“El sistema jubilatorio es un delirio arrastrado desde mitad del siglo XX”
Debemos aclarar algunos conceptos. ¿Qué es una jubilación? ¿Cuál es el concepto por el cual se abona? ¿Tienen algún fundamento ético las jubilaciones de privilegio? El beneficio jubilatorio no es una remuneración, en esta existe un trabajo o un servicio que la justifique y en la jubilación no hay ningún trabajo, tarea o servicio. Es una suma mensual de dinero que se paga para que el beneficiario, sin trabajar, pueda hacer frente a los gastos de una vida digna. Para ser merecedor deberá tener una determinada edad, cierta cantidad de años trabajados y los aportes suyos y de sus empleadores pagos. Los haberes así determinados serían actualizados por un índice de costo de vida de jubilados elaborado y publicado por el INDEC. Los aportes y contribuciones se destinan a pagar las jubilaciones actuales. No quedan acreditados a nombre de quién los realizó, como si fuese una inversión. Se gastan en el mismo mes que ingresan, se agotan, con lo cual no podrán utilizarse para pagar privilegios de ninguna naturaleza, no existen. Es el sistema de reparto. Estoy convencido que el Presidente ya ha advertido que el sistema jubilatorio es un delirio que se arrastra desde mitad del siglo XX. Jubilarse era ya por esos años un trámite penoso que duraba varios años, para finalmente acceder a sumas vergonzosas, como las actuales.
Las altas remuneraciones que cobran funcionarios de los tres Poderes corresponden a las altas responsabilidades que asumen. A partir del momento que terminan sus funciones, son ciudadanos y como tales gozan de todos los derechos respectivos, pero sin ningún privilegio y cobrarán un beneficio que cubra los gastos de una vida digna. Todos los jubilados tendrán derecho a la misma suma. No habrá, como ocurre hoy, jubilados pobres, dignos y de privilegio. Nuestra Constitución establece igual remuneración por igual tarea. En el caso de los jubilados, la tarea de todos ellos es igual a 0. Por lo tanto, el beneficio debiera ser igual para todos. ¿Cómo podemos concebir que una persona por haber sido, por ejemplo, senador de la Nación, tenga un reconocimiento de privilegio por los años de vida que le resten? El reconocimiento por la función desempeñada consistió en las remuneraciones percibidas y los honores del cargo. Una vez jubilado, no presta servicio que justifique una suma superior a la de los restantes jubilados. ¿Me pregunto si los aportes actuales de los privilegiados en actividad cubren las sumas a pagar a los jubilados de privilegio, cuya cantidad, por una mejor sobrevida tiende a aumentar? Si no alcanzaran, los privilegios son pagados parcialmente por los aportantes de bajas remuneraciones. ¿Es posible?
La nivelación que se deduce, es una Reparación Histórica que muchos jubilados fallecidos no alcanzaron a conocer. La situación actual del país no permite seguir arrastrando estos derroches injustos, irracionales, inmorales y muy onerosos. Artemio Simonetti artemiosimonetti@gmail.com