Clarín

Rinaldi, titular en las Eliminator­ias para San Marino y empleado de una fábrica de muebles

Es el tercer goleador de la Liga del país más pequeño de Europa y hace años que se ganó un lugar en su selecciona­do, mientras recibe y corta madera en el trabajo que lo ocupa durante el día.

- Cristian Gómez crgomez@clarin.com

Danilo Rinaldi es un muchacho de pueblo. Nacido hace 31 años en Conesa, cerca de San Nicolás, hoy su vida transcurre muy lejos. Hace diez años emigró a San Marino, donde se convirtió en el primer argentino en defender los colores de la Selección del país más pequeño de Europa. En el fútbol argentino, jugó en el club local Conesa Football Club, luego estuvo dos años y medio en las Inferiores de Chacarita –compartió pensión con Juan Manuel Insaurrald­e y se fue por problemas de dinero- y finalmente jugó seis meses en La Emilia (San Nicolás), donde lo dirigió Diego Osella. Una aventura de su primo, quien emigraba hacia San Marino para trabajar y jugar al rugby, hizo que Rinaldi lo acompañara en ese desafío. Ese viaje, que en un principio sólo era para probar suerte y trabajar con su primo, le cambió la vida. -¿Pensaste mucho la idea de irte a San Marino sin saber con qué te encontrarí­as?

-Estaba en La Emilia y se me terminaba el contrato en junio, justo el mes en el que mi primo iba a venirse a San Marino. Hablé en el club y decidí no continuar y probar suerte acá. Al principio lo tomé simplement­e como la aventura de irme a vivir con mi primo, trabajar y ver qué onda con el fútbol, porque no tenía pensado directamen­te venir a probar suerte en el fútbol. Los dos vivíamos juntos y, a través de un contacto en el rugby, me consiguió entrar en un club. Así que apenas llegué, me sumé al Virtus Acquaviva, donde jugué dos temporadas. -¿Qué te impactó del país apenas llegaste?

-Es hermoso, espectacul­ar. Cuando llegué, realmente no lo podía creer. Es un lugar que está en medio de las montañas y tiene sitios increíbles, como Las Tres Torres, que están en pie desde hace diez siglos y es el lugar turístico más importante del país. Eso sí, apenas aterricé me sentía raro porque no hablaba italiano y se me hacía difícil comunicarm­e.

El selecciona­do de San Marino, por coeficient­e UEFA, es el segundo peor del continente, debajo de Andorra y sólo sobre el de Kosovo. En el Grupo C de las Eliminator­ias europeas para Rusia 2018, Danilo jugó ocho de los diez partidos perdidos (seis como titular), en los que San Marino anotó sólo dos goles y recibió 51. A su vez, la liga también es una de las más débiles de Europa y se disputa durante sólo seis meses. En ese campeonato, Rinaldi se convirtió rápidament­e en la figura. Hoy es el tercer goleador, con 15 tantos convertido­s para el líder del Grupo A, La Fiorita, donde juega su sexta temporada.

“A diferencia del fútbol argentino, acá se juega con mucho más orden y táctica y sin tanta movilidad. Y los entrenamie­ntos son muy distintos a los de Argentina. Es que al vivir en una montaña, no hacemos tanto trabajo físico -explica-. Además, todas las canchas son de césped sintético, por el clima y sobre todo por la cantidad de nieve que hay”.

Su llegada a la Selección de San Marino se dio tan rápido que le costó mucho creerlo. “A los tres meses de haber pisado el país ya estaba debutando contra República Checa. Me acuerdo que en junio llegamos acá y en noviembre ya jugué un partido clasificat­orio para la Eurocopa 2012. Entré menos de cinco minutos y perdimos 3 a 0”, rememora.

-¿Cómo te nacionaliz­aste con tanta facilidad? -Uno de mis abuelos era de San Marino y se fue a vivir a la Argentina cuando era chico. Mi mamá, cuando yo vivía allá, me hizo los papeles para conseguir la ciudadanía. Eso me facilitó todo. Cuando me convocaron, sólo me hacía falta el pasaporte, que es indispensa­ble para jugar en la Selección. Por suerte, uno de los dirigentes del Virtus Acquaviva me hizo los trámites y tardé poco en empezar a jugar.

-Desde que estás en la Selección, ¿contra qué jugadores importante­s te tocó jugar y qué estadios visitaste?

“Jugamos dos veces contra Inglaterra en Wembley, la primera ante 87.000 personas. Fue una experienci­a única”.

-Desde que formo parte de la Selección me tocó vivir cosas únicas. Jugamos contra Inglaterra varias veces, dos de ellas en Wembley y la primera ante 87 mil personas. Fue una experienci­a única. Ahí es cuando te sentís jugador de fútbol de verdad. En el primer partido, me tocó enfrentar a Wayne Rooney y después cambiamos camisetas. En el partido de vuelta, vino a jugar Frank Lampard y también se la pedí. Después también enfrenté a República Checa cuando jugaban Pavel Nedved, Marek Jankulovsk­i, Tomas Rosicky y Petr Cech. También jugué contra Polonia en el estadio donde se disputó la final de la Eurocopa 2008 y ellos tenían a Robert Lewandoski. Es un monstruo.

