Clarín

Juan Maldacena, íntimo “Me niego a pensar que mi motivación sea ganar un Nobel”

Qué piensa, cómo se formó y cómo vive el científico argentino más importante del momento.

- Gretel Gaffoglio sociedad@clarin.com

La mañana del 22 de septiembre de 1998, los padres de Juan Martín Maldacena, iluminado físico-teórico argentino, supieron que su hijo había triunfado. Sentados en un bar de Boston, EE.UU., abrieron The New York Times y debajo de su foto en grande, leyeron un artículo de tres páginas. Carmen (74), su madre traductora, leía en voz alta y le traducía al marido. Al concluir, alzó la vista y vió que Luis (80), un ingeniero resolutivo, que construye e instala ascensores, lloraba como un niño. “La Conjetura Maldacena”, de 1997, era una noticia global. Su hijo la había esbozado en solitario, con 29 años, y acababa de cruzar un umbral hacia al Olimpo de los genios de la ciencia.

Veinte años después, recibiría la Medalla Lorentz otorgada por la Real Academia de las Artes y Ciencias de los Países Bajos por haber hallado una relación fundamenta­l entre la teoría cuántica de campos y la gravedad cuántica, y por su contribuci­ón a la comprensió­n de la física cuántica de los agujeros negros.

Lejos quedaron las tempranas frustracio­nes de su padre, amante del básquet y del tenis, cuando corrió ilusionado a la casa de deportes a comprarle una raqueta. El deporte no era para Juan Martín y su padre lo supo enseguida. Prefería jugar con Rastis y Mecanos. Armar estructura­s, estudiarla­s, desarmarla­s y rearmarlas. “Siempre se interesó por el funcionami­ento de las cosas. Corría detrás de mí cuando se rompía la heladera o el auto y me preguntaba cómo funcionaba­n. Mis respuestas lo inducían a la reflexión: no le interesaba ajustar la tuerca o sostener el motor mientras yo lo reparaba, sino descifrar su funcionami­ento”, cuenta Luis. “Siempre buscó validar lo que todos decían que estaba bien, sino no se convencía. Ese es un rasgo propio que tiene desde chiquito”, enfatiza Luis.

Juan Martín Maldacena (49) se crió en Caballito, junto a sus dos hermanas menores, Anabella (46) y Eleonora (44). Cursó la primaria en el La Salle. “Era buen alumno, pero no brillante y era desprolijo en sus cuadernos. Hacía sus tareas en la escuela y a las apuradas”, cuenta su madre. Y relata que una vez los curas la convocaron al colegio:

–Señora, temo comunicarl­e que su hijo fue observado porque conversa demasiado en clase. –Permítame decirle, señor director, que lo que me dice me pone muy contenta.

Es que Juan Martín “fue un chico introverti­do y tímido. Buscaba siempre amigos conversado­res para no tener que hablar él”, dice su madre. Clarín lo comprueba. En una charla telefónica, Maldacena responde desde Princeton. Lo hace fiel a su estilo, de forma escueta y matemática. Busca un núcleo capaz de sintetizar una verdad y lo esboza como si fuera el resultado de una fórmula. Se muestra muy cordial, parece ser un hombre sencillo y humilde. Pero hay un momento en que se enciende. Es cuando le preguntan sobre física.

Clarín tuvo que recurrir una y otra vez a las repregunta­s por mail y por WhatsApp para poder delinear un perfil. Y llamar a sus padres para completarl­o. Cursó la secundaria pupilo en el Liceo Militar San Martín. Sus padres querían una buena formación académica, pero también influirle los valores de Dios, Patria y Hogar castrenses.

Marchar, llevar el paso, ir en línea, todo eso no era su fuerte. Pero se graduó. Allí también cuenta que tuvo muy buenos profesores de física y matemática. Y aprendió las primeras cosas. Experiment­ó los campamento­s en Bariloche que proponía el Liceo Militar. Y escaló montañas junto a niños de barrios carenciado­s.

“Juan Martín ama Bariloche ya desde esas épocas del Liceo previas al Balseiro”, completará su madre.

A la hora de ir a la universida­d, la lógica dictaba que estudiaría ingeniería, pero eligió la Licenciatu­ra en Física en la UBA. Tras dos años ingresó al Instituto Balseiro. Luego vendría su doctorado en Princeton, sus posdoctora­dos en la Universida­d de Rutgers, New Jersey, y otro en Harvard. Hoy continúa su investigac­ión sobre física cuántica y agujeros negros en el Instituto de Estudios Avanzados, (IAS), en Princeton, EE.UU.

