Clarín

El modelo Netflix va hacia la universida­d

- Alberto C. Taquini (h) Miembro del Departamen­to de Pastoral Universita­ria del Episcopado.

En las escuelas de negocio, en estos últimos años, se extendió la historia de Blockbuste­r y Netflix como lección de innovación. Blockbuste­r concentrab­a la demanda de películas, en ese momento el consumo por streaming era muy pequeño. A comienzos de los 2000, con unos pocos años de vida, Netflix ofreció a Blockbuste­r ser adquirida, para fusionar los dos modelos: el “presencial” y la venta de un servicio de consumo ilimitado de películas a través de Internet.

Blockbuste­r rechazó la oferta. Y Netflix tentó a la industria del cine para que llevasen hacia su plataforma películas en forma directa. De a poco, fue ganando terreno y generando una demanda que dejaba su huella digital. Las productora­s audiovisua­les iban necesitánd­olo cada vez más.

Blockbuste­r perdió mercado y en 2010 fue a la quiebra. En ese momento, Netflix ya valía más 2.200 millones de dólares; hoy está valorada en 62.000 millones, y la industria del cine hace lo imposible porque sus películas circulen en esta plataforma mundial.

Con el uso de los datos que los usuarios dejaban en su navegación, Netflix pudo analizar la preferenci­a de sus clientes y con eso orientar la producción de sus películas y series propias. Es decir, personaliz­ó la oferta. Una oferta en la que ni Hollywood puede competir, porque sólo Netflix controla ese caudal de datos e informació­n.

El ejemplo, más allá de la industria cinematogr­áfica, condensa un modelo de negocio que está proyectánd­ose a otras áreas, entre ellas la universita­ria.

En los últimos cinco años apareciero­n plataforma­s que ofrecían MOOCs y cursos virtuales que ganaron terreno en la educación virtual global y que están poniendo en jaque a las universida­des, los “blockbus- ters” del sistema.

El recorrido es bastante similar: Las universida­des tradiciona­les concentran la demanda, con una oferta de carreras mayoritari­amente presencial. Pero de un tiempo a esta parte, las opciones virtuales empiezan a crecer a tasas más altas que las carreras tradiciona­les.

Lo que está sucediendo ahora es que esas plataforma­s, como Coursera, Udemy y EDx, ya son gigantes mundiales, que concentran buena parte de la demanda de formación virtual y que ofrecen cursos en asociación con las universida­des tradiciona­les, pero también con empresas de tecnología o, directamen­te, desarrolla­n sus ofertas en alianzas con profesores individual­es, que por su prestigio se hacen atractivos.

El rastro que dejan los estudiante­s-internauta­s en las plataforma­s es determinan­te para explicar este cambio de paradigma al que estamos asistiendo. ■

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