El setentón que venció a la modernidad

El hombre debe andar por los 70 años. Educación media, buen pasar, carrera profesional exitosa. Familia con hijos y nietos. Lo tomó de golpe la modernidad arrasadora. Y está en la pelea con ella. Como puede. Y con ayuda de sus hijos. Ya tiene un teléfóno 4G y maneja algunas de sus múltiples variantes. Usar lo esencial, puede. LLamados y WhatsApp. Saca fotos. Se complica con Instagram. Twitter es más fácil. Tiene muchos seguidores pero no se mete en malabares. Maneja Netflix, no es ninguna ciencia. Ve series pero va poco al cine. El otro día intentó ver un estreno y se fue a un “múltiple” de Caballito. No pudo encontrar la ventanilla para sacar las entradas. Eran tantos los carteles, que se encontró de frente en una caja en la que sólo podía comprar pochoclos o gaseosas. Odia los pochoclos.

Esta vez no logró entrar. Fue hacia unas computadoras. No aparecía la que quería ver. Cuando se decidió a pagar en efectivo volvió a la vendedora de pochoclo y comprobó que sólo había fila 3. Falló la aventura, entonces. Y para compensar, en la vuelta a casa decidió caminar con su mujer, siguiendo los consejos médicos. Pero con un ingrediente moderno. Uno de sus hijos le incluyó una aplicación en el teléfono que le cuenta los pasos. Sólo debe caminar con el teléfono en el bolsillo. La aplicación tiene una raya que indica la meta diaria fijada por uno mismo. La tenía en 8000 pasos. Pero al llegar a su casa, se dio cuenta que andaba por 7300. Entonces, completó el número deseado caminando del living a la cocina, en plena madrugada. Cuando llegó a 8000 se fue a dormir tranquilo. Había derrotado a la modernidad.