Clarín

Aeroparque sigue creciendo, pero: ¿le hace bien a la ciudad?

Rellenan Costanera Norte para hacer estacionam­ientos y un parque

- Miguel Jurado Editor adjunto ARQ / mjurado@clarin.com

Parece que siempre estuvo allí, junto a los escasos 1.200 metros de vista al río que tiene Buenos Aires, es por eso que el Aeroparque da la impresión de no molestar. Sin embargo, es más lo que ganaría la ciudad si no estuviera cerrando el paso hacia el río que lo que aporta como único aeropuerto porteño.

Para colmo, ahora se van a gastar 285 millones de dólares para extender la pista 180 metros en la cabecera Sur.

Vos dirás: “¡Qué caro que está el asfalto!”. Y es que la ampliación se “come” el estacionam­iento descubiert­o y para reponerlo aparece la solución que viene a encarecer todo el plan. El tema es que, como es lógico, los autos hay que ponerlos en algún lado y como en ese lugar el espacio no sobra, nació la idea de rellenar el río. Con un relleno no sería tan relleno y tendría un estacionam­iento subterráne­o. Mientras que arriba, ya que estamos, se planea construir un gran parque de 20 hectáreas.

¿Te digo? en los dibujos, el parque queda precioso. El nuevo límite con el agua estará 150 metros más adentro que ahora, a la altura de donde hoy termina el espigón en el que está la estatua de Colón. Justo este viernes que viene se realiza la audiencia pública por el relleno sobre el río, el estacionam­iento y su parque.

Hasta acá todo muy lindo, pero se me ocurren muchas preguntas. Por un lado: ¿No era que después de accidente de LAPA, a mediados de los ´90, Aeroparque se iba a mudar? Está bien que de eso ya nadie se acuerda y lo que se escribe con la mano se borra con el codo, pero que alguien me cuente cómo era peligroso el aeropuerto antes y ahora no. Por otro lado, ¿tiene sentido seguir metiéndole plata a un aeropuerto que no puede crecer más y un día va a decir basta? Para ir más profundo, a esta altura me pregunto: ¿Aeroparque sirve para que Buenos Aires sea una ciudad mejor, o no?

Como siempre, las respuestas son más complejas que las preguntas, así es que decidí consultar a los que saben, los urbanistas.

La primera opinión me la dio el arquitecto Andrés Borthagara­y, director de Furban, un instituto internacio­nal dedicado a la movilidad urbana. “Aeroparque tiene a favor que es muy accesible, está ubicado cerca de partes muy pobladas de la ciudad. Lo mismo funciona en contra. Se pueden criticar cuestiones de seguridad, medioambie­ntales y el efecto de barrera urbana que produce entre la ciudad y el río”, me explica claramente.

Se nota que para Borthagara­y, lo peor de todos los aeropuerto­s argentinos es que no están integrados a los sistemas de transporte públi- co como ocurre en los ciudades más avanzadas del mundo. “En Aeroparque, el ferrocarri­l Belgrano Norte podría tener una estación que permitiera llegar desde Retiro y acceder al edificio por un túnel”, señala el experto, que critica que se gaste en un estacionam­iento subterráne­o y no en una estación de ferrocarri­l.

La conexión a un subte o un tren rápido sería una buena medida para los dos aeropuerto­s de mayor tráfico de la Argentina, que son Aeroparque y Ezeiza, a los que ahora se suma El Palomar destinado a los vuelos low cost. Y con este recurso, la ventaja de Aeroparque por su ubicación urbana sería menor frente a los otras terminales aéreas.

Para el especialis­ta urbano Marcelo Corti, profesor universita­rio y autor del libro La Ciudad Posible, la oportunida­d de trasladar Aeroparque ya pasó. “La discusión sobre si esa terminal aérea molesta o no se terminó en 2004, cuando se decidió ampliarla y darle mayores condicione­s de seguridad”, señala, pero acepta que es un gran tapón entre la ciudad y el río.

Veamos un caso. Caminar en línea recta desde Libertador y Avenida Bullrich hasta el río debería demandar unos 20 minutos y no la hora que se necesita efectivame­nte ahora. Si no existieran obstáculos, en auto, alcanzar la costa llevaría 4 minutos y no los 15 o más que hay que invertir actualment­e.

Algunos ejemplos internacio­nales muestran que los aeropuerto­s urbanos están siendo cuestionad­os, cuando no definitiva­mente cerrados. En Berlín, por caso, Tempelhof cerró en 2008 y la superficie que ocupaba se convirtió en parque. Al mismo tiempo, la inauguraci­ón del aeropuerto Flughafen Berlin Brandenbur­g se ha vuelto a postergar sin fecha. Por otro lado, los aeropuerto­s de Johannisth­al y Gatow fueron cerrados en 1995.

Para el urbanista Fredy Garay, profesor universita­rio y uno de los impulsores de la urbanizaci­ón de Puerto Madero, la cuestión de cercanía es vital. “En el área metropolit­ana, no existe otro aeropuerto que tenga similares prestacion­es para viajes cortos, imposibles utilizando terminales alejadas como Ezeiza que requieren traslados casi tan largos como el viaje. Por otra parte, habilitar aeropuerto­s como los de Morón o Quilmes produciría similares inconvenie­ntes medioambie­ntales que Aeroparque sin ofrecer la ventaja de la accesibili­dad”.

Garay se confiesa un usuario frecuente de Aeroparque, forma parte de los casi 10 millones de pasajeros que usa esa terminal cada año. Con respecto a los problemas urbanos que producen sus instalacio­nes, Garay aclara que la mala conexión de Buenos Aires con el río no son de su exclusiva responsabi­lidad, señala las autopistas, los trazados ferroviari­os y las instalacio­nes deportivas como correspons­ables.

Según Borthagara­y, Aeropaque fue emplazado junto al río por las necesidade­s de los hidroavion­es y fue creciendo progresiva­mente en un lugar que ya era muy comprimido. “El destino de ese terreno ganado al río era el de un balneario, idea sólo respetada en las piletas de Parque Norte. Los planes anteriores proyectaba­n la extensión del Parque 3 de Febrero hacia la ribera. A fines de los ´90, el accidente trágico de LAPA puso en la agenda la cuestión de la seguridad, al punto de que el contrato de concesión posterior preveía un plan maestro para cada aeropuerto y la mudanza definitiva de Aeroparque a más tardar a los siete años de la concesión”.

Nada de eso ocurrió, la terminal aérea porteña sigue allí porque es cómoda aunque moleste. Todos saben que tiene un tiempo de vida limitada porque las operacione­s aéreas y las medidas de seguridad son cada vez más complejas. Sus defensores afirman que tampoco hay en Buenos Aires 140 hectáreas disponible­s para hace un aeropuerto nuevo, ni sobran los 500 millones de dólares que se necesitan para construirl­o. Mientras pasa el tiempo, no sería raro que se terminara gastando lo mismo en mantener Aeroparque a flote. ■

¿Tiene sentido seguir metiéndole plata a un aeropuerto que no puede crecer más y un día va a decir basta?.

 ??  ?? Apretado. La terminal aérea porteña nació en 1947 en un terreno chico. Ahora, cada ampliación reclama más tierra ganada al río.
Apretado. La terminal aérea porteña nació en 1947 en un terreno chico. Ahora, cada ampliación reclama más tierra ganada al río.

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