Clarín

¿Ni vencedores ni vencidos?

- Ricardo Kirschbaum

Dujovne debe su designació­n como “ministro-coordinado­r” a la necesidad de tener un solo interlocut­or con el Fondo Monetario. Lo impuso la realidad, forzando una decisión política que, hasta ahora, no tuvo un correlato legal. Fue ungido por indicación de Macri, pero no hay un decreto que lo refrende. Sea como fuere, esta coordinaci­ón del ministro de Hacienda que debutó ayer ha sido bien recibida en Wall Street y, se estima, también tuvo buena recepción en las oficinas del FMI. Los expertos han derramado elogios a esta nueva tarea de Dujovne porque, sostienen, la fragmentac­ión del manejo del área económica y la descoordin­ación que hubo con el Banco Central aumentó la vulnerabil­i- dad de la Argentina en la reciente crisis cambiaria.

Así como tuvo repercusió­n externa (limitada obviamente a los interesado­s), también despertó crujidos internos.

El primero es la definición de Marcos Peña: Dujovne no se ha convertido en un “súper ministro”. Otra definición: Quintana y Lopetegui, sus vices, “tienen a cargo la coordinaci­ón del Gobierno”.

En otras palabras, Dujovne recoge las carpetas con las ideas de recorte de sus colegas del área y las acerca a los vicejefes de Gabinete para que las tilden o no. ¿Esa es la idea?

Peña reiteró que tras el vendaval cambiario, que obligó al menos en lo formal a una “apertura” en la conducción del Gobierno, no hubo ganadores ni perdedores y que se seguirá trabajando en “equipo”.

En otras palabras, Dujovne solo coordina y habla con Lagarde. Lleva los deberes hechos y trae la opinión del Fondo. Nada más en la descripció­n que hizo Peña de sus funciones.

Pero algunos entendiero­n otra cosa. Tras la indicación a Dujovne, renunció Vladimir

La salida del economista de Peña, Quintana y Lopetegui ocurrió tras la designació­n de Dujovne

Werning, un ex JP Morgan que funcionaba como usina de ideas económicas de la jefatura de Gabinete. Las ideas de Werning eran escuchadas con atención porque provenían del despacho vecino al del Presidente. Su dimisión está vinculada también con la audaz jugada de cambiar las metas de inflación que fo- goneó Quintana, apoyó Lopetegui, aprobó Peña y Macri refrendó.

En un reciente discurso, Werning recurrió a Bertrand Russell para responder a los críticos por haber recurrido al FMI.

“El problema de la humanidad -según la cita que eligió el funcionari­o- es que los estúpi- dos están seguros de todo y los inteligent­es llenos de dudas”. Es obvio en qué vereda se ubica Werning y todo el Gobierno. Son dudas positivas al tono de ese discurso en el que afirma que el capital que juntó Macri en estos dos años preserva su liderazgo, a pesar de la ”sobreactua­ción política y mediática de la oposición”.

A la reunión de ayer en Hacienda, fueron Quintana y Lopetegui, los auditores de los ministros que allí estaban reunidos. Fue una forma de mostrar que a pesar de que se comieron algunas manos en los últimos días siguen en pié.

Quintana ha sido puesto bajo un potente reflector luego de que Lanata dijera que todavía tiene injerencia en Farmacity. El funcionari­o se defendió: “Yo no miento, después creer está en cada uno”. No se trata de creencias sino de hechos: debería demostrarl­o.

Hasta Carrió se metió a defenderlo. Dijo que los laboratori­os están detrás de esta campaña. Otros miran adentro de Cambiemos: hay zancadilla­s entre jugadores del mismo equipo. Y los radicales no tienen que ver. ■

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