Antecedentes fallidos: hubo al menos tres planes que fracasaron
El último fue en el 94, cuando estalló la bomba en la AMIA. Los otros dos se remontan a los 70.
El 18 de julio de 1994, cincuenta policías estaban asignados para controlar el sector delimitado por las avenidas Jujuy, Pueyrredón, Del Libertador, Alem, Paseo Colón y Belgrano. El área era zona de exclusión de vehículos con patentes terminadas en 0 y 1 y ellos debían controlar el cumplimiento de la medida. No pudieron. A las 9.53 una bomba explotaba frente a la sede de la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas ( AMIA). Y todos, más cualquier oficial que hubiese en ese momento, corrieron al edificio de Pasteur 633.
La restricción se retrasó dos semanas y es el antecedente fallido más inmediato. Como el bloqueo que impondrá el Gobierno porteño desde el martes, perseguía la idea de organizar el ingreso de vehículos particulares a la Ciudad. Pero fue poco útil.
El entonces intendente Saúl Bouer fue quien implementó la medida. Unos 2.300.000 de autos transitaban por las calles porteñas. El sistema fracasó: sólo se logró una reducción del 2,6% de vehículos en el Microcentro, porque la veda sólo funcionaba para autos particulares y era muy difícil de controlar. La mitad no la cumplía y la otra tomaba taxis o remises o usaba otros autos para eludirla.
No fue la primera vez que se apuntó a este tipo de reglamentación. En marzo de 1974, tiempo en el que hubo un aumento importante en la cantidad de autos que circulaban, empezó un sistema que vedaba la entrada de autos según la patente entre las 6 y las 20. Y en junio de 1976 una ley de la dictadura elaboró un esquema de ingreso para cada día hábil, tomando también la numeración de la patente. Tampoco funcionó. ■