los 10 minutos, y en una de las entradas de la Villa 31, los organizadores proponen dividirse en tres grupos. Y ahí la realidad en cada pasillo: los obreros bajo un sol que quema, los que salen con sus bolsitos a tomar el colectivo y los pibes que desayunan cerveza. Todo eso en el mismo camino a la segun- da escena de “La velocidad de la luz”. Las locaciones serán tres casas de la villa.
Todo empezó en 2015. Marco Canale (39), el director, organizó un taller de teatro para adultos mayores en la Villa y otro en Recoleta. Venía de pasar seis años en Guatemala y seis en España. En Europa montó obras protagonizadas por empleadas domésticas latinas y, entre otras experiencias, en Centroamérica dirigió a mujeres sobrevivientes de la violencia de género.
Marco propuso que las actrices de la 31 fueran a la clase en Recoleta. Y viceversa. Con el pasar de las semanas, los ensayos sólo se harían en la Villa. El elenco, finalmente, estuvo compuesto por tres mujeres de afuera del barrio y trece vecinos nacidos en Paraguay, Bolivia, Perú y Argentina. No hubo casting y para la mayoría fue un debut. Varios no saben leer ni escribir ni habían hablado en público. “Quería pluralidad, generar ese encuentro; que la obra fuera un proceso de transformación para los par- ticipantes del elenco y del público”, explica Canale.
“Los espectadores atravesarán sus calles, sus casas, la parroquia, sus lenguas y cantos, sus recuerdos del pasado y un viaje imaginario en el que pasan por Sudamérica para regresar a sus lugares de origen”, dice el resumen de la obra. Se estrenó en el 11° Festival Internacional de Buenos Aires y se presentó en escuelas públicas. Para 2018, la idea es regresar a la 31, hacer giras por el país y los pueblos de origen de los protagonistas.
Romilda Mareco de Brites tiene 80 años. Dice que siempre soñó con ser “artista”. Llegó de Paraguay hace menos de dos años, se instaló en la Villa, por consejo de su hija se acercó a un grupo de abuelos que se juntaba a desayunar y se enteró del proyecto. “Nunca me imaginé esto para el final de mis días. Mientras la salud no me traicione, voy a seguir. Mi familia me dice que si algún día estoy enferma, a la hora del ensayo me voy a curar”.
“Fue toda una experiencia”, explica Paula Severi, una de las actrices que no son de la 31. “Conocer a mis compañeras, cómo fueron de sacrificadas sus vidas, me transformó como actriz y como persona”. “Es el broche de oro de mi vida”, recuerda Marco que le dijo una mujer del elenco. “Toda la vida esperando esta oportunidad”, marcó otra. También recuerda a un hombre que iba a los ensayos con olor a alcohol y su mejoría.
Es que aquí, además, hay otra obra detrás de escena; la de las vidas de los artistas.as. ■