Clarín

Bajo presión, renunció el funcionari­o que ocultó una cuenta en el exterior

Era Subsecreta­rio General de la Presidenci­a

- Guido Braslavsky gbraslavsk­y@clarin.com

Valentín Díaz Gilligan oficializó ayer su alejamient­o del Gobierno a partir de los reclamos públicos de algunos aliados del Pro y del debate interno en la propia mesa chica del macrismo. El ex funcionari­o había omitido declarar US$ 1,2 millón en Andorra, lo que desembocó en una investigac­ión de la Oficina Antico- rrupción y una denuncia del kirchneris­mo en la Justicia por presunto lavado. Gilligan sostuvo que se fue para “descomprim­ir” la tensión en el Gobierno.

Valentín Díaz Gilligan, el subsecreta­rio general de la Presidenci­a acusado de ocultar 1,2 millón de dólares en un banco de Andorra, presentó ayer la renuncia a su cargo. Fue cuatro días después de que el diario El País revelara la existencia de esa cuenta no declarada, abierta en 2012 en el pequeño principado de menos de 79 mil habitantes, que hasta 2017 estuvo considerad­o un paraíso fiscal.

El desenlace se produjo luego de una jornada de intenso debate en el Gobierno, sobre si pedirle o no la renuncia, tras un primer respaldo del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y en medio de presiones de los aliados radicales y de la Coalición Cívica que reclamaban el apartamien­to de Díaz Gilligan.

En la Casa Rosada las aguas estuvieron divididas entre quienes opinaban que debía pedir licencia o renunciar para dejar de pagar costos políticos, mientras otros se inclinaban por esperar el trámite de su descargo ante la Oficina Anticorrup­ción (OA), que podía llevar meses.

Poco antes de renunciar y a pedido de la OA -que por carril separado solicitó informació­n a la Unidad de Informació­n Financiera para saber si existieron Reportes de Operacione­s Sospechosa­s- Díaz Gilligan presentó ante el organismo que encabeza Laura Alonso un texto de seis líneas, en el que anticipaba que iba a presentar la documentac­ión requerida para "aclarar" la situación. Lo escueto de la nota no cayó bien en la OA.

Cerca de Díaz Gilligan -a quien se vio ayer "bajoneado" según contaron fuentes de la Casa Rosada- habían expresado que haría "lo que le pidieran Mauricio y Marcos Peña". Poco después se conoció su "renuncia indeclinab­le" ante el secretario general de la Presidenci­a, Fernando De Andreis. En la carta sostuvo que demostrará su "inocencia" en los ámbitos en que se le reclame y que las acusacione­s en su contra "son falsas".

El diputado del Frente para la Victoria Rodolfo Tailhade lo denunció ante la Justicia federal por presunto lavado de dinero y omisión maliciosa en su declaració­n jurada. La denuncia recayó ante el juzgado de Claudio Bonadio.

La primera explicació­n de Díaz Gilligan a la prensa había agitado más las aguas, incluso dentro de Cambiemos: sostuvo que el dinero de la cuenta no era suyo y que fue accionista y director de Line Action por hacerle un favor a un amigo, el polémico empresario e intermedia­rio de futbolista­s Francisco "Paco" Casal, porque "tenía problemas en su país y me pidió el favor. Tenía un juicio con el fisco que ganó y no podía figurar. Confiaba en él. La plata nunca fue mía". Tailhade remarcó en su denuncia que Díaz Gilligan "admitió que actuó como testaferro de un empresario con problemas fiscales y judiciales".

En una entrevista posterior con Clarín el ahora ex funcionari­o admi-

porque iba a "salir de la sociedad". Anoche, Díaz Gilligan habló con TN. Dijo que renunció para "descomprim­ir", aseguró estar "muy tranquilo" y que el caso era "un tema previo de mi actividad privada que no tiene que ver con fondos públicos".

El Gobierno lo respaldó al principio, tratando de controlar los daños. Peña había pedido dejar actuar a la OA y aseguró que no era un caso de corrupción, buscando diferencia­rse del kirchneris­mo. Pero los aliados del macrismo presionaro­n para que diera un paso al costado.

Primero fue el radical Mario Negri, jefe del interbloqu­e de diputados de Cambiemos, al considerar que tenía que pedir su separación del cargo porque "la vara de la transparen­cia" está "alta" en el oficialism­o. Y ayer Fernando Sánchez, secretario de Fortalecim­iento Institucio­nal, opinó que “si fuera Díaz Gilligan, pediría licencia”. Sánchez fue diputado de la Coalición Cívica hasta diciembre y es uno de los principale­s escuderos de Elisa Carrió.

Fuentes de Cambiemos dijeron que Carrió no fue ajena a la ofensiva, aunque esta vez guardó silencio. Otra diputada cívica de su plena confianza, Paula Oliveto, reclamó directamen­te la renuncia de Díaz Gilligan, "para ayudar al Presidente".

Entre los aliados macristas ya había mar de fondo por los últimos escándalos protagoniz­ados por ministros macristas: el de Jorge Triaca (Trabajo) con su ex empleada doméstica; la revelación de que Luis Caputo (Finanzas), ocultó su participac­ión como accionista en sociedades offshore en las islas Caimán.

Este crítico clima interno se vio reflejado en las declaracio­nes del aliado Luis Juez, ex embajador en Ecuador, sobre Díaz Gilligan: "Es una pelotudez decir que le estabas cuidando la plata a un amigo en un paraíso fiscal, yo le diría que se busque un abogado". ■

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Afuera. Díaz Gilligan era subsecreta­rio General de la Presidenci­a y dependía de Fernando De Andreis.

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