Hasta 2 horas de pantallas por día, lo recomendado
Tiempos. Se aconseja evitar todo uso antes de que los chicos cumplan 2 años.
Un estudio publicado por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) adviertió sobre “el nivel de exposición a pantallas que tienen los niños y adolescentes argentinos”. El trabajo, de 2016, fue realizado por el pediatra Guillermo Goldfarbla. En él cita a la Academia Americana de Pediatría, que más allá de la miopía, aconsejan que antes de los 18 meses de vida los bebés “sólo deberían usar aplicaciones de video en tiempo real, tipo Skype, Facetime, para comunicaciones con familiares viviendo a gran distancia”. Para que conecten con el mundo real fomenta “las expresiones faciales, el tono de voz y lenguaje corporal que resulta del intercambio entre un niño pequeño y los padres”.
Ya sobre la miopía, recomiendan que después de los 2 años “no se les permita llevar a la cama un dispositivo luminoso antes de dormir”, que no se los deje solos frente a ellas, que sean apps interactivas (que tengan que usar la función táctil) y que el uso de cualquier pantalla no supere las 2 horas diarias. ¿Lo positivo? “La exposición a programas apropiados para su edad tienen ventajas cognitivas sobre los que no tuvieron esa oportunidad”, dice el estudio.
Para los adolescentes, hay una regla infalible, la del 20-20-20, que deben inculcar como parte del buen uso del celular: cada 20 minutos, descansar de la pantalla mirando un objeto que esté a 20 pies (6 metros) y parpa- deando varias veces durante 20 segundos. Finalmente, lo ideal es alternar el uso de pantallas con ejercicios, juegos y deportes al aire libre “combate la obesidad y el sedentarismo, que van de la mano con la evolución de la miopía”, sugirió Goldfarbla.
Por otra parte, Carolina Colutta, directora médica del Instituto Oftalmológico de Buenos Aires, explica que en esta época del año, “es muy importante realizar controles oftalmológicos antes de ingresar a la escuela ya que muchos trastornos del aprendizaje se relacionan con la mala visión”, explica. “Se estima que entre el 15 y el 30% de los problemas de aprendizaje tiene su origen en un problema visual no diagnosticado. Por ello, el diagnóstico precoz y observar a los niños mientras hacen los deberes es muy importante”, agrega.
La oftalmóloga recuerda que se deben realizar controles oftalmológicos de rutina en las siguientes etapas de la infancia:
• Recién nacidos, para descartar afecciones graves como cataratas, malformaciones de retina y retinopatía del prematuro.
• A los 6 meses de vida, para determinar la agudeza visual.
• A los 2 años y medio, para pesquisar estrabismos intermitentes y valorar la agudeza visual.
• A los 6 años, para descartar defectos refractivos que puedan alterar el aprendizaje. ■