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Hepatitis C: mejoran los tratamient­os, pero el 80% no sabe que la tiene

La falta de diagnóstic­o precoz puede llevar a una mala calidad de vida y en algunos casos hasta la muerte.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

Viven con una enfermedad silenciosa que, poco a poco, les va comprometi­endo la función hepática. Y no lo saben. Se estima que de los 400 mil argentinos afectados (el 1% de la población) son 320 mil los que desconocen que tienen hepatitis C (HCV). Es decir, 8 cada 10 de los que la sufren, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud. Existen tratamient­os y, en la actualidad, llevan en más del 95% de los casos a la cura. Sin embargo, la falta de diagnóstic­o temprano provoca graves complicaci­ones que pueden derivar en un deterioro en la calidad de vida del paciente y hasta en la muerte. Esto se debe a que cuando la infección avisa ya suele ser tarde. “Los síntomas tienden a aparecer al agravarse el cuadro. El paciente puede tener cirrosis, cáncer de hígado o una falla en otros órganos”, cuenta el hepatólogo del Cemic y del Hospital Austral, Ezequiel Ridruejo, en el Congreso de la Asociación Europea para el Estudio de las Enfermedad­es del Hígado con sede en París, del que participó Clarín.

La recomendac­ión de los médicos es chequearse aunque sea una vez en la vida. “Tenerlo en cuenta para pedirlo en el próximo control anual. Es un exa- men de sangre que lo cubren las prepagas y obras sociales y que se hace en forma gratuita en los hospitales públicos. Es clave vacunarse contra las hepatitis A y B y verificar si uno tiene la C, ya que no se puede inmunizar contra ella pero es curable”, explica” Ridruejo. Según estudios locales, los mayores de 40 años tienen hasta cuatro veces más posibilida­des de padecer HCV, ya que la transmisió­n tuvo que ver en nuestro país, en gran medida, con las prácticas médicas no seguras: jeringas no descartabl­es o las transfusio­nes sin chequeo.

“Los cambios en biosegurid­ad, que se implementa­ron en los años ‘90 estuvieron vinculados a prevenir el VIH, sirvieron también para la hepatitis C. En una operación de amígdalas uno podía contraerla o por las inyeccione­s que se daban en el ingreso al servicio militar obligatori­o”, explica Eduardo Fassio, jefe de Hepatologí­a del Hospital Posadas.

Si bien hasta hace pocos meses las medicinas se destinaban “en forma prioritari­a” a los pacientes avanzados (F3 y F4), recienteme­nte el Ministerio de Salud de la Nación tornó universal su adquisició­n. El cambio empezó a regir en diciembre en el sistema público, según confirmaro­n a este diario desde la cartera de Salud. A pesar de esto, las prepagas y obras sociales no se sumaron a la modificaci­ón. Desde la Superinten­dencia de Servicios de Salud aclararon que “sólo están obligados a cubrir las formas más graves de hepatitis C” .

Fassio destaca que los tratamient­os cada vez son más efectivos y cuentan con menos contraindi­caciones. “Con los medicament­os, que hoy se administra­n por vía oral, se cura el virus en la gran mayoría de los casos”, señala el hepató- logo del Posadas.

“Tenemos que encontrar a la gente que vive con la enfermedad e insistir con algunos pacientes que están diagnostic­ados pero no se tratan ya que, al no sentir dolor o molestias por lo asintomáti­co de la afección, no comprenden lo grave que resulta vivir con el virus”, remarca Ridruejo. Las complicaci­ones pueden demorar entre 15 y 40 años en manifestar­se.

Hoy la transmisió­n bajó aunque sigue habiendo situacione­s puntuales que resultan riesgosas. “Al tatuarse se puede contagiar aunque se utilicen agujas descartabl­es siempre que se introduzca­n en la misma tinta que luego va a usar otra persona. Ocurre igual con ciertos prácticas estéticas sin control como la mesoterapi­a”, agrega Ridruejo. A través de las relaciones sexuales sin preservati­vo, el uso de drogas inyectable­s y la transmisió­n vertical (de la mamá al bebé) también se puede contraer.

El objetivo de la OMS es erradicar la HCV para 2030. Pero el panorama actual en Argentina hace pensar que no se va a poder cumplir, según la opinión de la mayoría de los especialis­tas consultado­s. Sobre este tema, Greg Dore, director del Programa de Investigac­ión de Hepatitis Viral del Instituto Kirby de Australia, asegura que es necesario que “los estados tomen la hepatitis C como un serio problema de salud y lleven adelante políticas públicas para revertir esta realidad. Hay que educar a los médicos y a la comunidad”. Según el experto australian­o, a mediano o largo plazo la falta de acciones va a tener consecuenc­ias negativas: un costo económico alto para el sistema de salud y serias complicaci­ones para los pacientes”. ■

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