Un penalista al que dieron por muerto y que denuncia un “vuelto” de policías
Habla de su mujer en presente y le escribe mensajes en las redes sociales. Allí la llama “Pochita”.
De Rubén Carrazzone se dijo que estaba muerto (lo anunció erróneamente un canal de noticias). También, que era un “hombre devastado” y un potencial asesino. Los testigos que declararon en el expediente refieren maltratos, infidelidades y deudas. Otros hablan de “problemas de pareja”. Lo cierto es que el abogado penalista nunca estuvo imputado en la causa que investiga la desaparición de su mujer, no pasó ni un día preso ni tiene impedimentos para salir del país. Es el único y principal sospechoso en la causa: habla de su mujer en presente y en sus redes sociales comparte fotos de Stella Maris Sequeira, a quien llama “Pochita” y le deja mensajes. -¿Tiene miedo de ir preso? -Miedo de que en el futuro pudie- se aparecer alguna prueba incriminatoria, sin que aparezca ninguna creación espuria, no tengo. Miedo de testimonios o pruebas que digan ‘yo estuve’ o ‘yo vi que le pegara a la mu- jer’, o que ‘le pegó un tiro en la nuca’, ‘la tiró al río en una bolsa’, no, porque eso no existe. En este país hay mucha gente presa sin nada, confío en el fiscal Barbella y el juez Santa Mari- na, son gente seria. Podrán tener una idea de las cosas pero estoy convencido de que ninguno de ellos va a permitir que se plante alguna prueba o se plante algo en mi contra. No tengo miedo de que aparezca algo, tampoco en el estado que me encuentro deja de ser una preocupación que esto no se esclarezca. Yo no tengo nada que ver. Tengo dos hipótesis de lo que ha surgido, no pude corroborarlas porque no tengo acceso al expediente.
-¿Qué pasó con Stella Maris?
-Los investigadores privados que pusimos no salen de las mismas dos alternativas. Mi mujer frecuentaba mucho la quinta vecina, no quiere decir que la gente de ahí tenga algo que ver, pero sí de alguien que pudiera estar cerca de esa quinta y pudiera saber algo más de lo que pasó ahí. Después, no hay que desatender la hipótesis de una vendetta de policías bonaerenses, un vuelto en mi contra, que ya me había sido anunciada, en una causa (por el crimen de Marisa Oyhanart) por la que agentes de Saladillo me amenazaron diciendo que me iban a involucrar en algún hecho. ■