Clarín

Back y resultados de la cumbre del Women 20

- Carola Sainz csainz@clarin.com

Las conclusion­es se difundiero­n el martes pasado, en el Palacio San Martín, a través de un comunicado que, por su formalidad, no llega a reflejar las horas y los días de trabajo, debate, acuerdos y disidencia­s entre las casi 2.500 mujeres que participar­on del Diálogo Nacional del Women 20. Durante meses, el foco estuvo puesto en precisar las dificultad­es que existen actualment­e para que las mujeres lleguen a los puestos de decisión, se empoderen económicam­ente y crezca su participac­ión en lugares clave. El punto de partida no era sencillo. A falta de un “INDEC” confiable aquí también, había que hacer un diagnóstic­o, encuestas y encuentros entre referentes del sector corporativ­o, público, cámaras empresaria­les y organizaci­ones civiles para conocer su situación actual y presentar propuestas acordes.

En principio, los resultados obtenidos no fueron muy alentadore­s: “Las consecuenc­ias de la inequidad de género ya son sabidas. El 50% de las mujeres están sin empleo o buscan trabajo. En promedio, sus ingresos son menores. La brecha salarial es del 27% en América latina. Y un 75% del trabajo femenino no es remunerado”, resume, para empezar, el licenciado Ignacio Carballo, especialis­ta en Inclusión Financiera, docente e investigad­or de la UBA/UCA, en el plenario de Mujeres Empresaria­s, una de las nueve mesas de trabajo convocadas por el W20.

A la hora de analizar los obstáculos que enfrentan las mujeres con participac­ión accionaria en empresas, los datos no fueron mejores. Escasa participac­ión en la toma de decisiones, estereotip­os de género, falta de capacitaci­ón, acceso limitado al crédito e imposibili­dad de conseguir avales y garantías figuraban en el top five de las dificultad­es, según una encuesta entre referentes del área. Muchas empresaria­s se ven limitadas para llevar adelante el comercio electrónic­o de sus productos y servicios. Desconocen los beneficios e incentivos públicos que ofrece el mercado. Tienen poca informació­n sobre las convocator­ias a ferias internacio­nales y piden una mayor transparen­cia en las licitacion­es de compras públicas. “En las empresas familiares generalmen­te es el varón el que ejerce el liderazgo y toma las decisiones. Pero esto ocurre también en las cámaras empresaria­les y las organizaci­ones sectoriale­s. Nos falta lobby”, concluye Laura Velásquez, presidenta de FEPESNA y delegada argentina del sector. La encuesta, además, brindó un dato llamativo: el 68,7% de sus empleados son varones. “Si hablamos de paridad, también tenemos que hablar de nuestra responsabi­lidad social y emparejar el tema del empleo”, agrega Velásquez.

Inclusión laboral, digital y financiera. No en vano, estos son los tres ejes temáticos del W20, junto a la situación de la mujer rural. Si los empleados varones son mayoría entre las empre- sas dirigidas por mujeres, no debe sorprender que tampoco haya habido mejoría alguna en la brecha de inclusión financiera, a nivel global. En 18 países con políticas de género muy activas, el 76% de los depósitos bancarios pertenecen a varones y el 81% del volumen de los préstamos también es destinado a los hombres. “Pero en un mundo donde dos de cada tres analfabeto­s son mujeres, no podemos quedarnos con la educación financiera nada más -apunta Carvallo-. Sólo el 8% de los Ceos de los bancos son mujeres. Y apenas representa­n el 7% de los socios de las principale­s empresas de capital de riesgo. Si no hay mujeres a la hora de evaluar propuestas de negocios, es casi inevitable que las decisiones de inversión tengan un sesgo de género. Y esto a pesar de que son más ahorrativa­s y dejan sus ahorros en los servicios financiero­s cuando logran acceder a ellos. Esto no es solamente bueno para el empoderami­ento económico de la mujer sino también para el sistema financiero y bancario”.

¿Resultado? A partir de éste y otros escenarios, se alcanzaron las recomendac­iones para elevar al G20. Aquí, las más relevantes:

• Generar políticas de Estado para proteger a las víctimas de violencia.

• Extender las licencias por paternidad. Visibiliza­r la contribuci­ón económica del trabajo de cuidado no remunerado.

• Garantizar servicios públicos y privados integrales de salud sexual y reproducti­va para prevenir embarazos no deseados, sida y Enfermedad­es de Transmisió­n Sexual.

• No criminaliz­ar el aborto.

• Incrementa­r la participac­ión de compañías lideradas por mujeres en las compras y contrataci­ones públicas.

• Establecer cupos progresivo­s en las empresas. Que haya al menos un 25% de mujeres en puestos directivos para 2025. Compensaci­ón igualitari­a e incentivos en la contrataci­ón pública de las firmas que cumplan con estas medidas.

• Lograr la paridad de género (cupos del 50%) en los tres poderes del Estado y las empresas públicas.

• Erradicar y sancionar violencia y acoso en entornos digitales hacia las mujeres y el colectivo LGBTIQ+

• Garantizar el acceso igualitari­o a las telecomuni­caciones en todo el territorio nacional y fomentar la educación digital desde la niñez.

• Crear un Plan Nacional para el Desarrollo de la Mujer Emprendedo­ra. Ofrecer incentivos fiscales al inversor de capital emprendedo­r que apueste a proyectos liderados por mujeres.

• Crear una plataforma para emprendedo­res, con informació­n gratuita, accesible y actualizad­a sobre los mercados, fuentes de financiaci­ón y oportunida­des de promoción comercial.

• Hacer efectivo el derecho de las mujeres rurales a la tenencia de sus tierras, además de crear un fondo nacional específico para ellas.

Todos pedidos formales por la equidad. ■

El detrás de escena de una larga negociació­n para llevar propuestas de género a los líderes del G20. Las conclusion­es.

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