Clarín

El PSG de Neymar y los millones, golpeado por la grieta y otro fracaso

El proyecto de los qataríes no funciona. La Champions era el objetivo y otra vez quedó trunco. Y el vestuario no ayuda.

- Daniel Lagares dlagares@clarin.com

París Saint-Germain ganará la Ligue 1 con varias fechas de antelación. Eliminado de la Champions League, el PSG cerrará el año con un rotundo fracaso. El brasileño Neymar es el único ganador de la debacle. Ganador pírrico, con el vestuario dándole vuelta la cara y con el compromiso de ganar la Champions renovado para la próxima temporada. El proyecto de los qataríes propietari­os del club no cuaja. El futuro puede ser peor.

PSG tiene 60 puntos en el torneo francés. Le lleva 14 al Mónaco y quedan diez fechas. No es una utopía suponer que el título volverá al Parque de los Príncipes mucho antes de que concluya la Ligue 1. Torneo menor, como la Copa de Francia en la que también es favorito, para las aspiracion­es de los dueños.

Antes de la coronación del Mónaco en el curso anterior, PSG había enhebrado cuatro títulos al hilo. La interrupci­ón le impidió alcanzar los siete campeonato­s consecutiv­os de Lyon logrados desde 2001-02 a 200708 aunque el quinquenio actual es suficiente para establecer una hegemonía sin competidor­es en el ámbito local.

Sin embargo, las aspiracion­es de los propietari­os qataríes apuntan al dominio de Europa y que el éxito deportivo les dé un asiento a las mesas de las decisiones importante­s: primero la UEFA, luego la FIFA.

Así es como se entiende la contrataci­ón de Neymar, arrancado al Barcelona por los 222 millones de euros de la cláusula de rescisión, poco después de haberle pagado 180 millones al Mónaco por Mbappé. Vistas esas cifras, los 200 que Roman Abramovich desembolsó en 2003 para comprar el Chelsea, suenan a bicoca.

“Tenemos dinero para comprar a Messi y a Cristiano Ronaldo. Depende de que ellos quieran venir”, dijo Nasser Al Khelafi, el presidente del club francés manejado por la Qatar Sport Investimen­t (QSI), a su vez grupo inversor de Qatar Investimen­t Authority (QIA), fondo soberano que administra el petróleo y el gas del emirato.

Asegurada la organizaci­ón del Mundial 2022, el país del Golfo Pérsico apostó al fútbol como base de operacione­s para extenderse en el mundo occidental. Neymar, evaluado como el sucesor natural de Messi, encajaba perfectame­nte en la estrategia. Fueron por él a Cataluña y se lo llevaron.

Neymar llegó a París con atribucion­es plenipoten­ciarias y desde el primer día eso molestó al resto. Jugadores jerarquiza­dos que habían construido el moderno PSG eran meros súbditos de Neymar. El crack hacía y disponía, hace y dispone. Si quiere irse de vacaciones a Brasil, se va. Si quiere celebrar su cumpleaños en Río, se va. Elige cuándo y cómo, dónde y qué, sin rendir cuentas. Lo acunan algunos de sus compatriot­as del equipo (Dani Alves, Marquinhos), Las otras vacas sagradas no toleran el régimen especial aceptado por los dirigentes y soportado por el técnico Unai Emery quien será reemplazad­o antes o después de celebrar el título de la liga local.

Los argentinos Di María y Pastore, el uruguayo Cavani, el italiano Verratti, el local Rabiot, el alemán Draxler y hasta el jovencísim­o Mbappé más los jugadores con menos cartel recelan de las atribucion­es del astro. Aquella disputa inicial por rematar un penal entre Neymar y Cavani no fue sólo la puja por acreditars­e un gol más a las cuentas personales. Ahora se ve. Fue la grieta. Y la grieta quedó más expuesta con la lesión y la ausencia de Neymar en el partido de este martes.

Diego Torres escribió en El País que los “segundones” ansiaban hacer la “remontada” sin Neymar para enviar un mensaje al compañero resistido y a los dirigentes qataríes. Pero el Real Madrid fue demasiado y Neymar puede decir “sin mí, no hay milagro”.

Victoria fugaz, el año próximo Neymar volverá a ser el líder del París Saint Germain para asaltar la Champions League y su responsabi­lidad se multiplica­rá. Será sin Emery en el banco. Imposible saber cuántos de sus “compañeros” permanecer­án en el equipo.

Los sueños hegemónico­s de los qataríes por dominar los campos de juego y los escritorio­s deben esperar. Un año más, al menos. ■

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REUTERS Desangelad­o. Di María, aquí marcado por Kovacic, no pudo hacer olvidar al lesionado Neymar.

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