Emoción, bronca y desahogo: las sensaciones de Huracán
El recuerdo del ídolo Houseman, un insólito penal en contra y el 1-1 a través del también querido Montenegro.
Del recuerdo a la bronca. De la bronca al respiro. Los estados de ánimo de la gente de Huracán no descansan. De los aplausos para René Orlando Houseman, el ídolo eterno, a los insultos para Silvio Trucco, por ese insólito penal sancionado, y nuevamente a los aplausos para Daniel Rolfi Montengro, el referente presente. Entre tantas sensaciones, un empate al que no le faltaron emociones, especialmente en la parte final.
René Orlando Houseman, el Loco, el Hueso, está presente. Ahora y siempre. Está desde hace rato en la popular local, en el sector pegado al de Oscar Ringo Bonavena. Está presente en ese canto que es ya es un himno “Y chupe, chupe, chupe/no deje de chupar/El Loco es lo más grande del fútbol nacional...”, que cantan los hinchas de Huracán antes del inicio del partido, en sus seres queridos que se sumaron al homenaje, en ese minuto de silencio profundo, respetuoso, sentido de todo el pueblo quemero, de todo el Ducó. No hay propios que rompan irrespetuosamente esos 60 segundos. No hay ajenos, por las restricciones. No hubiesen desentonado. Todos admiraban y querían al extraordinario puntero derecho que el jueves 22 se transformó en inmortal.
Houseman está presente en ese aplauso a rabiar, infinito, en ese “Olé Olé, Loco, Loco”, exactamente en el minuto siete del partido. En el respeto de los jugadores de Banfield, que se suman a la breve pero necesaria interrupción. Está presente también en el homenaje a la nieta recuperada 126, Adriana Garnier Orolani, a quien la comisión directiva del Globo le entregó en el entretiempo una camiseta con ese número, a seis días de cumplirse un nuevo aniversario del comienzo de la dictadura más sangrienta. El Loco, alma villera, siempre se manifestó contra la dictadura, a favor de las Madres, de las Abuelas, de los pobres y de la memoria colectiva.
Sin embargo, ni en un día tan emotivo zafó Huracán del estigma de los fallos arbitrales. Se equivocó Silvio Trucco y los aplausos para el Loco se transformaron en insultos para el árbitro. Matheu y Bertolo disputaron la pelota en el área, el de Banfield cayó y Trucco pitó. “Yo lo conozco a Nico y sé que es de tirarse, por eso saco la pier- na. Ni lo toco, pero ya está”, contó Matheu después. “Escuchó un ruido, por eso sancionó. Pero si tengo que ser honesto, no era para cobrar penal”, reconoció Bertolo.
Con poca elaboración de juego y con muchos nervios por el fallo en contra, lo de Huracán fue muy pobre en la primera etapa. Banfield trabajó más la pelota, en especial cuando se juntaban Dátolo (el mejor del partido) y Bertolo (aunque intermitente).
Todavía no había hecho nada y la gente de Huracán lo aplaudió. Es que el Rolfi Montenegro es el último ídolo vigente. El jueves cumplió 39 años. Y lo festejó con un gol (zurdazo bajo al palo izquierdo de Arboleda, de reacción lenta) que calmó los nervios de los locales. Un respiro ante tanta adversidad. Pero además, el volante le
dio claridad al equipo de mitad de cancha hacia adelante y fue un buen socio para Pussetto y Toranzo.
Después del empate, si Huracán perdía el partido ya era por propia responsabilidad. Muchos desajustes en el fondo, demasiadas dudas. La visita generó varias situaciones, algunas no las supo resolver y en otras se encontró con buenas respuestas de Marcos Díaz. Pero el Globo también estuvo cerca de abrazar la victoria en los instantes finales. Lo tuvo Toranzo y se reivindicó Arboleda. Pateó el Rolfi, esta vez mal, y se fue por arriba del travesaño. Empezó y terminó a pura emoción. Con el duende del Loco Houseman flotando en el Ducó. ■