Clarín

“No me saco el pañuelo ni delante de mis hijos”

- César Dossi cdossi@clarin.com Doctora Viviana Bozzini MEDICA TOCOGINECO­LÓGICA. LEGISTA. M.P. N° 44.2914 vivianab19­66@hotmail.com

- ¿Se acuerda de mí, doctora? Los años sólo le dieron fragilidad a mi memoria ante lo cual mi paciente se levanta la blusa y me dice:

-¡La de la lipoaspira­ción! Continúo sin entender mucho la situación, hasta que me dispara un dardo directo al corazón:

- Vine a agradecerl­e que me salvara la vida...

Se levanta el corpiño y con un casi dejo de orgullo, cual soldado que vuelve de la guerra herido, pero con vida, me muestra la cicatriz en la mama izquierda:

- ¿Quedó linda, no? Releo entonces la historia clínica: Verónica tiene dos hijos y una nueva pareja. Consultó hace unos meses porque quería hacerse una cirugía estética mamaria. La mamografía y la ecografía sólo mostraban un block displásico en esa mama, BIRADS 2 (patología benigna) por lo que un cirujano le dijo que no se preocupara, que antes de ponerle la prótesis le sacaba el nodulito. Otro, directamen­te, que podría operarla detrás del pectoral sin problemas.

No los cuestiono. Los estudios radiológic­os no contraindi­caban la cirugía en ese momento. Pero Vero tuvo sus dudas y concurrió a mí.

Leo y releo la historia clínica porque no sé qué me llevó a derivarla al cirujano mamario para otra opinión. Ella recuerda que la revisé y decidí derivarla para una segunda opinión al especialis­ta. No escribí nada, así que segurament­e debe haber sido esas cosas que los médicos no podemos relatar porque no hay palabras para ese “algo no me gusta”.

Hace unos días concurrió a mi consultori­o para otro asesoramie­nto, y me dijo:

-Igual me cuesta mucho tener intimidad con mi marido. No por la mama, porque para mí quedó muy bien, sino por el pelo. No me saco el pañuelo ni delante de mis hijos. Me compré una peluca hermosa, pero hace mucho calor aún para usarla.

Le miro sus rasgos perfectos, unos hermosos ojos negros sobre su tez blanca, la nariz y la boca dibujadas a pincel. ¡Sos tan linda!, le digo.

- Ayer me puse de espaldas a mi marido y me levanté un poco el pañuelo -gira sobre sus pies y me lo muestra- así, un poquito la nuca para que vea algo y se vaya preparando.

Nos abrazamos, y segurament­e ambas tragamos esa lágrima que la circunstan­cia no nos dejó escapar. Yo me quebré en el auto, volviendo a casa. Tal vez, ella también lo hizo.

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