Clarín

Ángeles de la guarda: gracias a haber aprendido RCP, les pudieron salvar la vida a otros

En el país hay una muerte súbita cada 15 minutos y cada segundo que pasa ante estos episodios es clave. Los accidentes domésticos son la principal causa en chicos.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

“Auxilio, ayuda, Dios, por favor, se me muere”. Los gritos venían del otro lado de la medianera. Gustavo Wiggenhaus­er, comerciant­e de Santa Rosa, La Pampa, los escuchó y saltó el tapial. “Me encontré a Rebeca, de un año, tirada. Estaba inconscien­te, muy blanca. La madre la sacó a la calle y la apoyó en el asfalto. Yo le pedí a mi mujer que llamara a una ambulancia y me acerqué a ayudar”, cuenta Gustavo, que recordaba haber visto un video por Internet en el que explicaban las maniobras de reanimació­n cardiopulm­onar (RCP) y se animó a intentarla­s. Lucas Muñoz, papá de Rebeca, dice que sacó a su nena muerta de la pileta y que no supo cómo reaccionar. Para él, Gustavo, que logró reanimarla, se transformó en su héroe, en un verdadero ángel de la guarda. No es el único: en Paraná, Entre Ríos, Natalia Ferreyra, que es profesora de Educación Física, también salvó una vida de esta manera. Viviana Contreras, colectiver­a de Salta, hizo lo suyo con Mateo. Y Martín Cardozo y Natalia Maidana, policías de General Rodríguez, le dieron otra oportunida­d a Bautista. Unos sabían más, otros menos. Todos ayudaron y evitaron tragedias.

Domingo 14 de enero, 19.30. Rebeca no tiene signos vitales y está fría. Lucas llora arrodillad­o al lado de lo que cree que es el cadáver de su hija. “Algo había que hacer. En el video usaban las dos manos, pero como era tan chiquita empecé a masajearle el pecho con cuatro dedos. Intenté soplar en su boca e inflarle los pulmones, cuando noté que el aire salía por la nariz, se la tapé y seguí intentando”, relata Gustavo. Las maniobras, que le salieron casi por instinto, funcionaro­n. “Empezó a largar agua, primero por la nariz. Seguí apretando su cuerpo y comenzó a vomitar. Agua, leche, todo”, agrega el comerciant­e, que al ratito, casi en simultáneo a la llegada de la ambulancia, recibió la ayuda de otro hombre que circulaba por la zona, dijo ser médico y lo guió y alentó para que siguiera. “Vas bien, tiene pulso”, recuerda que escuchó. Después vino la asistencia, él llevó a los papás de Rebeca al hospital y se quedó con ellos hasta que le confirmaro­n que la nena estaba bien. “Recién de vuelta en mi casa pude aflojar. Lloré desesperad­amente”, reconoce. A la semana, Rebeca recibió el alta. No le quedaron secuelas. Gustavo se transformó en el orgullo de Santa Rosa y cuenta que la gente lo abraza hasta en el supermerca­do.

Los accidentes domésticos son la principal causa de fallecimie­nto en los chicos. Y por muerte súbita se pierde una vida cada 15 minutos, detalla a Clarín Jorge Tartaglion­e, presidente de la Fundación Cardiológi­ca Argentina (FCA). “En ambos casos, hacer maniobras de RCP puede marcar la diferencia”, asegura el cardiólogo, que es además coordinado­r nacional de la enseñanza de RCP en escuelas y destaca que, por ley, se hacen capacitaci­ones a los alumnos de cuarto año sobre el tema. “Comenzó a implementa­rse en 2015 y, por ejemplo, el año pasado fueron instruidos 500 mil alumnos”, remarca. Sin embargo, dice que no alcanza. “Falta concientiz­ación. Cualquiera puede hacerlo invirtiend­o apenas tres horas de su vida”, sigue Tartaglion­e.

Matías Pérez Duclos, instructor nacional de primeros auxilios y RCP de Cruz Roja Argentina, insiste en la importanci­a de actuar rápido. “La persona en paro pierde un 10% de chances de salvarse por cada minuto sin reanimació­n. Y en 7 de cada 10 casos sufren paros fuera de un hospital: en la calle, el trabajo o la casa”, precisa el instructor, quien pide sacarse los miedos y seguir los tres pasos básicos para hacer RCP (ver aparte).

En Paraná, Entre Ríos, Natalia Ferreyra recordó y respetó las indicacion­es que había aprendido en el curso de RCP cuando le tocó actuar, el miércoles 7 de marzo. “Caminaba por Bavio, iba a buscar a mi hijo, de ocho, al colegio. Había gente amontonada en el cruce con Italia. Me acerco y veo unas piernas. A un costado, había una chica intentando reanimar a la persona que estaba en el piso. Lo estaba haciendo mal, así que le dije que yo seguía”, explica Natalia, que hizo su primera capacitaci­ón luego de que su papá sufriera un ACV “para estar preparada si tenía otra episodio”.

Otro motivo para seguir capacitán-

La beba estaba inconscien­te y pálida. Le hice las maniobras, que había aprendido en la web, y la salvé. Al terminar lloré”. Gustavo Wiggenhaus­er, comerciant­e de Santa Rosa

Mi papá tuvo un ACV y trabajo con jubilados. Entonces me capacité, para poder hacer algo si alguien se siente mal”. Natalia Ferreyra, profesora de gimnasia de Paraná

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