En Harvard conoció a su esposa guatemalte­ca, María, quien cursaba un máster en leyes. Hace 18 años que está casado y tienen tres hijos: Cristina (17), Marcos (15) y Mariana (11). Es notable que dentro de la comunidad científica que estudia el cosmos, por lo general atea o agnóstica, Maldacena profese una inquebrant­able fe católica. Incluso, mayor a la de sus padres: va a misa y comulga todos los domingos. “Creo que hay un Dios que creó todo. No se cómo lo hizo exactament­e, pero a mi entender Dios existe. Él tiene un propósito para cada uno de nosotros que debemos encontrar o descifrar”, señala indubitabl­e. “Esa fe terminó de sellarse en Bariloche cuando hacía campaña en el Liceo con los más humildes. Y llevaba a esos chicos a trepar montañas”, explica su madre.

En 1996, durante una charla que dictaba en el Instituto de Tecnología de California. descubrió entre la audiencia que un notable físico teórico le formulaba preguntas. Era Stephen Hawking, el británico que postuló que los agujeros negros emitirían radiación. A partir de allí surgió una amistad y vínculo profesiona­l que confluyó en un artículo científico escrito por ambos en 1999. “Lo más sorprenden­te de Hawking era su fuerza de voluntad, el hambre de conocimien­to que tenía y que lo llevó a sobreponer­se de una enfermedad extrema”, cuenta. “Le llevaba mucho tiempo elegir cada palabra que iba a usar, pero luego sus frases eran cortas y cargadas de contenido”, agrega Maldacena sin advertir que esa síntesis es un rasgo propio de él. –¿Cómo es un día típico suyo?

-Me levanto 6.30. Día por medio voy a correr. Lo hago solo como un de- ber. Algo que la mente me dice que hay que hacer. Luego voy a la oficina hasta las 7 de la tarde. Allí leo artículos, diserto con colegas, hago cálculos, paso bastante tiempo discutiend­o o hablando de física con otros y regreso a mi casa. –¿Qué es lo que más le interesa de su investigac­ión en física teórica ?

-El aspecto relacionad­o con los agujeros negros, la cosmología, la física de partículas, la naturaleza en sus niveles más microscópi­cos. Tratar de entender las leyes fundamenta­les que gobiernan la materia a nivel más pequeño o el universo en su nivel más grande. –¿Y lo que más le complace de todos sus logros ?

- Ser parte de un grupo de personas que luchamos por traspasar la barrera del conocimien­to. –¿Qué hay adentro de la cabeza de Juan Martin Maldacena?

–Tres preguntas.

–¿Podría compartirl­as ?

–Si, ¿cómo comenzó el universo? ¿Por qué es pequeña la constante cosmológic­a? ¿Cómo describir el interior de los agujeros negros? –Se especula con que puede ganar el Premio Nobel de Física.

-Me niego a pensar que mi motivación sea un premio.

–¿Qué lo motiva entonces?

- Tener algo bueno para decir en mi próxima conferenci­a.

Creo que hay un Dios que creó todo. No sé cómo lo hizo exactament­e, pero a mi entender Dios existe”.

 ??  ?? Frente al pizarrón. Juan Martín Maldacena durante una clase en los Estados Unidos, con ecuaciones detrás. Trabaja en el Instituto de Estudios Avanzados, (IAS), de Princeton, EE. UU.
Frente al pizarrón. Juan Martín Maldacena durante una clase en los Estados Unidos, con ecuaciones detrás. Trabaja en el Instituto de Estudios Avanzados, (IAS), de Princeton, EE. UU.
 ??  ?? Familia. Juan Maldacena, su mujer guatemalte­ca, María, y sus tres hijos: Crisitina, Marcos y Mariana.
Familia. Juan Maldacena, su mujer guatemalte­ca, María, y sus tres hijos: Crisitina, Marcos y Mariana.
 ??  ?? Física. “La mayor parte del tiempo la paso hablando con colegas”, dice.
Física. “La mayor parte del tiempo la paso hablando con colegas”, dice.
 ??  ?? Autores. Maldacena y Hawking publicaron textos escritos por ambos.
Autores. Maldacena y Hawking publicaron textos escritos por ambos.
 ??  ?? Amigos. Maldacena y Stpehen Hawking se conocieron en 1998.
Amigos. Maldacena y Stpehen Hawking se conocieron en 1998.
 ??  ?? Infancia. Maldacena se crió en el barrio porteño de Caballito.
Infancia. Maldacena se crió en el barrio porteño de Caballito.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina