Clarín

El arte y el oficio de un romántico de película

El cantante presentó su álbum “Songs of Cinema” y repasó gran parte de su repertorio melódico.

- Pablo Raimondi praimondi@clarin.com

"¡Te quiero Migueeeel!" Así, bien castellani­zado, sonó una voz masculina desde el fondo de la platea del Gran Rex, y despertó risas y aplausos entre las 2.300 personas que el lunes se entregaron al encanto de los hits románticos de Michael Bolton.

En este tipo de shows, la complicida­d/demagogia del espectador es casi un ritual, entre tema y tema. Y así como puede resultar ocurrente y divertida, también puede aburrir y cansar, cuando se hace rutina.

“¿Es una propuesta en serio? ¿Tan temprano?” “Yo también, donde sea que estés”, fueron algunas de las respuestas de manual con las que el cantautor de Connecticu­t se despachó ante las “ofertas” de matrimonio y amor incondicio­nal que recibía. Pero tras una serie de piropos, los cortó en seco y casi pegó una veintena de canciones. Ahí vamos.

Esta nueva visita de Bolton (en la misma sala que en 2016) tenía como excusa la presentaci­ón de Songs of Cinema, su disco tributo al cine, junto a su inoxidable cosecha de hits y una docena de covers que, con el paso de los años y el avance de la tecnología, parte de la audiencia descubrió que no eran autoría de Michael.

Así sonaron, enganchado­s, Stand by Me (Ben E. King), To Love Somebody (Bee Gees) y (Sittin’ on) Dock of the Bay (Otis Redding), para sacar una rápida conclusión: la voz de Bolton, con sus 65 años a cuestas, perdió algo de la potencia de antaño, pero no su nitidez. Cada palabra que pronuncia hace vibrar las fibras del recuerdo, donde aquella voz ronca o rasposa que interpretó lentos inmortales muta hacia una tonalidad más nasal, pero tan efectiva como en el pasado.

Su banda -batería, bajo, guitarra, piano, dos coristas- se completa con Jason Paterson Delaire, un saxofonist­a y tecladista que se convirtió en una de las figuras de la noche, sobre todo en el instrument­al que ejecutó luego de You and I, el cover de Michael Lington.

Antes de cada tema ajeno, Bolton se tomó un rato para citar a su autor; así lo hizo con Eddy Arnold y su You Don’t Know Me, o bien para contar que se sorprendió mucho cuando lo llamaron para ofrecerle formar parte de la banda de sonido del filme animado Hércules (1997), de la cual salió el tema Go the Distance, que ejecutó con maestría.

Pero Bolton sabe que tiene guardado un mazo de hits bajo su manga. Cual croupier rompecoraz­ones, repartió cartas melódicas con disímil resultado. Para Said I Loved You... But I Lied, las luces del escenario se tiñeron de rojo mientras la voz de Michael se perdía un tanto entre el coro femenino y la instrument­ación que por momentos llegó a opacarlo. Cosa que sucedió en How Am I Supossed To Live Without You, el lentazo de Laura Branigan que, según confesó Bolton en escena, fue la canción que lo llevó a la fama y lo colocó número 1, allá por 1989, cuando editó el exitoso Soul Provider.

Este crooner romántico tampoco olvidó a Marvin Gave & Tammi Te- rrell (con el tema Ain’t No Mountain High Enough), se despachó con una sólida versión de The Prayer (marca Celine Dion) y puso a la gente de pie luego de entonar una canción en italiano junto a la corista Sam Fly. Allí puso a prueba su registro más grave, de lo mejor de la velada, tal cual hizo en el álbum My Secret Passion, The Arias (1998) en homenaje a la lírica francesa e italiana.

La veta más rockera y salvaje del crooner llegó con doblete. Guitarra eléctrica colgada, para viajar a los orígenes del blues, con Sweet Home Chicago, el himno de Robert Johnson, para luego engarzarlo con Old Time Rock and Roll, el clásico de 1978 de Bob Seger & The Silver Bullet Band, que añeja en el disco Stranger in Town.

Entonces, fue hora de que Bolton apretase el puño junto a su gente. Por eso, entonó When a Man Loves a Woman entre las filas de asientos de la platea baja, rodeado de decenas de celulares que le apuntaban para eternizar el momento. Pero su voz se perdía en el eco del Gran Rex, y parecía una mueca hacia el himno de Percy Sledge. Luego, todo se ajustó con How Can We Be Lovers; allí Bolton demostró que tiene una gran banda por detrás, que lo asiste en forma efectiva y sin nada que reprochar.

Para el final, salió a la luz el disco Time, Love and Tenderness (1991) con la canción que da título al disco junto a un tema coescrito con Bob Dylan, Steel Bars, que cierra dicha placa. En estas dos interpreta­ciones -que cerraron la noche- Bolton demostró solidez y mantuvo la mesura de sus movimiento­s en escena. Pero, por sobre todo, una singular efectivida­d: la de un romántico que sigue pateando directo al corazón. ■

 ?? ROLANDO ANDRADE STRACUZZI ?? La misma intensidad. Aunque con algo menos de potencia, la voz de Bolton sigue encantando a sus fans.
ROLANDO ANDRADE STRACUZZI La misma intensidad. Aunque con algo menos de potencia, la voz de Bolton sigue encantando a sus fans.

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