Un ancla para el dólar y pelea cuerpo a cuerpo por el clima económico
Los cambios que aplicó el Gobierno frente al dólar y a la pelea por la "sensación térmica" de la actividad económica llegaron en forma simultánea y están en plena evolución.
El dato más relevante lo aportó ayer el presidente Mauricio Macri con el sonoro: “Moreno les rompió la cabeza a muchos de esos tipos”, en lo que constituyó un claro aval a la polémica entre la empresa Arcor y el ministro del Producción, Francisco Cabrera, por el aumento de la importación de los tomates en lata.
Desde el arranque, Cabrera -con el aval de la Casa Rosada- fue duro al responder las quejas con aquel “dejen de llorar y salgan a invertir y competir”.
El entredicho cobra relevancia por tratarse de uno de los gigantes alimentarios del país que, además, se caracterizó por abrirse y competir a nivel mundial. Pero, evidentemente, el Gobierno quiso elegir a un grande para dar una pelea que genere eco en el sector industrial. Desde allí y lejos de querer disputas, el titular de la UIA, Miguel Acevedo dijo : “Yo no he salido a polemizar”.
La disputa por las importaciones, un clásico argentino, cobró relevancia porque, efectivamente, las de tomates se dispararon pero ese no parece ser el centro de la cuestión, por lo menos para el Gobierno que, entre otros instrumentos decidió habilitar el ingreso de productos como instrumento antinflacionario en estos meses duros en materia de aumentos de precios.
La salida al ruedo de Cabrera tiene que ver con el aumento de las importaciones (el Gobierno dice bien que responden en mayor medida a bienes de capital y reconoce que indumentaria y calzado están amenazados) pero también con la idea fuerza de dar vuel- ta una página que escribió su par de Hacienda, Nicolás Dujovne, cuando en España reconoció que se transitaba “el peor” momento de inflación del año. La baja del precio de los medicamentos que paga el PAMI es un ícono de la nueva etapa.
La pelea "cuerpo a cuerpo" tuvo otro capítulo en una nota de Rodrigo Pena en La Nación en contra de la postura del economista José Luis Espert en la que el secretario de Hacienda destacó el alto costo social que generaría hacer un ajuste fiscal por el equivalente a 15% del PBI como había propuesto Espert.
Más allá de los datos en los que Pena se apoya para justificar la estrategia gradualista extrema para terminar con el déficit fiscal en varios años, el tono y el rival elegido (un superortodoxo) dejaron en claro la estrategia oficial de salir a disputar el relato en materia econó- mica que, hasta ese momento, estaba dominado por la suba de las tarifas, los combustibles, la devaluación del peso y el impacto que todo eso tendría en la inflación del primer trimestre del año. Y no, en destacar la mejora de sectores a los que les va bien como el de autos o la construcción.
En este contexto el problema inflacionario recobró protagonismo ante el proceso de reacomodamiento en el que están algunas de las variables clave de la economía en el comienzo del año.
La decisión del 28 de diciembre de subir a 15% la meta inflacionaria para abrirle el camino a una baja de las tasas de interés y a una suba del dólar sigue derramando consecuencias sobre los mercados y esta semana se escribió un nuevo capítulo cuando el Banco Central salió al mercado a vender divisas para frenar una suba del dólar.
Con esa decisión se inauguró otra etapa dentro del esquema de flotación que nació libre, siguió con la intervención del Banco Nación y ahora con la del Central en lo que Martín Redrado, ex presidente del Central consideró de “flotación confusa” pero, de acuerdo a lo actuado por el Gobierno, tiene un objetivo claro.
En la Casa Rosada aseguran que no les preocupa la suba del dólar (el mayorista aumentó 18% en 90 días provocando una devaluación considerable del peso de 15,3%) pero sí tratarán de evitar las subas "vertiginosas" con lo que la “flotación confusa” habría llegado para quedarse.
En el mercado financiero sacan cuentas y valoran el dato de que el Gobierno evitará las subas abruptas de un dólar que en el circuito mayorista está en $ 20,26 y que viene recorriendo un camino alcista desde diciembre.
Creen que el Gobierno podría estar conforme con la devaluación que dejó un tipo de cambio menos favorable para la importación y que, de ahora en más, podría servir como “ancla” para atenuar las subas de precios ligados a la evolución del dólar.
Un dólar menos volátil, aunque no necesariamente más bajo, y cierta estabilidad, por debajo de 2,90% anual, de la tasa de los bonos del Tesoro de los EE.UU. a 10 años permitieron mejorar los precios de los bonos argentinos en las últimas semanas.
De persistir esa mejora- el Gobierno le prende una vela- el ministro de Finanzas, Luis Caputo, podría volver dentro de un mes a colocar bonos en el exterior y avanzar en el objetivo de llenar la caja para cubrir el déficit fiscal.
Pero los mercados aún no están lo suficientemente normalizados como para que la Argentina pueda conseguir fondos sin pagar mucho. Además, la colocación de deuda por US$ 45.000 millones del año pasado todavía estaría siendo digerida por algunos bancos de inversión que ahora ven en la incipiente recuperación económica brasileña como la nueva vedete financiera de la región a la que prestarle fondos. ■
La disputa con los empresarios arrancó por la lata de tomate y sigue ahora con los laboratorios por el precio de los medicamentos.