Temer no se presenta y el candidato oficialista es su ex ministro de Hacienda
El presidente brasileño Michel Temer desistió de competir por su reelección en octubre próximo. Apuesta ahora al ex ministro de Hacienda Henrique Meirelles, quien ayer fue consagrado como el candidato del partido del gobierno, el Movimiento Democrático de Brasil (PMDB). Es la primera vez en 24 años que llevará a los comicios una figura propia para conducir el país. Este movimiento en el tablero pone en situación de riesgo a otros postulantes que disputan alianzas con la centroderecha.
Meirelles no logró, hasta ahora, poner su figura en primer plano en las encuestas. Con menos de 1% de las preferencias, está muy atrás de quienes consiguen arrastrar votantes: Jair Bolsonaro, Marina Silva, Ciro Gomes y hasta Geraldo Alckmin. Con todo, tiene chances de crecer. Hay un público que podrá captar rápidamente: las clases altas, los profesionales y las capas medias influenciadas por las élites brasileñas. Muchos de ellos esperan todavía la aparición de una personalidad no contaminada con los casos de corrupción y que no haya sido objeto de denuncias. El ex minis- tro presenta esa cualidad. Lo dijo ayer mismo al salir de un acto en Brasilia, en la Fundación Ulysses Guimaraes: “Mi historia es de una reputación incuestionable. Y eso es lo que va a prevalecer” a la hora de los votos.
Temer, que estuvo junto a él en ese foro partidario, declaró: “Digo sin miedo a equivocarme: Meirelles es el mejor entre los mejores. Por eso, tiene todas las condiciones de estar no sólo al frente del partido sino de toda nuestra campaña electoral”. Ese respaldo presidencial representa en cierto aspecto una ventaja. Da lugar a la posibilidad de organizar, desde el PMDB, las filas de la miríada de agru- paciones que se mueven por la centro derecha. Son esas organizaciones que Temer supo aunar cuando, desde la vicepresidencia, forjó el impeachment contra la ex presidente Dilma Rousseff. El apoyo de esos sectores en el Congreso le brindó la chance de subir a la jefatura del país.
Si esos nucleamientos vuelven a ser solidarios con el oficialismo, Meirelles contará con una oportunidad única de tener muchos minutos en TV, un factor clave en la campaña brasileña. El tiempo de permanencia en las pantallas televisivas podrá resultar en un crecimiento abrupto de las simpatías por el ex ministro.
Pero contar con muchos minutos de TV no garantiza el éxito electoral. Por empezar, Meirelles tendrá que cargar con el fardo de haber pertenecido al gobierno de Temer, que despierta en la población un rechazo generalizado (96% está en contra). También es cierto que fue titular del Banco Central durante los dos gobiernos de Lula da Silva. Y sin duda, sabrá explotar esa experiencia en una gestión que resultó muy popular. De hecho Lula conserva la primacía en las opciones de los ciudadanos (con 32% de intenciones de voto, aun cuando esté preso). Hay otros temas que deberán pesar sobre el candidato. Entre ellos, su propio programa de gobierno. Meirelles fue quien más impulsó la reforma previsional, sin que finalmente ésta pudiera ser votada a causa de la impopularidad de la medida. Los diputados y senadores decidieron dejarla para mejores tiempos debido, justamente, a que sancionar esa reforma significaría dejar de lado aspiraciones electorales.
El surgimiento público de Meirelles podrá representar un dolor de cabeza para varios candidatos, como el ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, convertido en el presidenciable de la socialdemocracia (PSDB). Ambos deben pelear por el mismo espacio centroderechista. ■