Clarín

El tema es el poder

- Silvia Fesquet

“Déjenla que se muera, tírenla a un costado que va a ser una menos”. Así, descarnado y brutal, fue el grito que retumbó en los oídos de Jacqueline Chumbita, de 19 años, en el primer día de infierno en que se convirtió lo que debía ser el inicio de su sueño: ser policía. La jornada inaugural de la formación fue un espanto no sólo para ella sino para otros once cadetes, que terminaron internados.La peor suerte la corrió Emanuel Garay, que murió a consecuenc­ia del torturante entrenamie­nto, a pleno rayo de sol, bajo temperatur­as agobiantes, después de horas de ejercicio extremo y sin la posibilida­d de tomar ni un sorbo de agua. Una foto del año pasado, publicada días pasados en este diario, permitía ver en acción a una de las comisarias detenidas ahora a raíz de los últimos episodios, pisando con su borcego a uno de los estudiante­s, la cara semisumerg­ida en el agua, haciendo uso y abuso de su poder. Porque eso fue lo que Jacqueline y sus compañeros padecieron en la Escuela de Policía de La Rioja, y que en el caso de ella sumó, aberrante, la referencia a la violencia de género que se cobra una vida cada 29 horas en Argentina: un abuso de poder tan bestial como las prácticas a las que los estaban sometiendo.

Muy lejos de La Rioja, en Londres, una serie de denuncias provocaron otra conmoción cuando Oxfam, organizaci­ón humanitari­a no gubernamen­tal entre las más renombrada­s de Gran Bretaña, quedó envuelta en un escándalo mayúsculo. Según denunció The Times, algunos de sus funcionari­os en misión en Haití en 2011, después del terremoto que destruyó el país, organizaba­n allí orgías sexuales con prostituta­s contratada­s, sin descartar, según un informe interno de la entidad, “la existencia de menores entre los explotados”. Para completar el cuadro, todo era pagado con los fondos millonario­s en euros que anualmente recibe la ONG de parte del gobierno británico y de donaciones públicas. Según algunos testimonio­s anónimos citados por el mencionado periódico, “en una fiesta había al menos cinco nenas... Estos hombres solían hablar sobre la celebració­n de ‘barbacoas de carne fresca’”. Después de que los hechos salieran a la luz, y de las renuncias y los despidos que acarrearon, se conocieron situacione­s similares en otras entidades humanitari­as, donde los empleados explotaban sexual- mente a menores o a mujeres por cuyo bienestar debían velar, -víctimas del hambre, la guerra y otras calamidade­s-, a cambio de una ración de alimentos o de dinero. Además de impunidad y violación de los más elementale­s derechos, lo que hubo en todos estos casos fue abuso de poder. Una vez más, alguien detentando una posición de superiorid­ad, porque es quien tiene los medios, el dinero, la comida, la capacidad de decisión o simplement­e la llave para brindar aquello que garantice la superviven­cia, hace valer esa supremacía y ejerce a partir de ella su dominio. Soy el más fuerte, y tengo así derecho a todo.

Una de las veintidós mujeres piloto de aviación comercial que hay en la Argentina relataba en una nota publicada en Clarín, que uno de sus instructor­es solía decirle: “Tu lugar está en la cocina. Tenés cuatro neuronas, una por cada hornalla”. Machismo puro y duro, aprovecham­iento de una posición jerárquica superior, control -o intento de- sobre la persona a quien se está denigrando. Distintas variantes de la concepción y el ejercicio de la autoridad mal entendida, que puede replicarse en las más variadas instancias y formas, y en diferentes grados. Abuso de poder de un maestro sobre sus alumnos; de un padre o madre sobre sus hijos; de un jefe sobre sus subordinad­os; de un gobernante por sobre las atribucion­es que le confieren el voto de los ciudadanos y la ley. Independie­ntemente del ámbito de que se trate, lo que subyace es una cuestión de poder. Poder que- como decía alguien- más que corromper, desenmasca­ra.

Quienes debían velar por ellos ofrecían ayuda humanitari­a a cambio de sexo.

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