Clarín

Acusan al Ejército por la masacre de 18 mineros ilegales en el sur de Venezuela

Fue en Bolívar, área ocupada por las mafias del oro. Es el cuarto episodio desde 2016. Sospechan que las FF.AA. disfrazan los crímenes como enfrentami­entos armados.

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El Ejército de Venezuela vuelve a quedar involucrad­o en un episodio sangriento, esta vez en el sur amazónico, en un país cada vez más crispado por la debacle económica y la crisis política. Según se supo ayer, un supuesto enfrentami­ento entre militares y mineros ilegales dejó un saldo de 18 muertos en el yacimiento de oro de Cicapra, una conflictiv­a zona donde operan mafias dedicadas a la explotació­n de minerales.

El hecho, en el que el ejército dijo haber incautado armamento de tipo militar, levantó sospechas en la opo- sición y en grupos de derechos humanos, cuyos voceros recordaron que en anteriores ocasiones, en la misma zona, patrullas militares abatieron a mineros y disfrazaro­n los operativos como enfrentami­entos.

El hecho conocido ayer se produjo el pasado sábado en el estado Bolívar, específica­mente en la población selvática de Guasipati, cerca de la Amazonia venezolana. “Hubo un intercambi­o de disparos con varios sujetos aún por identifica­r logrando dar de baja a 18 de ellos”, dijo un informe militar extraofici­al al que tuvo acceso la agencia noticiosa AFP. Se estima que la mujer fallecida -la única entre los 18 muertos- sería la hermana de Hussni y Anderson Rodríguez Cuevas. Esta pareja de hermanos, durante más de 14 años, dominaron diversas zonas de minería ilegal en el sur pero fueron muertos en distintos operativos del gobierno, uno en 2015 y otro en 2017.

“Todos presentan heridas por arma de fuego, esto producto del intercambi­o de disparos que hubo entre los funcionari­os y el grupo armado que dirige el sector”, informó una fuente militar al diario El Correo del Caroní sobre el episodio del sábado. “En total, fueron confiscado­s cuatro fusiles de asalto ligero, un fusil R-15, siete pistolas de diversos calibres, tres revólveres, una escopeta y dos granadas”, especificó el rotativo.

Pero el hecho, tras ser informado ayer por la prensa de Caracas, generó una ola de dudas entre voceros de la oposición y de ONGs dedicadas al tema. “¿Murieron 18 ciudadanos y no resultó herido un sólo soldado? (…) ‘Despejan’ estas áreas auríferas a sangre y fuego”, denunció el diputado opositor Américo De Grazia, uno de los representa­ntes del estado Bolívar en el Parlamento, de mayoría antichavis­ta. Del mismo modo, la ONG Provea condenó el caso a través de la red social Twitter: “Presunto enfren- tamiento entre integrante­s del ejército y mineros con saldo de 18 mineros asesinados es preocupant­e. ¿Nueva masacre?”.

Las propias autoridade­s han reconocido en diversas ocasiones que los yacimiento­s de oro en la región selvática se encuentran controlado­s por bandas dedicadas a la explotació­n ilegal de oro y además mantienen el control de las poblacione­s.

Pero también es cierto que, necesitado de fondos, el gobierno está especialme­nte interesado en un área rica en minerales. Con ese fin, el presidente Nicolás Maduro ordenó crear una “zona militar especial” para proteger el Arco Minero del Orinoco, la franja del territorio venezolano involucrad­a en estos casos. Las zonas ricas en oro, coltán y diamantes, entre otros minerales, están ubicadas, en su mayoría, en el estado Bolívar, en donde el control de los yacimiento­s hace tiempo que recae en grupos parapolici­ales.

Según informes del gobierno, el Arco Minero del Orinoco aportará este año US$ 2.000 millones al país. El proyecto ha sido duramente criticado por organizaci­ones ambientali­stas, partidos políticos e incluso sindicatos que acusan a las autoridade­s locales de violar las leyes gremiales.

Las operacione­s militares al sur del estado Bolívar comenzaron en 2016, luego de que Maduro anunciara la Zona de Desarrollo Estratégic­o Nacional Arco Minero del Orinoco, plan con el que se pretende explotar el subsuelo de más de 11.000 kilómetros

cuadrados al sur del país. Con el aumento del precio de los minerales y el deterioro del país, miles de mineros, venezolano­s y extranjero­s, se trasladan hasta la región para trabajar de manera ilegal.

El 4 de marzo de 2016, Tumeremo, una zona rica en minerales, fue escenario de un confuso episodio. Medios locales reportaron que 28 mineros murieron en una masacre en una mina de oro llamada Atenas. Sin embargo, la Fiscalía disminuyó la cifra y la ubicó en 21 abatidos. “Acá llegaron una cantidad de mineros baleados, apuñalados, golpeados, que habían logrado escapar de la masacre”, declaró entonces al correspons­al de la BBC un médico que estaba de guardia en el Hospital José Gregorio Hernández.

La versión del doctor, que pidió no revelar su identidad, coincide con las denuncias de los familiares de las supuestas víctimas. Agregó: “Los cuerpos de los muertos nunca llegaron a la morgue, parece que los botaron en fosas comunes”. Para el gobierno, se trató de un choque entre bandas criminales rivales .

En agosto de 2017, hubo ocho muertos en otro choque con los cuerpos de seguridad en la población de El Callao. “Ninguno de los fallecidos contaba con documentos”, dijo el diario

El Universal. Al mes siguiente, en El Manteco murieron 19 en otro supuesto enfrentami­ento en la mina Las Babitas, dijo el diario El Nacional. De acuerdo con la versión oficial, sin embargo, el cruento episodio provocó once muertos.

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REUTERS Yacimiento­s. Imagen de archivo de trabajador­es mineros en la zona de Tumeremo. En ese lugar ya hubo 28 muertos en otro enfrentami­ento de militares con mafias de la zona.

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