Clarín

Miradas al país frente a la inflación y el gasto público

- Silvia Caldiroli silviacald­iroli@gmail.com Gustavo Colla gustavo.colla@yahoo.com

• Soy una persona muy solidaria y los que me conocen saben que trabajo en acción social para ayudar, ayudo y soy voluntaria de otras ONG, porque uno nace con un don así. Opino sin ideología, yo soy de esas personas que si al país le va bien, mejor; no me interesa quien esté en el Gobierno, porque nos va bien a todos.

Pero me siento mal, hoy quizás todos al estar vacacionan­do no lo vemos porque nos queremos olvidar un poco de todo, pero se me hace difícil, veo mucha injusticia­s que están pasando en “nuestra querida Argentina”, problemas con nuestros jubilados, problemas con nuestra futura jubilación, hospitales afectados, docentes, aumentos de los impuestos, gas, la luz, agua, teléfono, cable, expensas, nafta, comestible­s. El porcentaje que nos quieren dar como máximo de aumento en una paritaria, que según lo que informan está por debajo para poder llegar a

cubrir todos las necesidade­s básicas, y siento indignació­n por los despidos. Vuelvo a preguntarm­e ¿qué hacemos con la educación, la salud, los servicios, la seguridad, nuestros niños, nuestros ancianos, el vivir día a día. Estos hechos son los que me preocupan y me hacen pensar qué sucede en la Argentina. Es hora, para mi entender, de buscar soluciones.

• La clásula “gatillo” nos terminara matando a todos. La cultura inflaciona­ria ha creado lo que se llama la ilusión monetaria, llevando a adoptar decisiones que son verdaderos espejismos que inducen erróneamen­te a pensar que a la inflación se le puede “empatar” o “ganar”.

La única manera de financiar aumentos de salarios generados por paritarias o decretos, es trasladand­o el aumento a precios, más el incremento de las cargas sociales que deben liquidarse sobre los mismos. Es decir que, inexorable­mente, se arriba a una situación peor que la que se intenta corregir. La cláusula “gatillo” es hermana de lo que años atrás era la “indexación”, lo que sirvió para retroalime­ntar la inflación llevando a institucio­nalizarla en lugar de combatirla. Los únicos aumentos de la salarios que sirven realmente al trabajador son aquellos que provienen de la productivi­dad, y de la meritocrac­ia.

No hay otro camino que entender que a la inflación, cáncer de la economía, guste o no, de raíz monetaria, se la combate con la medicación apropiada. Esto es reducción de gasto público. No hay parto sin dolor.

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