La Selección de San Marino, apodada “La Serenissim­a” (el nombre completo del país es Serenissim­a Repubblica di San Marino), es una de las peores, no sólo del continente sino del mundo. A nivel oficial, nunca ganó un

partido. Su única victoria fue en un amistoso que se llevó 1 a 0 como local ante Liechtenst­ein el 28 de abril de 2004.

Con este currículum, se entiende por qué la mentalidad con la que salen a jugar los partidos es muy distinta a la habitual. Y así lo explica Rinaldi: “Cuando jugás contra los grandes de Europa, por ahí la idea con la que salís a la cancha es la de cubrir el arco lo más posible y en una que te queda tratar de convertir un gol. Hemos jugado partidos de igual a igual contra Estonia, Lituania y Moldavia, y los hemos perdido por un descuido o porque en los últimos quince minutos ellos aceleran un poquito más y capaz vos estuviste 70 minutos defendiend­o y no estás más lúcido con la mente y te convierten el gol”. -¿Qué fue lo más raro que te pasó jugando un partido para la Selección de San Marino?

-Cuando jugamos contra Polonia, por la clasificac­ión a la Eurocopa 2012, vino uno de los utileros y me dijo que me había guardado la camiseta con el número “10”. “Mirá que mañana vas de titular y ya les dije que te den la '10', que sos argentino y que tu ídolo es Maradona”, me comentaba. Y yo le decía: “Bueno, bueno”. Al otro día, cuando salimos a la cancha, ¡perdimos 10-0! Lewandoski hizo uno de los goles. Cuando vi al utilero después del partido, le dije: “Si me tengo que comer diez goles cada vez que voy a usar esta camiseta, no me la des más”.

Otra de las situacione­s raras que vivió Rinaldi no fue ni con un compañero ni con un rival, sino con un árbitro. “Estábamos jugando contra República Checa el año pasado, por el último partido de la clasificac­ión al Mun- dial de Rusia y a mí se me escapó una puteada

en castellano”, recuerda. El árbitro de ese partido –Alex Troleis- es brasileño y le entendió a la perfección el insulto. “No te expulso ahora porque están perdiendo; si no, te expulsaría”, cuenta entre risas que le dijo el juez.

Otra de las curiosidad­es que le ocurren con la Selección de San Marino es que antes de cada partido pide un permiso deportivo especial para ir a jugar. Ocurre que Danilo es empleado en una fábrica de muebles. Se encarga de recibir y cortar la madera con una máquina con la que le da forma, por ejemplo, a la cabecera de las camas. “Cuando jugamos, mis compañeros del trabajo me piden que les consiga alguna camiseta o me joden un poco, pero no es nada comparado a lo que se vive en Argentina”, avisa. El fútbol, en San Marino, queda claro que es semiprofes­ional. -¿Se pierden las costumbres argentinas?

-La verdad que no. A pesar de que con mi mujer (Magalí) y mi hijo (Vito) siempre nos juntamos con los chicos del club y sus familias, no se pierden las costumbres argentinas. Seguimos tomando mate, hacemos asado... Esas cosas no

se pierden nunca. -¿Resulta una aventura hacer un asado allá?

-Mirá, cuando llegamos con mi primo fue difícil hacerles entender el tema del asado, porque ellos cortan la carne de forma distinta a como lo hacemos nosotros. Cuando les pedíamos asado, ellos cortaban toda la costilla junta. No sacaban el vacío ni nada de eso. Con el tiempo, cuando agarramos confianza con el carnicero, nos hacía pasar atrás del mostrador y sacábamos todo el matambre del costillar y nos cobraba solamente dos euros con cincuenta. Después también tenía un amigo que me regalaba la molleja porque ellos la tiraban y yo decía: “¡Pero esto en Argentina sale fortuna!”.

Danilo Rinaldi tiene bien en claro qué es lo que quiere para su futuro. “Me gustaría ser técnico y ya estuve averiguand­o para hacer el curso acá -confiesa-. No sé si cuando deje de jugar en la Selección voy a seguir acá, pero me gustaría dirigir. Y si no se puede, volver a Argentina, al club de mi pueblo”.

 ??  ?? De paseo. Rinaldi posa en Las Tres Torres, el lugar turístico emblemátic­o de San Marino.
De paseo. Rinaldi posa en Las Tres Torres, el lugar turístico emblemátic­o de San Marino.
 ??  ?? Con la frente alta. Rinaldi se destaca en un fútbol semiprofes­ional como el de San Marino.
Con la frente alta. Rinaldi se destaca en un fútbol semiprofes­ional como el de San Marino.
 ??  ?? En familia. Danilo, bien abrigado junto a Magalí y Vito bajo la nieve que lo cubre todo..
En familia. Danilo, bien abrigado junto a Magalí y Vito bajo la nieve que lo cubre todo..
 ??  ?? Inolvidabl­e. El argentino no se olvida de cuando enfrentó a Inglaterra en Wembley.
Inolvidabl­e. El argentino no se olvida de cuando enfrentó a Inglaterra en Wembley.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina