Clarín

Terminal de Retiro: entre cortes y tránsito, siguen las demoras para los micros

Al mayor flujo por la temporada se le suman los desvíos en la zona por obras. Así, pueden tardar más de media hora para entrar o salir. Todavía no se definió la nueva concesión.

- Federico Camps fcamps@clarin.com

La terminal de ómnibus de Retiro es un mar de gente. Miguel tiene cara de pocos amigos y está ofuscado. Es chofer de uno de esos 1.500 vehículos que salen por día, la mayoría con destino a la costa. Sabe que apenas se suba a la cabina, ponga las manos en el vo- lante y el pie en el acelerador, va a tener una demora de no menos de 40 minutos para poder salir de la terminal. Es que al enorme tránsito que suele haber afuera entre autos y ca- miones se le suma la gran cantidad de micros que salen y entran al complejo en enero. Pero el problema no termina allí, porque en esta temporada se suma otro elemento: las obras por el Paseo del Bajo, la autopista subterráne­a que unirá Puerto Madero con Retiro, y cuya construcci­ón suma desvíos en la zona.

El caos de tránsito que se genera allí no es más que una bola de nieve que viene arrastránd­ose desde el sur de la Ciudad, allí donde comienza el Paseo del Bajo. La obra arranca a la altura de Huergo y Juan de Garay, y se extiende a lo largo de Puerto Madero hasta la avenida Castillo, para luego empalmar con la autopista Illia. Desde el año pasado, pero sobre todo en los últimos meses, se multiplica­ron los cortes de tránsito en diversos cruces de la avenida Moreau de Justo, entre otras vías, que fueron complicand­o el tránsito.

La zona más caliente es justo la de los alrededore­s de Retiro. En la avenida Antártida Argentina se están realizando obras generales de construcci­ón del Paseo, pero además se está adaptando la estructura del puente peatonal. Entre Castillo y Perette, están levantando el terreno para hacer el viaducto. Esos trabajos ocupan los carriles centrales y solo dejan libres los laterales, que son pocos. Así, se genera un gran embudo.

"El martes 2 de enero estuve tres horas para entrar a la terminal. Salí a las 20:30 y recién pude agarrar la autopista a las 23. La gente que está arriba del micro se calienta y es lógico, pero yo no tengo el auto de Batman para pasar por encima de todos los micros. Tengo que estar tranquilo y entender que no queda otra", le contó Carlos, otro chofer que viajaba hacia la costa, a Clarín, que hizo una recorrida por el complejo de Retiro.

"El micro hacia Villa Gesell salió con 15 minutos de demora. Y una vez que dejó la dársena se detuvo en la calle paralela a la Villa 31 y estuvimos como una hora parados -relata Simón Jalfe, un pasajero-. Pensamos que había un piquete, pero el chofer nos explicó que pasa todos los días, que el semáforo es corto y por la obra se acumulan muchos micros en la calle".

A 34 años de su inauguraci­ón, parecía que en noviembre del año pasado la terminal de Retiro iba, por fin, a recibir una renovación integral, porque estaba avanzando el proceso para volver a concesiona­rla, proyecto que incluye numerosas reformas para modernizar el edificio, tanto en su operativid­ad como en sus servicios, con propuestas que hasta incluyen la construcci­ón de un hotel. Si bien el 5 de septiembre se conocieron las cuatro ofertas de las empresas que pujan por controlarl­a, a fines de oc-

tubre el dictamen de precalific­ación de los proyectos se empantanó. Por eso, sigue todo igual que hace 24 años, cuando se le concedió el manejo de la terminal a la empresa TEBA, cuyo dueño es Néstor Otero: es un polémico empresario sancionado por pagar

le dádivas al ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, entre otras causas judiciales.

Esta concesiona­ria se hizo cargo de Retiro en 1993, y en 2006 el propio Jaime le prorrogó el contrato por nueve años. En 2016, el Gobierno de Cambiemos le dio un año más de plazo pero paralelame­nte lanzó la nueva licitación. En TEBA explican, entre otras cosas, que no pudieron invertir para mejorar Retiro porque, como los alquileres están congelados por el viejo contrato, sólo pueden cobrar $ 450 por módulo de boletería, por ejemplo.

En la Ciudad, la frase "todos los caminos conducen a Roma" bien podría reemplazar­se por "todos los caminos conducen a Retiro". Es que hoy no hay variantes factibles para evitar viajar desde allí: en Liniers lo que nació como un parador se transformó en una terminal insegura donde, por ejemplo, los pasajeros esperan los micros sentados en el piso.

También se construyó la terminal Dellepiane, que paradójica­mente es propiedad de la misma empresa que tiene la concesión de Retiro. Es moderna, lleva un año inaugurada y había nacido para descomprim­ir un 30% el movimiento en Retiro. Pero casi nunca se ven micros entrando en las desiertas dársenas. Esta situación insólita se debe a un conflicto entre las empresas de transporte y los propietari­os de la terminal (ver “Dellepiane, de la promesa...”).

 ?? MARCELO CARROL ?? Movimiento­s complicado­s. Los micros que entran y salen de Retiro se topan con los desvíos y el tránsito. Sufren retrasos, sobre todo los fines de semana.
MARCELO CARROL Movimiento­s complicado­s. Los micros que entran y salen de Retiro se topan con los desvíos y el tránsito. Sufren retrasos, sobre todo los fines de semana.

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