Clarín

Con esperanza y cierto recelo, los cubanos se preparan para el recambio generacion­al

Reemplazo. Ocurrirá el 19 con la salida de Raúl Castro, y es el primer gran cambio en casi seis décadas.

- AFP LA HABANA.

Desde la inmensidad de los campos de tabaco, pasando por el mar Caribe y la diáspora de Florida, los cubanos se preparan para vivir el primer relevo generacion­al en la isla en casi 60 años. La expectativ­a es mucha, y justificad­a si se tiene en cuenta los cambios que se necesitan para sacar a la isla del letargo económico.

“Lo que se ha logrado, no se puede perder”, dicen los más viejos. “Lo fundamenta­l es la economía, el salario que no da”, afirman los jóvenes. Mientras otros, profundame­nte caribeños, sólo quieren “que Cuba siga siendo el país de la música”.

Tras 48 años de poder de Fidel Castro, fallecido en 2016, su hermano Raúl dejará la presidenci­a el 19 de abril, luego de liderar por una década una moderada apertura económica. Lo cierto es que por primera vez en más de medio siglo, un Castro no estará al frente del poder.

“Ya han pasado muchas generacion­es desde que triunfó la revolución (de 1959), son personas de otro tiempo”, lanza Hayla Torres, estudiante de Comunicaci­ón. “La sociedad está pidiendo cambio”, sentencia esta joven de 19 años, natural de Matanzas, que lleva una camiseta del Real Madrid atada a su cintura.

Hijo de campesinos pobres a los que Fidel entregó una parcela de tierra para que la trabajaran, Fernando Hernández ha pasado casi 40 de sus 50 años trabajando en los campos de Vuelta Abajo, donde se planta el mejor tabaco del mundo, en la provincia de Pinar del Río. “El tabacalero en estos tiempos, después de la revolución, es un beneficiad­o”, reconoce este campesino, pero se queja de la falta de equipos para trabajar. El nuevo gobierno debe “poner un poquito más la mano en los recursos”, porque así “habría un poquito más de producción”, dice.

Hernández está convencido de que el actual número dos de Cuba, Miguel Díaz-Canel, de 57 años, será el sustituto de Raúl, porque es “una gente que está preparada”. No obstante, apuesta por el control de la vieja guardia. “Esos viejos tienen que estar ahí, aunque estén retirados tienen que estar mirando al nuevo”, porque “lo que se ha logrado, no se puede perder”.

Esmérido Morales, de 45 años, renunció a su empleo en una empresa de limpieza pública en la provincia de Matanzas, al este de La Habana, porque el salario no le alcanzaba para mantener a su familia. Ahora es pescador. “El problema es que los dirigentes hablan muchas cosas aquí en Cuba. Todo es lindo, es bonito hablarlo, pero lo que queremos nosotros es que hagan, no que hablen”, declara este mulato macizo y crítico del sistema indirecto de elección del presidente que rige en la isla. “Hay que darle un chance a la juventud, porque todo no puede ser así: ‘tú vas a ser el presidente’. Que lo diga el pueblo”, insiste.

Morales confía en Díaz-Canel, una “persona estudiada” y que “tiene más chispa que Raúl”, pero subraya que “lo fundamenta­l es la economía, el salario que no da”. El salario estatal mensual en la isla ronda los 30 dólares.

Con 57 años, Lázaro Bernal vive orgulloso de

“Ya han pasado muchas generacion­es desde que triunfó la revolución; son personas de otro tiempo. La sociedad está pidiendo cambios”, dice Hayla, de 19 años.

haber nacido y de trabajar como músico callejero en Cienfuegos, la tierra del “Bárbaro del ritmo” Benny Moré, en el centro-sur de Cuba. “La expectativ­a que tengo es que el nuevo gobierno siga haciendo revolución en Cuba, como lo ha dicho Raúl Castro, y lo ha dicho nuestro comandante Fidel Castro”, asegura este juglar. “Como cubano, espero para el próximo gobierno que haya mejores desenvolvi­mientos (mejoría económica)” y “que Cuba siga siendo el país de la música”, completa.

Luis Orlando, estudiante de Cultura Física, es más crítico en lo que respecta a la economía de la isla. “Entiendo que tenemos que abrirnos más a otros países, comerciali­zar más nosotros y abrirnos a otras esferas y dejar los pensamient­os antiguos atrás para hacer una Cuba lo mejor posible”, resume este fanático del fútbol.

Lisset Suárez, de 29 años, agradece la formación como bailarina de danza contemporá­nea que recibió en su natal provincia de Ciego de Ávila (centro) y que le ha permitido llevar su talento al extranjero. “Como yo, muchos pensaron que con el recto de nuestro Raúl Castro las cosas como que no iban a funcionar”, pero “en estos diez años de gobierno creo que hubo un poquito más de avance”, reflexiona esta espigada joven, en plena preparació­n para una gira por China. Sin embargo, resalta que “necesitamo­s mucha mejoría en transporte, vivienda y alimentaci­ón, que está perdida (escasa) y muy cara”. “Espero que, de verdad, le den soluciones a los problemas. No que todo se quede ahí detrás del buró”, concluye Lisset.

Maité Cruz tiene 22 años y cursa el quinto de la carrera de Economía en la Universida­d de La Habana. Tan pronto defienda su tesis, esta joven delgada y conversado­ra hará un diplomado en Relaciones Internacio­nales. Cree que el nuevo gobierno debe escuchar más a los jóvenes porque a veces “no se les tiene en cuenta”. “Los académicos estamos en eso, estudiando qué podemos hacer”, apunta. Maité hace hincapié en un tema polémico. Quiere que continué el trabajo privado porque, según dice, “es un motor impulsor” de la economía local. Su expansión, aclara, se ha visto limitada bajo el gobierno de Raúl Castro por “errores administra­tivos y organizati­vos”.

En la historia reciente de Cuba siempre habrá un emigrado. Giovanni Bessada tiene 30 años y hace dos y medio que partió a Estados Unidos con su esposa mexicana. Es electricis­ta naval, pero trabaja como mesero en Havana 1957, un bar emblemátic­o de Miami Beach, en Florida. Cuba “es un barco a la deriva”. “No se trata de cambiar el presidente”, sino de “poner nuevas personas dirigiendo el país para poder reparar todo el desastre, porque en Cuba nada funciona”, dice, enojado. “En Cuba puedes estudiar pero todo está limitado, tienes un freno en todo lo que quieres hacer. La peor pobreza que puede haber es la pobreza de sueños y de alma”, agrega Giovanni.

Juana Ríos lleva 30 años leyéndole las cartas a los turistas en La Plaza de la Catedral de La Habana. Siempre vestida de blanco, con sus collares de santería, una flor roja en la cabeza y un puro en la boca. Después del 19 de abril habrá en Cuba “paz, unión y tranquilid­ad”, lanza la adivina. Y remata: “Es lo que dicen las cartas”. También “un poco de estancamie­nto, pero de eso se sale”, alerta esta mujer negra de 75 años. “Vienen otros apellidos, pero espero que el que entre, tenga las mismas ideas que Raúl”, remata como ferviente fidelista. ■

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AFP Enroque. Raúl Castro (86) sería reemplazad­o por el segundo en el mando, Miguel Díaz-Canel (57), aunque seguiría como titular del PC .

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