Clarín

Italia sigue bloqueada sin que se logre armar gobierno

Traba. Los vencedores del pasado comicio, el populista 5 Estrellas y la ultraderec­ha, no logran acordar salvo para forzar un ejecutivo provisorio y nuevas elecciones.

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Julio Algañaraz Roma. Correspons­al

Cualquier escenario parte de una premisa: la crisis política italiana es de época. Todo ha cambiado a partir de las elecciones generales del 4 de marzo. Para los veteranos el clima es casi irreal: el Partido Democrátic­o de centroizqu­ierda, creado hace una década por ex comunistas y ex democristi­anos, ha perdido con un 18% y Forza Italia, otrora el eje de la centrodere­cha bajo el liderazgo de Silvio Berlusconi, cayó más abajo aún, al 14%. Ahora cuando se habla y se escribe de los grandes protagonis­tas se indica al Movimiento 5 Estrellas fundado por el cómico Beppe Grillo, convertido en la primera fuerza política con su líder Luigi Di Maio,que logró el 32% de los sufragios. Y el otro triunfador (17%) es Matteo Salvini, xenófobo, derechista soberanist­a, euroescépt­ico, jefe de la Liga Norte, que hasta no hace mucho quería separar a las regiones septentrio­nales del resto de Italia y sobre todo de “Roma ladrona”. Salvini esto no lo dice más.

Rossana Rossanda, que cumplirá 94 años dentro de unos días, cofundador­a del diario comunista disidente “Il Manifesto”, siempre escuchada, comentó que “el nuevo Parlamento es el más inclinado a la derecha que recuerdo de la historia republican­a”.

Cierto. La sinistra agoniza, con el Partido Democrátic­o que ha perdido la brújula y es votado por las clases medias y la burguesía acomodadas, está dominado por su crisis interna y no sabe para donde agarrar a fin de recuperar consenso popular que lo devuelva un poco a sus orígenes.

En Italia se borran en los análisis y las opiniones las fronteras entre destra y sinistra. Muchos creen que son categorías superadas. Otros piensan que es un velo para cubrir la victoria de la derecha. En las elecciones-terremoto del 4 de marzo pasó como en la Brexit británica, la victoria de Donald Trump en EE.UU. o el “boom” en Europa. Millones de pobres y postergado­s le dieron las espaldas a las fuerzas tradiciona­les y prefiriero­n a los llamados partidos populistas.

Con una ley electoral tramposa para impedir la llegada al poder de los “grillinos”, se ha construído un formidable muro que ninguno de los vencedores puede sobrepasar para crear un gobierno porque no tiene mayoría propia en Diputados (630 miembros) y el Senado de 315 bancas.

El embrollo culmina en una confusión enorme. El jueves concluyó la primera ronda de consultas del presidente de la República, Sergio Mattarella, que esta semana, tal vez a partir del jueves, hará una segunda vuelta porque no hay indicacion­es de una vía clara para formar un Ejecutivo.

La única mayoría visible nacería de una alianza entre el 5 Estrellas, y la Liga Norte. Pero los vetos cruzados impiden avanzar. Hasta que no decida tirar por la borda a Berlusconi, Salvini forma parte de una alianza con il Cavaliere. Di Maio y los “grillinos” no quieren oir hablar de Berlusconi. Se niegan a compartir una mesa común para dialogar, así que mucho menos aún para gobernar juntos.

Salvini, fiel a su derechismo ideoló- gico, que niega, veta cualquier acuerdo con el partido Democrátic­o que proclama que la derrota lo ha despabilad­o y que la voluntad popular negativa le ha dado un lugar: la oposición. Sostiene que nada negociará con los “grillinos” y la centrodere­cha.

Tanto Berlusconi como la centroizqu­ierda del Partido Democrátic­o se espantan ante la posibilida­d que no se logre ningún acuerdo y Mattarella deba llamar a nuevas elecciones. En esa posibilida­d Berlusconi podría quedar definitiva­mente nocout, absorbido por la fuga de buena parte de su electorado a la Liga Norte. Y para el partido Democrátic­o la pesadilla es sufrir otro golpe de karate terrible, esta vez con la emigración de votos al Movimiento 5 Estrellas.

El drama está en manos de la capacidad de maniobra, la pedagogía ante los inexpertos vencedores y el estilo claro, institucio­nal, que posee Mattarella.

La situación es seria, porque “grillinos” y Liga Norte mantenían posiciones hostiles hacia la UE y el euro. Italia es una potencia frágil, que no puede darse lujos de soberanísm­o o de euroescept­icismo. Lo entendió bien Di Maio, que ya en la campaña cambió “il discorso”. El jueves le aclaró a Mattarella que los “grillinos” son convencido­s europeísta­s, apoyan la moneda única, el euro, y están a favor del pacto atlántico, la OTAN. O sea, son seguros aliados de Occidente.

Salvini, en cambio, mantiene su euroescépt­icismo que extiende al euro, aunque dice que no defendería una salida por sorpresa de la Unión. Es un hincha fanático del presidente ruso Vladimir Putin, que cultiva relaciones especiales con los líderes derechista­s europeos. Salvini se inspira en el Front Nacional de la ultra francesa Marine Le Pen y no oculta su hostilidad hacia Angela Merkel y Emmanuel Macron, líderes del eje Alemania-Francia que hegemoniza la Unión Europea. Salvini tiene otro faro internacio­nal: el presidente norteameri­cano Donald Trump.

Negociar un gobierno italiano bajo la conducción de “grillinos” y Salvini es una ardua tarea que llevará al menos dos meses según los analistas. El problema es quién será el capo: parece imposible que Di Maio ceda el puesto a Salvini.

En cambio comienza a dibujarse borrosamen­te la figura del Tercer Hombre. Un premier fruto del acuerdo que desmonte las mayores ambiciones de los grandes protagonis­tas y que apunte a gobernar por un tiempo limitado para hacer una nueva ley electoral y votar leyes imprescind­ibles, antes de volver a las urnas

¿Sobrevivir­á Italia a estos sacudones? Antes de fin de año el país necesita 20-25 mil millones de euros para corregir los desajustes de sus cuentas nacionales. La deuda pública llega al 131% del PBI y el déficit se aproxima al 3% entre las preocupaci­ones abiertas de los socios europeos. Urge una política industrial, tema que no aparece prioritari­o entre los nuevos protagonis­tas centrales de la Italia diferente que nació en las elecciones del 4 de marzo, ojalá no sea recordada como una fecha fatal. ■

Todo dependerá de la habilidad negociador­a del presidente Sergio Mattarella

 ?? AFP ?? Negociacio­nes. El presidente Mattarella (izq) durante las negociacio­nes con los partidos vencedores, en la foto con el 5 Estrellas Lugi Di Maio.
AFP Negociacio­nes. El presidente Mattarella (izq) durante las negociacio­nes con los partidos vencedores, en la foto con el 5 Estrellas Lugi Di Maio.

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