Clarín

Rockear entre las sierras

El ya clásico festival cordobés arrancó con una jornada marcada por Skay y Ciro y los Persas, entre otros...

- Patricio Féminis Especial para Clarín

“¿Para qué necesitás al rock barrial si tenés a Skay en Cosquín Rock?”, desafió un treintañer­o frente al Escenario Principal del festival cordobés, en su primera jornada. Es medianoche y el ícono de Patricio Rey despliega sus dedos dúctiles junto aLos Fakires: “Loco, son veinte años de Cosquín Rock. ¡Felicitaci­ones!”. En rigor, esta es la 18ª edición, de nuevo en el Aeródromo de Santa María de Punilla, en- tre la línea ondulada de sierras y las luces de la ciudad. Y el público respondió: el sábado hubo 40 mil personas. Si a la medianoche iba a ser para Skay, antes lograron furor Ciro y los Persas, Creedence Clearwater Revisited y Las Pastillas del Abuelo.

Pero hubo más, claro. Una de ellas fue la conexión que tuvieron Las Pelotas y con Raly Barrionuev­o. A las 20, llegaron Ciro y Los Persas: con canciones nuevas y las de Los Piojos, con nostalgia para agitar banderas barriales. Luego, a las 22.15 llegaron Creedence Clearwater Revisited para un mapa evocativo de hits universale­s. Desde Born on the Bayou a Have You Ever Seen The Rain?

El festival les brindó su propia energía entre el relax del humo, el fernet y las cervezas, justo antes de Skay. Las banderas siguieron su danza ritual para sus cancionesc­on buen compás y swing: El golem de Paternal, Flores secas, Oda a la sin nombre, Equilibris­ta y Falenas al cielo, hasta contrar trece. El coro vibrante llegó con Ji ji Ji, de Los Redondos. No desde el ego del auto-homenaje, sino desde la nítida celebració­n con los demás.

¿Qué sentía Skay ante los más jóvenes, quizá bebés cuando Los Redondos se separaron en 2001? Su guitarrism­o fue una lección de rock atemporal en tiempos de bandas pirotécnic­as y otras cargadas de furor barrial y de gestos ya rastreable­s en las creaciones del Indio Solari y Skay. Bien tarde llegaron Las Pastillas del Abuelo eufóricos, aunque una lluvia pasajera no los dejó completar su set.

En los demás escenarios, sobre las 21, Sax Gordon desplegó su set de blues y funk bajo hileras de luces amarillas, muy cerca de la oscuridad alternativ­a del stage Quilmes Garage. Allí, Humo del Cairo dejó latiendo las paredes como buena antesala del show voraz de los estadounid­enses de The Flying Eyes. Estuvieron tan a gusto que obviaron a Las Pastillas del Abuelo y se sentaron a fumar y charlar afuera, junto al micro de gira.

¿ Qué ocurría en el Escenario Reggae, en el vértice opuesto al del Principal? Los Cafres habían disfrutado su fe junto a sus fans, sin tensión por el pasto: a la espera de Los Pericos con su invitado Andrew Tosh, hijo del legendario Peter Tosh, “socio” de Bob Marley. “Andrew no es sólo un portador de apellido. El tipo tiene con qué”, juraba una rubia sin rastas.

Su propia noche fue para el reggae. La chica no se inquietó por perderse a Massacre, cerca de las pruebas con skates... Por aquel otro escenario habían pasado Shona, Rayos Láser, Francisca y Los Explorador­es y hasta el hard rock de Air Bag. Allí, los amantes del indie y de las estéticas menos afines con el rock barrial se sintieron en casa. En otro mundo, dentro del agite de Cosquín Rock. ■

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DANIEL CÁCERES Piojosos. Los fans de Ciro deliran en el escenario principal; por supuesto, no faltaron temas de Los Piojos.

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