Los desodorantes, perfumes y jabones contaminan el aire tanto como los autos
Según un estudio publicado en la revista Science, los artículos de higiene generan smog y liberan partículas tóxicas. Por eso creen que son causa de asma, cáncer de pulmón y otros males.
Los desodorantes, perfumes y jabones que nos ayudan a oler bien están ensuciando el aire con un tipo de contaminación dañina, a niveles tan altos como el de las emisiones de los autos y camiones, según un estudio publicado en Science.
Los investigadores encontraron que los productos químicos derivados del petróleo utilizados en perfumes, pinturas y otros productos masivos pueden, en conjunto, emitir tanta contaminación -en la forma de compuestos orgánicos volátiles (COV)- como los vehículos a motor.
Los COV interactúan con otras partículas en el aire para crear los blo- ques de formación de smog, ejemplo, el ozono, que pueden detonar el asma y lastimar de manera permanente a los pulmones, y otro tipo de contaminación conocida como PM2.5, finas partículas vinculadas a los ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y cáncer de pulmón.
El smog se asocia en general con los autos, aunque desde la década del '70, los reguladores han incentivado a sus fabricantes a invertir en tecnologías que han reducido sustancialmente las emisiones de los COV. Por lo tanto, la participación creciente de contaminación del aire provocada por los pesticidas y productos para el cabello se debe, en parte, al efecto de que los automóviles son cada vez más limpios. Pero ese espacio para respirar ayudó a los científicos a ver los contaminantes invisibles que provienen del rociado de los desodorantes o la porción de colonia refrescante para el cuerpo.
Los investigadores dijeron que su estudio se inspiró en mediciones previas de los COV en Los Ángeles, que mostraron concentraciones de compuestos derivados del petróleo a niveles más elevados que los predecibles sólo a partir de fuentes de combustible fósil. Las concentraciones de etanol, por ejemplo, fueron cinco veces más altas de lo esperado. Y esos niveles aumentaban con el tiempo.
“Se pueden ver estas disminuciones realmente rápidas en las emisiones de los caños de escape”, afirmó Brian C. McDonald, científico del Instituto Cooperativo para Investigación en Ciencia Ambiental de la Universidad de Colorado, Boulder, que dirigió el estudio. “Tiene sentido comenzar a buscar otras fuentes, aun cuando pudieran estar creciendo en importancia relativa”.
La población usa mucho más combustible, por peso, que lociones y pinturas, pero McDonald y sus colegas hallaron una diferencia marcada acerca de qué cantidad de contaminantes provenientes de esos productos terminan en el aire. Sucede que la nafta “está almacenada en un tanque hermético, se quema para obtener energía y se convierte en su mayor parte en dióxido de carbono,” dijo Jessica B. Gilman, química investigadora en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, también involucrada en el estudio. Y esas emisiones no son los COV formadores de smog, aunque sí un impulsor importante del cambio climático.
“Pero los COV de los productos cotidianos (aunque más no sea una cucharadita o unas gotas de rocío), en su mayoría, son una clase de compuestos que finalmente terminarán en la atmósfera, donde pueden reaccionar y contribuir con la formación dañina de ozono y la formación de pequeñas partículas”, afirmó Gilman. Los investigadores encontraron que el 40% de los productos químicos agregados a los productos de consumo termina en el aire.
Para sus cálculos, los autores del estudio construyeron un modelo en computadora que simuló la calidad del aire en Los Ángeles, entrecruzando datos de la composición química de los bienes de consumo y las emisiones de los caños de escape. Así pudieron ver las huellas de los compuestos químicos provenientes de los productos para el cuidado personal y calcularon cuántos COV se liberaban de las pinturas y revestimientos dentro de los edificios. Cerca de la mitad de los COV en el aire de Los Ángeles podría atribuirse a los productos de consumo, según los autores.
A Ravi Ramalingam, de la Junta de Recursos del Aire de California, no lo sorprendieron las conclusiones. Dijo que su agencia estaba estudiando
la composición de unos 300.000 productos de consumo vendidos o utilizados en California, y los resultados preliminares también sugirieron que sus emisiones fueron más altas de lo
estimado previamente. “Aún estamos buscando oportunidades de reducir las emisiones de los productos de consumo”, agregó Ramalingam.
California regula las emisiones de productos de consumo desde fines de los ‘80 y las normas federales han sido adecuadas limitando las emisiones de los COV para varios productos, ccomo pinturas, barnices y lacas.
Los consumidores preocupados pueden verse tentados a cambiar por productos “naturales”, aunque los investigadores dicen que no es la panacea. Por ejemplo, unos compuestos llamados terpenos, que dan a los productos de limpieza un aroma a pino o cítrico, pueden producirse sintética o naturalmente . “De cualquier modo, una vez en la atmósfera, es increíblemente reactivo”, dijo Gilman. Hay decenas de miles de químicos en los productos de consumo, y los investigadores aún no han detectado qué cuáles participan más probablemente en la formación de ozono o de partículas PM2.5. “Esperamos que el público tome de esto que nuestras fuentes de energía y los productos de consumo diario están cambiando constantemente la composición de nuestra atmósfera”, afirmó Gilman.
Para los consumidores que buscan una solución más verde, McDonald ofreció un consejo. “Use lo menos po
sible del producto para realizar su tarea”, afirmó. ■
Por Hiroko Tabuchi y Kendra P. Louis. Traducción: Patricia Sar.