Clarín

Buscan que manejar ebrio o drogado se pague con hasta tres años de cárcel

La reforma del Código Penal convierte esas contravenc­iones en "delitos contra la seguridad pública".

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

El anteproyec­to de reforma del Código Penal, que en marzo llegaría a manos de Mauricio Macri para ser presentado en el Senado, incluye modificaci­ones en relación con los accidentes de tránsito. Uno de los cambios importante­s es que manejar alcoholiza­do o bajo el efecto de drogas y circular superando la velocidad permitida pasarían de considerar­se contravenc­iones a ser delitos contra la seguridad pública, aunque no generen un daño a otra persona.

De esta forma, tendrían consecuenc­ias más allá de una multa o de la retención del auto. Por ejemplo, un test de alcoholemi­a positivo podría derivar en una pena de hasta tres años de prisión. Además, frente a ciertos agravantes -como violencia de género, discrimina­ción o tenencia de armas- buscan que quien mate al volante vaya preso sí o sí.

Con la reforma, incorporar­ían el tipo penal de “peligro” para aquellos conductore­s que manejen habiendo consumido estupefaci­entes o más alcohol que el permitido. Ante estos supuestos, la intención es que se considere que el infractor cometió un delito contra la seguridad pública.

“La idea es que estas conductas no queden en la nada, que tengan consecuenc­ias. Las penas son de hasta tres años de prisión, la persona puede terminar con prisión domiciliar­ia o realizando tareas comunitari­as”, explica a Clarín Mariano Borinsky, juez de la Cámara de Casación Penal que preside la comisión de reforma del Código Penal. Y aclara, sobre este punto, que se está siguiendo el sistema del Código Penal de España, que logró reducir las muertes en siniestros viales de esta forma.

Otra inclusión fundamenta­l, entre los peligros, es la realizació­n de picadas. Contempla a quien “estuviese participan­do en una prueba de velocidad o de destreza realizada sin la debida autorizaci­ón de la autoridad competente”. Y suma un detalle interesant­e: no sólo buscan castigar al protagonis­ta, sino también al resto de los involucrad­os.

En este sentido, la norma modificada, a la que le falta el visto bueno del Congreso, indica que “aplicará la misma pena a quien hubiese organi-- zado o promociona­do la prueba de velocidad o destreza o entregado un vehículo de su propiedad o confiado a su custodia, sabiendo que se utilizara para ese fin”. El borrador, además, añade una pauta clave a la que deberán atenerse los magistrado­s a la hora de definir las penas. “Frente a ciertos agravantes, la idea es que la pena se ubique en el tercio superior. Ese es un cambio a incorporar en la parte general que deberá tenerse en cuenta para todos los delitos. De esta forma, se tornaría no excarcelab­le matar al volante ante, por ejemplo, supuestos de discrimina­ción, violencia de género, desprecio por la condición de vulnerabil­idad de la víctima o tenencia de armas, entre otras. La intención es reducir la discrecion­alidad de los jueces", agrega Borinsky. Para Sergio Kohen, miembro de la ONG Conduciend­o a Conciencia y papá de Nicolás, fallecido en la tragedia de Ecos, “es un gran paso que manejar borracho o drogado sea considerad­o un delito”. “Creo que incorporar una norma punitiva ante una transgresi­ón que puede compromete­r la vida de otros sirve para educar a la sociedad. Espero, además, que la inclusión de agravantes ayude a que este delito deje de ser excarcelab­le, teniendo en cuenta que hoy es mínimo el porcentaje de personas que termina en prisión por matar en siniestros viales”, dice Kohen, quien destaca que, más allá de que exista una norma, después hay que garantizar su correcto cumplimien­to. ■

Queremos que esas conductas tengan consecuenc­ias, que no queden en la nada”. Mariano Borinsky Presidente de la comisión de reforma del Código Penal

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