“Con 70 años aposté por la educación para ayudar a las nuevas generaciones”
Terminamos un nuevo año en donde estamos estudiando. Por supuesto, dicho de esta manera, no dice ninguna novedad. Sin embargo, me gustaría contarles esta maravillosa historia.
Tengo 70 años, y la semana pasada comenzamos un nuevo año. Hace siete años que se inició la Facultad para Adultos Mayores, espacio que brinda la Universidad Nacional de Rosario (UNR). A la misma concurrimos personas mayores, donde no importa la edad física, pero sí la mental y la del corazón. No es viejo el que mantiene su fe en sí mismo, el que vive sanamente, alegre, convencido de que para el corazón no hay edad. Somos los adultos mayores, mal llamados de esa manera, pues si ustedes pudieran vernos en las distintas aulas de nuestra facultad, ahí ya no somos adultos mayores, sino simplemente estudiantes de las diversas materias que nos enseñan los bien queridos profesores, como Filosofía, Literatura y Cine, entre otras. Nuestra facultad se encuentra en toda su plenitud.
Sin embargo, acá estamos, como siempre, tratando de superar nuestras constantes decadencias. Tratando siempre de resolver qué clase social debería estar resolviendo todos nuestros proble- mas, cuando en realidad la consigna debería ser, “nos salvamos entre todos”. Mientras, algunos siguen dilapidando el tiempo, y me pregunto en los últimos 50 años que pasé trabajando, no veo grandes cambios. Pues ahora, que ya no trabajo y cuento con la ayuda económica de mis hijos, puedo hacer lo que siempre quise hacer, que es dedicarme a estudiar para ayudar a las nuevas generaciones. La vida se nutre de momentos y hay que vivirlos a todos ellos y seguimos empujando la pelota para seguir haciendo goles.
Por eso, nosotros hemos encont rado una nueva esperanza de vida adulta, y no se trata de la vida eterna, sino simplemente que logramos la tan mentada y olvidada consideración de volver a ser los jóvenes viejos de otrora, hoy viejos jóvenes. A buen entendedor, obvian las palabras. De manera que les propongo que nos visiten a los efectos de comprobar este milagro de volver a sentirnos útiles a la sociedad y, de alguna manera, poder devolverle a la misma nuestra atención como estudiantes. Nos sentimos útiles, nos sentimos vivos, nos sentimos importantes.
Ya somos miles los que concurrimos, y como dije, los esperamos. No vamos detrás de ningún título, sino simplemente se trata de una satisfacción de vida. Seguimos empujando la pelota para seguir haciendo goles.
Vengan a conocer esta nueva propuesta de vida que ofrece nuestra facultad, serán bien recibidos y también encontrarán este hermoso sendero, de segunda y tercera etapa de la vida y porque no, de la otrora juventud. Aprovecho la oportunidad para agradecer a la Universidad Nacional de Rosario por la creación y dirección de este hermoso programa.