El esposo de la enfermera asesinada se defiende frente a las sospechas
Aseguró tener como coartada que a la hora del crimen estaba en su trabajo. “Es normal que sospechen de mí”, dijo.
El marido de Marcela Coronel, la enfermera asesinada en Longchamps, acompañó ayer por la mañana a su familia a la fiscalía que investiga el crimen y sostuvo ante las cámaras que su mujer fue víctima de un hecho “al voleo”. “Para mi fue una entradera”, afirmó Gabriel Guevara en TN. Cuando todas las sospechas parecían apuntar en su contra, el hombre instaló una nueva hipótesis en el caso. “Por lo que vi había ido al supermercado”, dijo Guevara y contó que sobre la mesa de su casa encontró las bolsas de las compras, pero aclaró: “Estaba todo desparramado”.
La suposición de quien hasta ayer era el único sospechoso del crimen de su esposa, iría en línea con lo que declaró un remisero de la cuadra y con la grabación de una cámara de seguridad que registró a la víctima caminando por la calle con su hija cerca de las 8.
También se refirió a un problema que tuvo por su trabajo como personal de seguridad con un hombre que vende droga en el barrio. Aunque el asesinato de su mujer podría estar vinculado a esta amenaza, Guevara insistió con su idea de un hecho de inseguridad. La investigación todavía no tiene ningún imputado.
“Es normal que sospechen de mi”, dijo Guevara en TN y explicó: “Porque soy el marido y porque soy el único que tiene llave de la casa”. Pero además de las suspicacias lógicas, otros dos indicios complicaban su situación para los investigadores. La policía secuestró en la casa donde vivían un short del viudo que tenía manchas de sangre y estaba adentro de un balde con agua. Además, la víctima murió por el golpe de un hacha en la cabeza y el propio Guevara admitió ser dueño de una, aunque todavía no pudieron encontrarla. Ante la muerte de la enfermera del Hospital Italiano, sus compañeros de trabajo protestaron ayer en la puer- ta del centro de salud de Almagro para exigir Justicia. Contaron que Coronel había comentado en varias ocasiones que en su casa vivía situaciones violentas con su marido. Sin embargo, otras compañeras aseguraron todo lo contrario: que Marcela había llevado a la beba al hospital para que la conocieran y se mostraba muy feliz.
Frente a estas afirmaciones dispares y sabiendo que el cerco de la Justicia comienza a cerrarse sobre su figura, ayer por la mañana el que habló fue el marido de Coronel. El hombre juró ser inocente: “Puedo demostrarlo de mil maneras que yo no lo hice”, dijo y consignó que a la hora del crimen se encontraba en su lugar de trabajo.
Y agregó: “Estoy a disposición de la Justicia para demostrarles que yo no fui”, afirmó y se explayó más sobre el tiempo de amenazas recibidas y las aparentes razones de esa intimidación: “Yo trabajo como seguridad en un centro de integración para personas en situación de calle, y desde hace un tiempo hay gente que vende droga, yo corté ese circuito porque lo denuncié y desde ese momento me empezaron a amenazar. Me decían que me iban a matar a mi y a mi familia”, dijo.
El caso ocurrió el lunes por la mañana, cuando Coronel fue hallada muerta en su propia casa de Longchamps envuelta en mantas y con un golpe en la cabeza. Al mismo tiempo su hijita de 18 meses había sido dejada a las 10,30, en el jardín del frente de una casa, a unas 40 cuadras, en perfecto estado, junto a una mochila con dos pañales.
La dueña de la vivienda y vecinos avisaron a la Policía, mientras la foto de la beba se viralizaba. Así, su padre se enteró de la situación de su hijita y acudió a la comisaría. A partir de allí, junto a efectivos acudieron a la vivienda y hallaron el cuerpo de Marcela. ■