Clarín

La globalizac­ión de la tormenta

Varias han perdido valor frente al dólar, como la argentina, en parte por cuestiones internas, pero también arrastrada­s por un fenómeno internacio­nal.

- Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com

Una tormenta perfecta se produce cuando se armonizan factores que no deberían estar en el mismo espacio porque se potencian y no precisamen­te para bien. Hoy ese escenario es el que comienza a pintarse en el mundo de modo tan agudo que analistas recomendab­les como George Soros no descartan que estemos “en camino a otra gran crisis financiera” global. Desde enero, el peso argentino ha sido el que más se ha devaluado en el mundo emergente, con cerca de un 20%. Pero, al margen de sus caracterís­ticas domésticas, no es un fenómeno aislado. Le siguieron en hilera, la lira turca que cayó casi lo mismo frente al dólar. Y al igual que aquí, el gobierno apremiado por elecciones inminentes, también apeló a aumentar las tasas. En la lista continúa el rublo, con una devaluació­n superior al 10% forzada por las sanciones globales, y luego el real brasileño 15,6% desde enero, que se desplomó frente al billete norteameri­cano. Cada aldea es un infierno, pero si observamos la foto completa, parte de las razones para esta crisis que comienza a encadenars­e es el aumento de la tasa de los bonos norteameri­canos a diez años que superó el límite más que psicológic­o de 3%. Eso produce una carrera por calidad, es decir de mercados inestables a otros estables. EE.UU. muestra fuerte salud financiera, quizá momentánea como afirman los más duros críticos de Donald Trump, porque esos números de pleno empleo y crecimient­o se sostienen en una espectacul­ar reducción de im- puestos y otra no menos espectacul­ar subida del gasto público. Son dos registros incompatib­les: más gastos con menos ingresos, pero se verá en breve cómo se acomodan. Además de los movimiento­s de la Fed, hay otros condimento­s en este plato que inclina aún más la mesa.

El pésimo manejo de la crisis en el norte de África desde comienzos de la década ha volcado legiones de desesperad­os sobre Europa, armando un pretexto perfecto para los partidos xenófobos que suelen ser profundame­nte populistas y proteccion­istas. Esa banda de extremista­s ha puesto en riesgo la perspectiv­a del euro. En Europa, esa dimensión liga con el traumático paso del Brexit británico, el fenómeno superior del fermento nacionalis­ta que acompaña a la brigada neofascist­a. El otro factor central en la descomposi­ción han si- do las políticas de austeridad que incrementa­ron el abismo de pobreza, la deuda social, y la furia de los electores contra el sistema. Soros alude a la “desintegra­ción territoria­l” que implican esos fenómenos que ponen al otro como enemigo, pero añade como elementos adicionale­s la destrucció­n del acuerdo nuclear con Irán de 2015 por parte de EE.UU. Ese paso generó la caída ya -o en camino de- inversione­s en el país persa y su entorno que expandían los presupuest­os. La frutilla de la torta es Trump, que ha hecho añicos la doctrina atlántica y con ella acuerdos comerciale­s como también el estratégic­o Transpacíf­ico con Asia. El furor proteccion­ista de Trump es uno de los elementos del presente que congeló el crecimient­o de la economía global con la que debutó el año. A estos elementos se suman las crisis domésticas en economías prominente­s como Italia y España, cuyos problemas también ligan con el escenario descripto. La banca española tiene inversione­s amplias en el mundo emergente al cual hace años se le había perdido el miedo, que ahora regresa. Italia no encuentra el rumbo político y eso desploma la Bolsa y eleva el riesgo país, en una economía cuya deuda externa sobrepasa con creces su PBI. El efecto hacia adelante es el fortalecim­iento de alternativ­as como el ultraderec­hista Matteo Salvini, un duro eurofóbico que, de haber nuevas elecciones, tiene grandes chances de presidir el nuevo gobierno. España zozobra por el frente abierto contra el PP de Mariano Rajoy, que el viernes entrante puede sufrir un grave terremoto a costas de la pérdida de confianza planteada por la oposición. Por ese motivo y por el otro de la calamidad en los emergentes, bancos como Santander y Sabadell perdieron este martes 6% en la Bolsa. Estas economías, con todo, tienen niveles aún de resistenci­a. Para los emergentes, las cosas son más complicada­s porque, al estar con fuertes deudas en dólares, como Argentina o India, esa mochila se torna cada vez más pesada para ser honrada. El mundo global es cada vez más pequeño y débil. Para volver a Soros, como ha puntualiza­do en en París, lamentable­mente “todo lo que podía ir mal ha ido mal”. ■

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