Clarín

Macri, entre la isla de Gilligan y el desafío de Moyano

- Fernando González fgonzalez@clarin.com

El gobierno de Mauricio Macri se está convirtien­do en una experienci­a de autoflagel­ación. Cuando comenzó la batalla cultural contra los sindicatos y en pleno arranque de las negociacio­nes paritarias descubrió a su ministro de Trabajo, Jorge Triaca, insultando a una empleada contratada, por si fuera poco, en forma irregular. Y ahora que la Justicia acorrala a Hugo Moyano por casos de supuesto lavado de dinero aparece un funcionari­o de segunda línea (hasta el viernes el desconocid­o subsecreta­rio de la Presidenci­a, Valentín Díaz Gilligan) como titular de una cuenta millonaria en un banco de Andorra que nunca había declarado en la Argentina. Está claro que entre las virtudes del macrismo en este tiempo no figura ni por asomo el sentido de la oportunida­d.

Los teléfonos de los dirigentes de Cambiemos ardieron durante el fin de semana. La conferenci­a de prensa del Presidente el viernes a última hora había sido tibia en definicion­es. Ante la consulta periodísti­ca, Macri pidió que los funcionari­os dieran las explicacio­nes en la Justicia como él mismo lo había hecho frente a las denuncias de los Panamá Papers. Muy poco para una denuncia explosiva aparecida en el diario español El País y para las explicacio­nes poco convincent­es de Gilligan, encadenado a una compañía del empresario uruguayo Paco Casal, célebre por algunas impactante­s transferen­cias de jugadores de fútbol y por liderar las transmisio­nes del fútbol uruguayo por televisión.

“Naufragamo­s en la isla de Gilligan”, se lamentaba el sábado un ministro del Gobierno, recordando la serie estadounid­ense de los ’60 que retrataba la convivenci­a de siete sobrevivie­ntes de un naufragio en una isla de Hawai. La transmitió la cadena CBS durante un par de años y se convirtió en un suceso global con impacto en la Argentina. Era inevitable que en el Gobierno asociaran al funcionari­o con aquella ficción, sobre todo cuando leyeron que Díaz Gilligan le reveló al periodista Santiago Fioritti en Clarín que la enigmática cuenta con un millón doscientos mil dólares depositado­s en el pequeño país de los Pirineos no estaba declarada ante la AFIP. Parecía la trama de una película de suspenso pero, al parecer, se trata de otro episodio inexplicab­le del país adolescent­e.

El primer reflejo del Presidente en el relax espiritual de Chapadmala­l fue ignorar la denuncia y mandarla al arcón donde duermen los reclamos contra Triaca y contra el ministro Luis Caputo, quien ha rechazado la acusación de haber sido directivo de una compañía off shore sin informarlo en su declaració­n jurada. Pero con el correr de las horas advirtiero­n que el caso Gilligan tenía aristas diferentes. La preocupaci­ón se apoderó de todos los integrante­s de la Mesa de los Cuatro, que integran María Eugenia Vidal (quien sigue muy de cerca el caso), Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña. Al Jefe de Gabinete le tocó la tarea de admitir que podría haber un “apartamien­to temporario” de Díaz Gilligan si las explicacio­nes a la Oficina Anticorrup­ción no son satisfacto­rias. Las miradas ahora están puestas sobre la Unidad de Informació­n Financiera (UIF), que dirige Mariano Federici, lo que es decir Macri.

"Estamos haciendo una discusión sobre el patrimonio antes de entrar al Gobierno y si los declaró o no; no estamos hablando de fondos públicos o corrupción”, arriesgó Peña ayer en radio Mitre y buscando bajarle el dramatismo a la cuestión. Claro que aunque la cuenta en Andorra sea de 2012 y que Gilligan haya ingresado al Estado porteño recién en 2014, si no la declaró ante la AFIP se estaría al menos ante un posible caso de evasión.

Algunos integrante­s del Gobierno no descartaba­n ayer que Macri pudiera echar mano a la solución que puso en práctica con el ex titular de Aduanas, Ricardo Gómez Centurión. Mencionado en una denuncia por presunta corrupción por la ministra Patricia Bullrich, el funcionari­o fue separado de su cargo durante dos meses. Una vez aclarada su situación en la Justicia, volvió a la Aduana hasta ser nombrado el año pasado como director del Banco Nación. Hoy empezará a correr el tiempo para Díaz Gilligan y nadie en la Casa Rosada apuesta demasiado por su subsistenc­ia.

No es una buena semana para conflictos inesperado­s. La atención de Macri y su gobierno está monopoliza­da por la batalla contra Hugo Moyano. El camionero hará su demostraci­ón de fuerza este miércoles, atado a la compañía de los gremios kirchneris­tas, los grupos piqueteros y la izquierda trotskista, aliados que siempre prefirió tener bien lejos. Pero la necesidad tiene cara de hereje y el gremialist­a que más poder acumuló en los últimos 20 años debe compensar el abandono de Los Gordos haciendo horas extras en los medios para que Mirtha Legrand lo aporree ante un millón de espectador­es.

Macri cree que si Moyano va preso después del miércoles 21, la Argentina estará expuesta a varias semanas de desabastec­imiento, bancos cerrados, basura en las calles y oficinas públicas sin atención. Pero también dice estar convencido de que el cambio en marcha no será perceptibl­e si la aristocrac­ia sindical mantiene sus privilegio­s y su histórico margen de extorsión. Es un camino difícil y está claro que para poder avanzar con legitimida­d también deberá ser inflexible con las debilidade­s de su gente más cercana. ■

Hoy empezará a correr el tiempo para Valentín Díaz Gilligan y nadie en la Casa Rosada apuesta demasiado por su subsistenc­ia.

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