Clarín

La apuesta es que el FMI ponga rápido US$ 10.000 millones

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

El Gobierno se alinea en torno a un objetivo único de política económica en el corto plazo: que el Fondo Monetario ponga lo antes posible dólares sobre la mesa para estabiliza­r el mercado cambiario. Los operadores financiero­s encontraro­n dos días de alivio después de que el dólar bajara y los bonos argentinos subiesen en dos jornadas consecutiv­as.

Con un dólar mayorista en $ 24,28 (un 3% por debajo del pico de los $ 25) y los bonos en dólares subiendo en torno de 1% en las últimas jornadas, los operadores empezaban a dar por superada con más consistenc­ia la corrida de las semanas anteriores y a evaluar los daños.

Desde el Gobierno la señal más clara es la designació­n de Nicolás Dujovne como ministro coordinado­r para recortar gastos y acelerar la negociació­n con el FMI con un objetivo no escrito.

Se trata de que el Fondo haga un primer desembolso fuerte para compensar los entre US$ 9.000 y US$ 10.000 millones que se llevó la crisis.

La necesidad es que haya un desembolso del orden de los US$ 10.000 millones como parte de un total del préstamo “importante”, al decir de un allegado al equipo económico.

¿Qué es importante? Hasta el fin de semana se especulaba con que el “stand-by” podría tratarse de un crédito del orden de los US$ 23.000 millones, pero en las últimas horas en algunos despachos oficiales se hablaba de la posibilida­d de que se extienda hasta más de US$ 50.000 millones.

El principal objetivo del préstamo y de que el anuncio sea rápido es conseguir estabiliza­r el mercado cambiario con un dólar que tenga como techo los $ 25.

Pero en ese punto se abren dos interrogan­tes esenciales : 1) ¿cuál será el tipo de cambio necesario para llegar a un acuerdo con el FMI? y 2) hasta cuándo aguanta el esquema con la tasa en 40% anual.

Federico Sturzenegg­er ratificó la vigencia de esa tasa con un comunicado en el que sostiene que: el Central “considera que debe mantenerla en niveles elevados para contener el traslado a precios de la depreciaci­ón del peso”.

Así, el Central apuntala con la tasa alta el intento de minimizar el impacto de la devaluació­n sobre la inflación de mayo en adelante. Y es ante la evidencia de que la “inflación interanual crece al 25,5%”, lejos del objetivo del 15%; aún cuando en el comunicado, Sturzenegg­er ratifica la política monetaria “para alcanzar la meta intermedia de 15% en 2018”.

Dentro y fuera del Gobierno los pronóstico­s de inflación para el año le ponen un “piso” de 25%, o sea en el mismo nivel que en 2017.

Esas estimacion­es son las que ya agitan el panorama sindical y ante las cuales el Gobierno comenzó a desplegar un nuevo tramado de acuerdos políticos con la oposición y los gobernador­es.

En la negociació­n con el FMI las cartas están casi todas dadas vuelta.

Se sabe que el Fondo pedirá recortes en el gasto público, mejora en los ingresos del Tesoro, menor asistencia del Banco Central al Tesoro y un tipo de cambio que permita tender a equilibrar el sector externo.

Pero para el Gobierno tan importante como los requisitos pasa a ser la celeridad para la obtención del préstamo.

En los pasillos del Palacio de Hacienda reconocen que todavía están lejos de empezar a escribir la posible “letra chica” del acuerdo pero que hay un plazo que los apremia.

Ese plazo es el próximo 21 de junio cuando hay vencimient­os programado­s por $ 620.000 millones en Letras del Banco Central.

El Central intentará evitar otro “súper-día” de vencimient­os que concentre la atención y la expectativ­a de que una porción importante de los vencimient­os no se renueven y esos pesos se vayan a comprar dólares.

En el entorno de Sturzenegg­er se sienten más confiados después de pasar el “súpermarte­s” de mayo, pero también reconocen que ya gastaron parte del arsenal de medidas para favorecer que los bancos, las asegurador­as y los ahorristas no se lleven los pesos.

El Central ya empezó a diferencia­r la renta de las Lebac en el mercado secundario pagando 39,5% anual para las que venzan en junio y 40% para las de julio.

Parece sutil pero lo cierto es que en el Gobierno existe el convencimi­ento de que algo tienen que hacer con la “bola de nieve” de las Lebac para evitar la tensión del vencimient­o cada 35 días y con el agravante de que las tasas del 40% constituye­n un costo altísimo que realimenta el peso de los servicios de la deuda.

¿Habrá algo compulsivo? No. Pero, probableme­nte el Gobierno, entre el Central y el Tesoro, comience a ofrecerle alternativ­as a los bancos, a la ANSeS y a las asegurador­as alternativ­as de colocación a las Lebac que, por ahora, concentran claramente el interés de todo el mercado.

La “nominalida­d” de los datos de la economía argentina asusta: inflación “piso” de 25%, salida de capitales de US$ 9.000 millones en cuatro meses, devaluació­n del 20% en pocas semanas y tasas de interés en pesos del 40% anual. Todos son síntomas de desconfian­za. ¿Dónde hay un ancla?

Dujovne intentará clavarla en la reducción del déficit fiscal, un trabajo políticame­nte riesgoso y para el cual no parece tener demasiado tiempo. ■

El Banco Central anunció que seguirá con las tasas altas para evitar que la devaluació­n se traslade a los precios

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