Una obra majestuosa que se convirtió en un ícono de la época
Era el centro de la feria dedicada al Transporte y al Correo, una de las cinco que se hicieron para los festejos patrios.
En 1910, con motivo de los festejos por los 100 años de la Revolución de Mayo, el presidente José Figueroa Alcorta realizó una importante celebración en la Ciudad: la decoró con luces y ubicó cinco ferias temáticas en distintos puntos. Una de ellas se cons- truyó en lo que hoy es Plaza San Martín, que entonces era un potrero que, post festejo, fue transformado en un gran parque. Otra de las ferias tuvo lugar en el actual predio de La Rural, en Palermo, dedicada a la Agricultura y a la Ganadería.
En la zona de la avenida Bullrich se levantó la exhibición dedicada al transporte, el correo y el telégrafo, y ahí se construyó el pabellón de fiestas, ideado por el arquitecto italiano Virginio Colombo, reconocido exponente del Art Nouveau. La obra resultó tan majestuosa para la época que recibió una medalla de oro por su ca- lidad arquitectónica. Frente curvo, en forma de semicírculo, con una suerte de galería sostenida por grandes columnas niveladas. Por encima, una gran cúpula vidriada remataba en un grupo escultórico compuesto por cuatro figuras femeninas que sostenían, en lo más alto, un globo terrá- queo.
Por razones desconocidas, este pabellón no fue demolido como sí se demolió su feria para, más adelante, darle lugar al Regimiento de Patricios. Las imágenes de época indican que, sin embargo, al edificio le retiraron ornamentos y esculturas varias. Por muchos años, el Pabellón fue parte de la vida militar y generaciones de porteños lo recuerdan porque era uno de los lugares donde se hacía la revisación médica del servicio militar obligatorio, a todos los que vivían en Capital y salían sorteados para hacer la colimba en el Ejército. ■