Clarín

Cuando hablar de salud mental libera hasta a las superestre­llas de la NBA

El jugador de Cleveland dijo que tuvo un ataque de pánico y la figura de Toronto convive con la depresión.

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Idolatrar a los deportista­s hace olvidar que son seres humanos expuestos a los mismos problemas que cualquiera. Humanizarl­os, entonces, ayuda a mostrar empatía con ellos y a darse cuenta de que son pares con mayor exposición. Y si una estrella confiesa una dura experienci­a personal, quizás ayude a que las personas “del montón” puedan encontrar la manera de manejar esa experienci­a.

Kevin Love y DeMar DeRozan, dos figuras de la NBA, hablaron de cómo es sufrir un ataque de pánico en pleno partido y de cómo convivir con la depresión y la importanci­a de cuidar la salud mental se potenció con sus valiosos testimonio­s.

Había comenzado el segundo tiempo del partido que Cleveland jugaba contra Atlanta y Love, compañero de LeBron James, comprendió enseguida que ese 5 de noviembre de 2017 no sería un día más. “Estaba estresado por problemas familiares, no dormía bien y pesaba la expectativ­a de la gente. En un tiempo muerto, sentí mi corazón latir mucho más rápido de lo normal y tuve problemas para respirar. Es difícil de describir, pero todo estaba girando, como si mi cerebro quisiera salir de mi cabeza. Y me fui corriendo al vestuario”, escribió Love en The Players Tribune.

“Era como si mi cuerpo me estuviese avisando que me estaba por morir. Terminé en el piso, acostado sobre mi espalda, tratando de conseguir algo de aire para respirar. El resto es todo borroso -agregó-. El ataque de pánico vino de la nada. Nunca había tenido uno. Desde ese día, casi todo lo que pienso sobre mi salud mental ha cambiado”.

¿Qué motivó a Love a contar su historia? “Decidí hablar después de leer los comentario­s de DeMar DeRozan sobre depresión. Pensé en todos los años que pasé con él en una cancha y nunca descifré que le pasara algo así”, confesó.

La estrella de Toronto escribió un tuit en el fin de semana del Juego de las Estrellas : “Esta depresión saca lo mejor de mí”. Y a fines de febrero amplió el tema en una nota en el Toronto Star: “Siempre he tenido esas noches. Siempre he sido así desde que era joven y creo que eso ha marcado mi forma de ser. Soy muy callado si no me conoces. Siempre me mantengo distante y de esta manera me enfrento a todo”.

Su infancia en Compton, suburbio difícil donde crecer, forjó su personalid­ad y lo llevó a convivir con su estado. “Tuve amigos que pensaba que estaban bien y pronto se convertían en drogadicto­s y no recordaban el ayer. Nunca tomé alcohol porque crecí viendo a gente tomar para suprimir lo que vivían”, contó DeRozan.

Y cerró sobre la depresión: “No importa cuan indestruct­ibles luzcamos. Esto es algo real. Al final todos somos humanos y por eso miro de la misma forma a todas las personas que se cruzan en mi camino”.

Love, en tanto, reflexionó sobre el tabú que tenía sobre hablar de salud mental: “Durante 29 años pensé que la salud mental era problema de otro. Nunca pensé que era para mí pedir ayuda o abrirme con alguien. Para mí era una forma de debilidad que podría corroer mi éxito deportivo o hacerme ver raro o diferente”.

Y cerró con un mensaje para quienes viven experienci­as similares: “Todos acarreamos cosas que duelen y que nos pueden lastimar si las mantenemos enterradas. No hablar de nuestro interior nos roba de conocernos realmente. No sos raro o diferente por exponer lo que te está pasando. Por el contrario, puede ser lo más importante que hagas. Para mí, fue exactament­e eso”. ■

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AP Caso I. Kevin Love habló de su ataque de pánico de noviembre.
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AP Caso II. DeMar DeRozan confesó que convive con la depresión.

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