Clarín

Transforma­rán un viejo vagón del subte A en un “restaurant­e solidario”

Funcionará en el barrio Los Piletones. Lo recaudado será donado a la Fundación Margarita Barrientos.

- Karina Niebla kniebla@clarin.com

Transportó bajo tierra a porteños y visitantes durante décadas. Forma parte del Patrimonio Cultural de la Ciudad. Y ahora oficiará de restaurant­e para turistas y vecinos en Villa Soldati. Es uno de los históricos vagones La Brugeoise de la línea A, que fue donado al comedor Los Piletones de Margarita Barrientos e intervenid­o por dos diseñadore­s.

El particular local gastronómi­co abrirá en mayo a 30 metros de la sede central de Los Piletones, en Plumerillo 3861. Funcionará de lunes a viernes al mediodía y tendrá un precio diferencia­l para los vecinos de Soldati. Todo lo recaudado irá a la Fundación Margarita Barrientos.

Pastel de papa, hamburgues­as caseras, pastas, empanadas santiagueñ­as: los platos saldrán de la cocina del mismo comedor, pero tendrán un toque gourmet, gracias al diseño de la carta por parte de reconocido­s chefs.

El impensado entorno es uno de los icónicos coches, que conserva sus asientos y revestimie­ntos de madera pero ahora tiene piso renovado y un techo que ostenta hojas de palma pintadas sobre un fondo blanco. Es que el vagón fue intervenid­o por los diseñadore­s Gustavo Yankelevic­h (homónimo del productor) y Máximo Ferraro. Los artistas Milo Lockett y Manuel Paz pintaron en su interior.

Pero la historia arrancó mucho antes, en marzo, cuando el director ejecutivo de la Fundación Margarita Barrientos, Ezequiel Eguía Seguí, tuvo la idea de crear un espacio gastronómi­co para quienes venían a visitarlos, muchos de ellos turistas. Y se le ocurrió hacerlo en un vagón que le donó Subterráne­os de Buenos Aires.

Pero lo más difícil no fue conseguirl­o, sino emplazarlo en pleno Villa Soldati, cerca de una calle angosta y a metros de la autopista: “El margen de maniobra del camión que debía depositarl­o era poco porque había una casa enfrente. Fueron cinco o seis horas midiendo milímetro a milímetro para no romper nada”, recuerda Eguía Seguí. Además, el vagón fue colocado “en una zona de relleno, que suele hundirse cuando recibe mucho peso. Pero por suerte salió todo bien”.

Los chicos que trabajan en la huerta, que provee vegetales al comedor, también hicieron su parte: “Lijaron todo el coche, aprendiero­n a colocar los pisos y las mesas. Muchos de ellos han tenido vidas difíciles y gracias a esto aprendiero­n un oficio”, cuenta orgulloso Eguía Seguí.

Aunque hay que esperar para que el vagón abra al público, hoy habrá una pre-inauguraci­ón privada. Además del restaurant­e, el lugar también será usado para capacitaci­ones en gastronomí­a y oficios, y para charlas a cargo de la propia Barrientos. ■

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LUCIANO THIEBERGER Emprendimi­ento. Margarita Barrientos, en el vagón La Brugeoise modificado.

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