Abuso sexual contra niños: detectan 5 casos por día, pero es el delito menos denunciado
En los últimos 15 meses fueron abusados 2.094 niños, niñas y adolescentes en todo el país, según datos oficiales. Pero los expertos creen que las víctimas son muchas más. Y que la mayoría no lo revela por el miedo que les tienen a sus abusadores.
El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes es una de las peores formas de violencia contra la niñez y la adolescencia. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cinco mujeres y uno de cada trece varones han sufrido abusos sexuales en la infancia. En Argentina, las estadísticas del Ministerio de Justicia muestran que en los últimos quince meses hubo 2.094 niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual. Los especialistas aseguran que esos números representan una ínfima parte de lo que sucede en la realidad.
Hace dos semanas que el país se indigna por los abusos contra chicos en Independiente y River. Y a medida que pasan los días las denuncias aumentan. En el club de Avellaneda se confirmaron 9 chicos de las inferiores abusados, y ya hay cinco hombres detenidos. La violencia sexual tiene muchas formas: la violación, el tocamiento, el acoso, el exhibicionismo, la explotación, el grooming, la pornografía forzada, la explotación, la facilitación a la corrupción.
Lo cierto es que la mayor cantidad de abusos contra niños y niñas ocurre en la propia casa: siete de cada diez abusadores son los padres, los padrastros, los tíos y los abuelos. Además, el 99% son varones. Y 7 de cada 10 víctimas menores de 18 años son niñas (el 38%, tiene menos de 11 años). Son datos de la Línea Nacional Contra el Abuso Sexual Infantil (0800-222-1717).
“El abuso es una de las formas más tremendas de violencia hacia la infancia, pero los chicos tienen miedo de hablar porque son niños, porque se los juzga, por temor a las represalias, porque sienten culpa y vergüenza”, dice María Angeles Misuraca, oficial de Protección y Acceso a la Justicia de Unicef.
“Cada vez recibimos más llamados, pero sigue siendo una porción milimétrica de lo que pasa. Hay miles de casos silenciados por complicidad familiar, vergüenza y culpa”, explica Eva Giberti, del Programa Las Víctimas Contra las Violencias del Ministerio de Justicia.
“Estos delitos son una cifra negra, y al no haber cifras se invisibiliza el tema. Simbólicamente, es de lo que la sociedad no quiere hacerse cargo - opina la abogada Norma Chiapparrone-. De los pocos casos que son denunciados, un pocentaje mínimo tiene proceso judicial y llega a una sentencia. La Justicia conservadora y machista no toma en cuenta las violencias que hay contra los niños y las niñas. Sigue operando un manto de oscuridad cómplice que convalida el altísimo grado de impunidad que hay en los abusos contra la infancia”.
“No hay denuncias por la máxima asimetría del crimen en sí: la víctima es un niño enfrentado a alguien con un poder extraordinario sobre él, como puede ser su padre o su maestro. Por eso la cifra negra es tan negra, por eso la imposibilidad de la denuncia - asegura Carlos Rozanski, ex juez y
miembro Fundador de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infanto Juvenil-. Antes se decía que los chicos mentían. Cuando ese argumento ya no sirvió se empezó a desacreditar a las madres que acompañaban a sus hijos en las denuncias. Las madres protectoras son desactivadas sistemáticamente de las maneras más burdas por un sistema judicial penosamente machista”.
Rozanski habla del
Síndrome de Alienación Parental (SAP), un instrumento que usan los padres acusados de abuso para desprestigiar a las madres.
Según Richard Gardner (un psicoanalista estadounidense que se suicidó), estas madres les “lavan la cabeza” a los chicos para que inventen los abusos. Este síndrome no es reconocido en ningún manual de enfermedades mentales del mundo. “El SAP es una vergüenza. Los chicos no mienten, sus dibujos son clarísimos. Y las madres que los acompañan a denunciar son tratadas de locas, de mentirosas”, se indigna Giberti.
“El subregistro es enorme porque la mayoría de los abusos son intrafamiliares. Para una nena abusada por su padre, que tal vez la llena de regalos y la trata de princesa, es una situación ambivalente. Después puede que este padre, para conseguir su silencio, pase a las amenazas, como que si habla va a matar a la mamá”, explica Marcela Rodríguez, del Programa de Asesoramiento y Patrocinio para las Víctimas del Delito de Trata de Personas de la Defensoría General de la Nación.
“El incesto es el abuso que más graves consecuencias provoca. Y a mayor cercanía emocional entre la víctima y el abusador, más devastador”, dice Rodríguez, y asegura que el abuso sexual en la infancia funciona como “campo de reclutamiento para la trata de personas, porque las víctimas más vulnerables para captar son las que ya han sido abusadas, victimizadas”.
Hoy, si alguien se entera que un niño fue abusado, puede hacer la denuncia, pero si no es ratificada por padres o tutores la causa se archiva y el Estado se desentiende. Diputados aprobó el año pasado un proyecto para modificar el Código Penal para que estos delitos pasen a ser de instancia pública. Resta tratarse en el Senado.
“Es importante que este delito sea de instancia pública para que el Estado pueda intervenir y garantizar los derechos de los niños. Es una manera de darle más herramientas a la Justicia. Hay pocas denuncias y de las que hay, se estima que sólo una de cada diez avanza -explica Hernán Monath, especialista en Protección de derechos de Unicef-. Los casos del fútbol muestran que los varones también pueden ser víctimas, que es necesario protegerlos, que las instituciones son responsables y que los organismos de niñez tienen la obligación de garantizar sus derechos. En Argentina está la Ley Nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Hay que aplicarla”.