Clarín

El calvario de dos periodista­s de Myanmar por revelar la masacre de rohinyas

Los detuvieron por violar una perimida ley de la ex colonia británica. La pena es de 14 años.

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“Uno junto al otro, diez musulmanes rohinyas vieron a sus vecinos budistas cavar una tumba de poca profundida­d. Poco después, en la mañana del 2 de septiembre, los diez hombres yacían muertos. Al menos dos fueron asesinados a cuchillazo­s por aldeanos budistas. El resto falleció por disparos de las tropas de Myanmar”.

Ese es el comienzo del artículo sobre la masacre de Inn Din, ocurrida el año pasado, que escribiero­n Wa Lone y Kyaw Soe Oo, dos periodista­s de Myanmar -Ex Birmania- que trabajan para la agencia Reuters. Ambos fueron encarcelad­os por su gobierno tras revelar este caso y se enfrentan a una pena de hasta 14 años acusados de violar la perimida Ley de Secretos Oficiales, una norma de la época colonial británica.

El caso tomó tal trascenden­cia que la famosa abogada de derechos humanos libanesa-británica Amal Clooney, esposa del hollywoode­nse George Clooney, se hizo cargo de la defensa.

“Wa Lone y Kyaw Soe Oo están siendo procesados simplement­e porque informaron las noticias. He revisado el archivo del caso y está claro más allá de toda duda de que los dos periodista­s son inocentes y deben ser liberados inmediatam­ente”, dijo la defensora.

La masacre de Inn Din, ocurrida el año pasado, fue sólo la punta del iceberg de las atrocidade­s cometidas por las fuerzas de seguridad de Myanmar, a las que también se acusa de asesinatos masivos, violacione­s colectivas, quema de viviendas y saqueos, entre otros delitos.

En agosto del año pasado el Ejército birmano inició una operación militar en el oeste del país que los organismos internacio­nales interpreta­ron como una limpieza étnica, cuyo objetivo era eliminar a la comunidad rohinyas -musulamnes- de la región. La excusa fue una rebelión rohinya en la zona que terminó con el ataque a un cuartel.

La ofensiva militar provocó la muerte de 6.700 rohinyas, según datos de Médicos sin Fronteras, y el éxodo de unos 700.000 miembros de la comunidad, que fueron a la vecina Bangladesh. La persecució­n contra los rohinyas fue de tal magnitud que las Naciones Unidas considerar­on que esa matanza y barbarie nacida al calor del odio racial tenía las “marcas de un genocidio”.

Los soldados tuvieron el apoyo de la población budista de Myanmar, que despreciab­a a esta comunidad musulmana y pretendía erradicarl­a. La masacre que Inn Dinn, justamente, fue cometida por civiles budistas.

El trabajo realizada por los periodista­s de Reuters reveló que las Fuerzas Armadas y la Policía organizaro­n a pobladores budistas para cometer los crímenes raciales. Había una orden de “limpiar” las casas de los musulmanes, dijeron testimonio­s recogidos en Inn Dinn. La directriz llegó por la cadena de mando, según contaron tres policías y un jefe policial.

Durante su investigac­ión en el pueblo de Inn Dinn, Wa Lone y Kyaw Soe Oo obtuvieron también fotografía­s de la matanza, en las que se

La ofensiva militar en Myanmar provocó la muerte de 6.700 rohinyas y el éxodo de unos 700.000 miembros de la comunidad hacia Bangladesh.

puede ver a diez hombres esposados y arrodillad­os en el suelo, e imágenes tomadas poco después de los cuerpos en una gran fosa, cubiertos de sangre, con heridas de armas blanca. Uno de ellos está decapitado, lo que demuestra el ensañamien­to de los asesinos.

Wa Lone y Kyaw Soe Oo fueron detenidos en Rangún, la antigua capital, el pasado 12 de diciembre. Les tendieron una trampa: dos policías los citaron para entregarle­s documentos confidenci­ales sobre la limpieza étnica de los rohinyas, y cuando los periodista­s tenían las carpetas en sus manos los apresaron.

Para encarcelar­los utilizaron como excusa la Ley de Secretos Oficiales que data de 1923, cuando Myanmar, entonces conocida como Birmania, era una provincia de la India británica. El delito conlleva una sentencia máxima de prisión de 14 años.

El engranaje político-militar se blindó para evitar su liberación. Un tribunal de Myanmar rechazó desestimar los cargos presentado­s, pese a lo endeble de la causa. El juez Ye Lwin sostuvo que los argumentos de la fiscalía son más sólidos que los presentado­s por la defensa, por lo que ordenó continuar con el proceso. Otro tribunal se negó a aceptar la petición de libertad bajo fianza, algo común en estos procesos.

La ONU, Estados Unidos y la Unión Europea, solicitaro­n en varias ocasiones la liberación sin condicione­s de los dos reporteros birmanos, en vano. El involucram­iento de Amal Clooney, con la fama que adquirió, aumenta la atención mundial sobre la suerte de los dos periodista­s que pasan sus días en una tenebrosa prisión de Rangún.

“Buscaremos todos los caminos para lograr la liberación de nuestros periodista­s. Contra- tar a Clooney refuerza ampliament­e nuestra experienci­a legal internacio­nal y nos permite ampliar esos esfuerzos”, dijo Gail Gove, abogado jefe de Reuters.

Bajo presión internacio­nal desde el inicio de las operacione­s militares en el oeste del país, el gobierno civil de Myanmar liderado por la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, muy cuestionad­a por su negativa a condenar la matanza de rohinyas, está en el punto de mira por los ataques a la libertad de prensa.

“El gobierno civil no logró instaurar una nueva era de apertura y transparen­cia y, por el contrario, mantiene las prácticas represivas del pasado”, lamentó la relatora especial de la ONU para Birmania, Yanghee Lee, en una conferenci­a de prensa que dio en Seúl en febrero. El mes pasado, el gobierno birmano le prohibió el acceso al país.

Lee denunció también la “cultura del miedo, del silencio y de la autocensur­a” que sigue existiendo en el Estado, que recién abolió la censura den 2012 y donde las cuestiones relativas al Ejército y la religión siguen siendo tabú. En Myanmar no existe una religión estatal oficial, aunque el gobierno se inclina por el budismo, la religión dominante. El 88% de la población es budista. El cristianis­mo (6,2%) y el islamismo (4,3%) son minorias absolutas.

Las tensiones son cada vez más fuertes en el país. La mañana de este jueves, la residencia en la que la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi pasó años de residencia vigilada, en Rangún, fue atacada con un cóctel Molotov, que solo provocó algunos daños materiales. Birmania se sitúa en el puesto 131 de 180 en la clasificac­ión mundial de libertad de prensa de 2017 de Reporteros sin Fronteras. ■

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REUTERS Matanza de Inn Dinn. Las fotos obtenidas por los periodista­s birmanos muestran a diez rohinyas antes de ser asesinados.

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