El ranking es lo de menos
Todos los números menos ese, en definitiva, tarde o temprano quedan para las cuestiones estadísticas. Porque en el tenis, hablando apenas del ranking, permanece para siempre en la historia aquel que llegó al número 1 del mundo. Más: en realidad se queda sólo aquel que termina la temporada como número 1 del mundo. Hay matices, por suerte. Guillermo Vilas no fue el mejor de todos para la computadora; sin embargo, lo fue para el mundo del tenis. Y para los argentinos se convirtió en el inventor de un deporte que hoy practican más de 3 millones de personas en nuestro país.
Por eso, que Juan Martín Del Potro siga siendo el sexto tenista del mundo el lunes es irrelevante. Y además, ni siquiera es esa la mejor posición de su extraordinaria carrera. Por eso, lo mejor de todo es que Del Potro ratificó su re- greso a los primeros planos en este último mes de ensueño en el que enhebró dos títulos (un Masters 1000) y llegó a las semifinales de otro torneo de esa categoría.
Del Potro perdió contra un John Isner que, por juego y físico, se le parece. Y mucho. Y el estadounidense, con las armas del tandilense, se clasificó para jugar la final de mañana. Es decir: Isner sacó mejor que Del Potro e Isner le pegó de drive mejor que Del Potro. O, al menos, con una mayor potencia. Y eso agranda el valor de su inobjetable victoria.
Del Potro podrá seguir sumando puntos importantes en la temporada europea de canchas lentas que se viene. Es verdad que el polvo de ladrillo no es su mejor superficie. Pero uno de los mejores jugadores del mundo - excepto Roger Federer- no puede darse el lujo de dejar atrás torneos que son muy importantes para acumular más confianza, además de esos puntos. Lo del potencial número 1 llegará algún día. O no. Pero ese no debe ser su objetivo. Porque si lo fuera perdería el foco. Y tiraría por la borda todo lo muy bueno que viene haciendo. ■