El mercado cosmopolita
Comida vietnamita, pastelería francesa y cafés del mundo son algunos de locales que abrieron dentro del predio y alrededor. Aunque coinciden en que son un imán para clientes, comerciantes tradicionales temen ser desplazados.
El mercado de San Telmo está en plena transformación; y junto a él, el barrio. Porque en los alrededores de la manzana que ocupa -Defensa, Estados Unidos, Bolívar y Carlos Calvocomenzó a verse un cambio que impulsa, con 120 años, uno de los centros de abastecimiento más antiguo de la Ciudad. Casi cada semana, un llega nuevo emprendimient. Platos suizos, pastelería francesa, tacos, comida libanesa y vietnamita, cafés del mundo, pizzas y empanadas norteñas, cervezas artesanales, hamburguesas deli, dulce de leche gourmet y las principales cadenas de heladerías. Todos quieren estar en el barrio.
El mercado es propiedad privada y los cambios fueron motorizados por la nueva generación de herederos. Entre fines de 2016 y principios de 2017 comenzaron a llegar los primeros locales, entre otros, Coffee Town, Saigón, Merci y The Market Burguer. Y uno de los últimos en llegar fue Cien Amores: “Nos interesó porque podemos vincular el concepto de nuestra cocina -lo natural, usando ingredientes de estación- con la propuesta de un mercado de abasto. Esa idea de comer como en casa”, describió Edmundo Ortega, propietario del local. Tiene otro en San Isidro.
Algo similar ocurrió con Dulce de Leche & Co, que tiene sucursal en Palermo. “Era el momento de venir porque no queríamos quedarnos sin lugar. Lo interesante es que se conserve un mix de locales, porque esto atrae a la gente, vecinos y turistas”, opinaron Luis y Matías González, hermanos originarios de Tandil que crearon esta forma de comercializar tipos de dulce de leche de todo el país.
La movida se refleja en los negocios que dan a la calle. Tres heladerías de las más famosas se instalaron en la misma cuadra, Defensa, entre
La clave, dicen, será conservar la identidad con un mix de opciones: tradicionales y nuevas.
Carlos Calvo y Estados Unidos. Hay cervecerías y también un Le Blé, frente al tradicional bar El Federal, en Bolívar y Carlos Calvo. Patricio Betoled es vecino y se animó a poner una franquicia de un Shami Shawarma, en Defensa y Pasaje Giuffra: “Se esta dando una movida interesante. Hoy la gente viene al barrio a comer... y no sólo pizza y asado”, contó. En Shami venden comida árabe en combo y tienen locales en Caballito, Villa Crespo y en el Dot Baires Shopping.
En el interior del mercado, los puestos de antigüedades comenzaron a concentrarse hacia Estados Unidos y hacia Defensa. “No estamos preocupados. Los vecinos y los turistas vienen al mercado, pasean y, además de comer, miran y compran a los anticuarios. Puede ocurrir que un anticuario termine su contrato y su po-
der de negociación sea inferior al de un restaurante. Pero finalmente el equilibrio lo pondrán la oferta y la demanda”, opinó Juan Carlos Maugeri, presidente de la Asociación de Anticuarios y Amigos de San Telmo. Con una experiencia de más de 40 años, explica “que también la forma de vender ha cambiado y muchos anticuarios usan plataformas on line. Más allá de esto, es positivo que el mercado se reconvierta y no muera: que haya gente es lo mejor que nos puede pasar”, aseguró.
No todos están de acuerdo. Uno de ellos es Ariel, reconocido anticuario del mercado. Comenzó vendiendo antigüedades y con los años se especializó en vestuario y objetos vintage. No hay vecino o habitué que no lo conozca. “Mi mayor preocupación es que se pierda la identidad del mercado. Claro que no estoy en contra de que más gente tenga trabajo o posibilidades de emprender un negocio, pero deberíamos tener garantizado nuestro espacio, igual que aquellos que son la esencia del lugar, porque no hay que olvidar que esto nació como un mercado de abastecimiento”, le dijo a Clarín.
Justamente en verdulerías, carni- cerías y locales de granja se mostraron preocupados: “El cambio llegó para quedarse. Nuestro temor es no po
der renovar los contratos de locales que alquilamos desde hace décadas. Cómo vamos a competir con un gastronómico que, por lógica, viene con una estructura económica más importante. Muchos somos personas de edad y la incertidumbre es total”, se lamentó una mujer, al frente de una verdulería. Desde la administración del mercado negaron que hubiera una intención de reemplazar a los puesteros tradicionales: “Por el contrario, no queremos que sea un paseo segmentado, al que sólo se pueda venir a comer. Es importante mantener un equilibrio. Lo que vamos a hacer es relocalizar, adaptar los lo
cales, negociar y contemplar todas las situaciones particulares”, aseguraron y se mostraron sorprendidos por la enorme recepción que tuvo el cambio en el mercado. Viernes y sábados, también abre por la noche,
hasta las 12. La convivencia será clave para la subsistencia del mercado. Sin el mix de locales, podría transformarse en una de esas movidas comerciales que son furor por un tiempo y luego pasan sin pena ni gloria.