La personería gremial, el escenario de fondo de un conflicto que lleva años
La Corte les quitó la representación de los trabajadores y ahora no pueden participar en las paritarias.
En el último año se sucedieron al menos tres motivos que intensificaron la confrontación entre el poder político y los metrodelegados. El primero fue que en marzo de 2017 la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo les revocó la personería gremial que ostentaban desde diciembre de 2015, tras un reclamo de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), el sindicato que históricamente tuvo la representación formal. Luego, la Corte Suprema les ne- gó a los metrodelegados una apelación. Por último, el plan de protestas que iniciaron hace más de un mes.
Para los metrodelegados, el conflicto judicial no está cerrado: "Ni la Corte ni la Cámara pusieron en duda la representación que tienen los metrodelegados, sí objetaron errores en el procedimiento que los llevó a obtener su personería. La UTA alegó un tema procesal, un error sobre una notificación incorrecta. La situación obliga a los me- trodelegados a retomar trámites que fueron muy complicados durante el gobierno kirchnerista pero que se repetirán ahora", explicó Luis Ramírez, el abogado de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP, de los metrodelegados).
Ante este panorama, la UTA volvió a negociar los aumentos y, como la mayoría de los gremios, firmó un acuerdo por un 15%. Pero esa cifra quedó desfasada contra la inflación, tal como reconoce hasta el propio Gobierno nacional. En este contexto, los metrodelegados motorizaron las protestas porque pretenden un aumento en torno al 20%.
Los metrodelegados tienen una alta representación entre los trabajadores. Pero también un talón de Aquiles: la falta de empatía con los usuarios, que finalmente padecen las medidas de fuerza. Todavía está fresco, por ejemplo, el recuerdo de la huelga de agosto de 2012, en la que el subte estuvo diez días sin funcionar.
Hoy no hay diálogo entre las partes: la Ciudad, Metrovías, la UTA y los metrodelegados. Así, el único camino es el agravamiento del conflicto. ■