Clarín

El déficit complica el plan para alcanzar la meta

Desafíos. El desequilib­rio de las cuentas públicas, una pulseada para el “gradualism­o” en medio del ajuste de tarifas.

- Ismael Bermúdez ibermudez@clarin.com

La inflación de 2017 resultó superior a todos los pronóstico­s oficiales, con un envión hacia fin de año. No solo estuvo impulsada por los aumentos de las tarifas de los servicios públicos, en especial gas, agua y electrici- dad. También por una serie de servicios privados, como los vinculados a las comunicaci­ones y la salud. Si se excluyen los precios de los bienes y servicios regulados y estacional­es, la suba anual “núcleo” punta a punta superó el 21%.

Este año también las tarifas públicas seguirán al frente de la inflación, de acuerdo al cronograma oficial, a lo que se agrega ahora un dólar que em- pezó a recuperar parte de la cotización atrasada de casi dos años. Los pronóstico­s privados ya marcan para 2018 una inflación piso del 20%, superior a la meta “corregida” del 15%.

Estos altos niveles inflaciona­rios se registraro­n con salarios y jubilacion­es que no recuperaro­n el año pasado la pérdida de unos 10 puntos de 2016 . Y que arrancan 2018 con un descenso en términos reales de los ingre- sos por la mayor inflación de los últimos meses y por los aumentos de precios y tarifas ya anunciados por lo menos hasta mitad de año. Los salarios, las jubilacion­es, o el consumo masivo, no son los impulsores de la actual inflación sino más bien los perjudicad­os. Las próximas paritarias serán otra pulseada en esta puja entre precios y salarios.

La alta inflación del año pasado se registró a pesar del dólar “contenido” y el crecimient­o de las importacio­nes, que deberían haber acotado la suba de los precios locales. El valor del dólar se mantuvo casi sin movimiento durante la mayor parte del año por las altas tasas de interés.

Esas altas tasas – que, según la versión oficial, debían servir para aplacar la inflación-- encarecier­on el costo del crédito y alentaron un fuerte ingreso de dólares financiero­s que llevaban a elevar y mantener elevadas las tasas de interés, en un movimiento que se retroalime­ntaba. Además, impulsaron en 2017 un desequilib­rio en las cuentas externas –por el exceso de importacio­nes frente a las exportacio­nes, pago de servicios y rentas – de casi U$S 30.000 millones. Ese déficit fue más que financiado por la “lluvia” de dólares, con incremento de las reservas del Banco Central y también salida de capitales.

El país continúa con elevados déficits gemelos – fiscal y externo-que alimentan la inflación por la vía de las altas tasas de interés y el peso de los servicios de la deuda en las finanzas públicas y en las cuentas externas.

El alto déficit fiscal es otro gran desafío porque, el año pasado, también tuvo registros récord --del 6% o más del PBI --, sin provincias ni BCRA. Aunque bajó el gasto primario, el ahorro fiscal por la suba de las tarifas quedó más que neutraliza­do por la mayor carga de los intereses de la deuda y de la propia deuda. Con las nuevos aumentos de tarifas, la apuesta oficial es lograr en 2018 un déficit fiscal menor. Hacia fin de año el Gobierno impuso un cambio. Admitió que habrá una mayor inflación, e impulsó una adecuación de la política monetaria-financiera, en la puja entre tasas y dólar, que estamos transitand­o con resultados aún inciertos. En tanto, la inflación sigue haciendo de las suyas. ■

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