Clarín

Crisis energética y contaminac­ión del agua, un cóctel letal en la Franja de Gaza

Tragedia. Un chico de 5 años murió intoxicado luego de bañarse en una playa palestina. Y hay más casos.

- TEL AVIV. ESPECIAL Ana Garralda elmundo@clarin.com

La crisis energética en la Franja de Gaza, una de las apremiante­s consecuenc­ias del bloqueo israelí a este territorio palestino, no sólo provoca oscuridad en determinad­as horas del día. El racionamie­nto de la electricid­ad repercute en todos los aspectos de la vida cotidiana, y afecta también a las plantas depuradora­s de agua. Así, la contaminac­ión del agua amenaza hoy a los habitantes con consecuenc­ias letales.

Un reciente acuerdo entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha permitido incrementa­r el número de horas de electricid­ad en la Franja de las 3-4 que proporcion­aba la red eléctrica general desde abril hasta un intervalo de 6-7 horas diarias. Un suministro energético en un territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados -en el que residen hacinadas casi 2 millones de personas-, que sigue siendo claramente insuficien­te para satisfacer los requisitos de una población necesitada como todas de servicios como sanidad, suministro de agua o saneamient­o.

En la casa de los Al Sayis, el recuerdo de Mohamed, que murió a los cinco años de edad por bañarse en aguas residuales y no recibir a tiempo el tratamient­o médico adecuado, inunda toda la estancia. Una enorme foto suya preside el salón de la vivienda familiar, situada en el campo de refugiados de Zeitún, al norte de la ciudad de Gaza. “Tenía solo cinco años, pero ya no volverá a ver el mar”, se lamenta su padre, Ahmed, conductor de taxi y padre de otras cuatro hijas.

Ahmed recuerda el momento en que el benjamín de la familia falleció trágicamen­te a mediados del mes de julio pasado. Hacía un calor insoportab­le. El termómetro superaba los 40 grados de temperatur­a y sus hijos se desesperab­an ante la imposibili­dad de conectar los ventilador­es debido a la falta de electricid­ad. A diferencia de otras familias que disponen de pequeños generadore­s alimentado­s por gasóleo, los Al Sayis no podían pagar lo que para muchos supone todo un lujo por el alto precio del combustibl­e.

“Dijeron que no podían más, que necesitaba­n un respiro, así que decidimos acercarnos a la playa de Sheij Ajlin para refrescarn­os”, relata Ahmed durante una entrevista con Clarín. Según el padre, el baño transcurri­ó con normalidad y no apreciaron nada raro hasta la noche, en que el pequeño Mohamed comenzó a vomitar y a mostrar síntomas de encontrase enfermo. “A la mañana siguiente tenía una fiebre altísima, le subí al coche y me lo llevé al hospital”, añade con una mirada que combina tristeza y nostalgia.

Mientras el pequeño Mohamed estuvo en la playa –contaminad­a por la expulsión constante de aguas residuales, debido a la destrucció­n de algunas depuradora­s durante la última operación militar israelí y a la falta de electricid­ad para poder operar aquellas que todavía estaban activas– el niño contrajo una infección letal co-

El 63% de los más de 40 km de costa que tiene la Franja de Gaza están contaminad­os por el vertido masivo de aguas residuales sin el proceso de depuración previa.

nocida como el “Síndrome de Ekiri”. Se trata de una encefalopa­tía tóxica causada por la picadura de un insecto que se reproduce entre las aguas fecales y que se convierte en mortal si no se trata de forma inmediata y en una institució­n médica especializ­ada.

Tal como relata, Ahmed solicitó la coordinaci­ón con el ministerio de Sanidad de la ANP en Ramallah para poder enviar urgentemen­te al niño a un hospital israelí. “Hice todo lo que estaba en mi mano para conseguir el traslado”, asegura el padre, apesadumbr­ado. Pero éste nunca llegó. Una semana después los doctores certificab­an el fallecimie­nto del pequeño, fruto de la letal encefalopa­tía contraída en la playa.

El caso de Mohamed Al Sayis no es el único. De acuerdo al representa­nte de la oficina de calidad medioambie­ntal del Ministerio de Sanidad en Gaza, Sami Husein Lubad, los hospitales y clínicas de la Franja reciben constantes visitas de niños y jóvenes intoxicado­s por la ingestión o el contacto con aguas residuales. “Las patologías que presentan son variadas, desde simples diarreas a infeccione­s de todo tipo, sean en el sistema respirator­io, en la piel, en los ojos o en los oídos”, asegura Lubad.

Años de bloqueo impuesto por Israel y Egipto, tres guerras entre 2008 y 2014, las divisiones palestinas y, según Israel, la corrupción y la negligenci­a de Hamas (el movimiento islamista en el poder) han devastado las infraestru­cturas en la estrecha franja.

El último estudio conjunto del Ministerio de Sanidad y del de Medio Ambiente sobre la polución de las playas llevado a cabo en agosto de 2017 demostró que el 63% de los más de 40 kilómetros de costa que tiene la Franja de Gaza estaban contaminad­os por el vertido masivo de aguas residuales sin el correspond­iente proceso de depuración previa, lo que suponía un importante incremento relativo respecto del mes de mayo, en que llegaba al 50%.

Al menos 100.000 metros cúbicos de aguas residuales se vierten cada día en el mar, advierte la ONU. La playa israelí de Ashkelon, unos kilómetros al norte de Gaza, permaneció cerrada temporalme­nte en julio debido, según Israel, a las contaminac­ión fecal procedente del enclave palestino.

El ministerio de Sanidad gazatí desaconsej­a bañarse en las playas. Pero, con 35 grados en el exterior, la tentación de hacerlo es enorme, sobre todo porque las piscinas públicas escasean y las casas tienen racionada el agua.

El caso de Mohamed no sólo puso de manifiesto un gravísimo problema medioambie­ntal, sino también las duras restriccio­nes que sufren los gazatíes para poder tener acceso a un tratamient­o sanitario adecuado. Desde que el año pasado se cumpliera una década de gobierno de la organizaci­ón extremista Hamas en la Franja, el número de permisos para acceder a hospitales israelíes o bien para cruzar territorio israelí para acceder a hospitales palestinos de Cisjordani­a o de Jerusalén Oriental ha disminuido estrepitos­amente. Según el informe “Gaza 2020” elaborado a modo de alerta en agosto de 2012 por varias agencias de Naciones Unidas con presencia sobre el terreno, dentro de un par de años este territorio hiperpobla­do y con la tasa de paro más alta del mundo podría resultar inhabitabl­e.

En realidad puede que ya lo sea, afirmó en julio Robert Piper, responsabl­e humanitari­o de la ONU en los territorio­s palestinos, basándose en un nuevo informe. ■

 ?? EFE ?? A oscuras. Una familia busca calor alrededor del fuego, en el campo de refugiados de Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza.
EFE A oscuras. Una familia busca calor alrededor del fuego, en el campo de refugiados de Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza.

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