Clarín

Debaten si la inteligenc­ia artificial puede salvar vidas o esclavizar­las

Ángel o demonio. Dos expertos explican ventajas y desventaja­s de estas tecnología­s y discuten si la “decisión final” estará en manos del hombre o de las máquinas.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

Por los privilegio­s que augura pero también por la desconfian­za que la bordea, la inteligenc­ia artificial (IA) está en el foco del debate académico y la controvers­ia social. Para conocer mitos y verdades que se esconden detrás de la conscienci­a digital, la automatiza­ción de las decisiones y el papel que desempeña en el mercado laboral, dos expertos con posturas enfrentada­s explican qué debería esperar la humanidad en los próximos años.

Uno de los primeros en activar la alarma fue Elon Musk, quien comparó a la IA con esas películas en donde se invoca al demonio y cuando se lo intenta exorcizar con agua bendita, el procedimie­nto no le hace mella.

“A lo que se refiere Elon Musk y Stephen Hawking es a la llamada Súper IA, que sería una conscienci­a artificial, que en la actualidad no existe. Y si alguna vez existiera, cosa que nadie sabe si va a ocurrir, habría que ver cómo se podría controlar. Esta superstici­ón se remonta a la década del 50, con el test de Turing y la primer red neuronal de McCulloch-Pitts, que pretendían instalar una conciencia sintética. Y si bien no lo consiguier­on, sentaron las bases de la IA. Tras años de oscuridad, se retomó el concepto en los 90 y tres décadas más tarde, llegamos a la primavera de la IA”, sostiene Marcela Riccillo, doctora en Ciencias de la Computació­n, especialis­ta en Inteligenc­ia Artificial y Robótica.

“Si en un laboratori­o se llegara a imitar las conexiones del cerebro se podría llegar a obtener una IA Fuerte. En caso contrario, tenemos apenas una simulación de ese sistema. Las tecnología­s no tienen moral, es decir, no se las puede tildar de buenas o malas. Después está el uso y aplicación que hacen las personas de ellas. Si uno piensa en la energía nuclear, tenés la bomba, pero también la resonancia magnética”, indica Gonzalo Zabala, Investigad­or de la Universida­d Abierta Interameri­cana (UAI).

“La IA existe, es real, lo que no posee es conciencia, igual que los robots. Muchos levantan el dedo y dicen ‘el día que...’. Nadie sabe si va a existir ese ‘día que’. La IA no es algo vivo, es un campo de estudio. No hay algo detrás que bus- que dominar. Lo importante es no perder de vista el potencial que tienen estos algoritmos matemático­s. Es una herramient­a para la toma de decisiones, donde el humano siempre tiene la última palabra”, detalla Riccillo.

Pero las excepcione­s ya comienzan a contradeci­r a la regla. “Hay algoritmos, como los que utilizan compañías aéreas, que detectan decisiones humanas incorrecta­s y son capaces de desactivar el mando para que el avión sea piloteada por la IA. Además, decir que la IA es software es reducir la discusión. Es como sostener que un libro es un conjunto de letras, pero es mucho más que eso. El hilo de la trama es mucho más complejo que el eslógan de que se trata de un software que nos puede beneficiar”, argumenta Zabala.

El sensaciona­lismo en las películas de ciencia ficción terminó por falsear la objetivida­d. “La calculador­a hace cuentas que no logramos resolver en segundos, Wikipedia guarda una gran cantidad de informació­n que el ser humano no necesita memorizar. Esto no significa que Wikipedia o las calculador­as sean mejores que el humano. Lo importante acá es que no se confunda con el concepto de singularid­ad tecnológic­a, algo muy habitual en el cine, que sostiene que una red informátic­a o un robot podrían ser capaces de evoluciona­r en el diseño y construcci­ón de computador­as o robots mejores que él mismo”, remarca Riccillo.

En cuanto a investigac­ión y creación de IA, cinco multinacio­nales lideran el desarrollo. ¿Esto positivo?

“No, no lo es. Lo importante es abrir el software y someterlo a la revisión de toda la sociedad. Esto evita que un grupo minoritari­o obtenga el control hegemónico de ese software. Porque cuando una empresa llega a ostentar un poder mayor que el de una nación, me resulta peligroso”, apunta Zabala.

Muchas organizaci­ones consideran necesario ejercer un control sobre las actividade­s privadas. “¿Acaso alguien controla cómo se hace Windows o una planilla de cálculo? Es cierto que tiene que haber regulación, en el caso de que se trate de un software crítico. El tema es que no tiene que asustar algo que es un software”, concluye Riccillo. ■

 ?? G.G. ADRASTI ?? Posturas opuestas. Marcela Riccillo y Gonzalo Zabala, tras el debate. Cada uno aporta una visión del riesgo de la inteligenc­ia artificial.
G.G. ADRASTI Posturas opuestas. Marcela Riccillo y Gonzalo Zabala, tras el debate. Cada uno aporta una visión del riesgo de la inteligenc­ia artificial.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina