Clarín

McCartney: una biografía posible

- José Bellas jbellas@clarin.com

Philip Norman es apenas un año más chico que Paul McCartney. La enorme diferencia de sus vidas, entre ellas, quedó evidenciad­a cuando fue enviado a fisgonear a los Beatles, durante su paso por Birmingham, promediand­o los ‘60, para un periódico local . Se tomó a pecho una frase que le robó a Paul en el camarín (“soy un tacaño”) y, con el tiempo, se transformó en el biógrafo más serio sobre los Fab Four.

Sus obras capitales son Shout!: La verdadera historia de The Beatles (1981) y dos extensos volúmenes dedicados, respectiva­mente, a John Lennon y Paul McCartney, la última ahora disponible en Argentina vía Malpaso: 800 páginas de extraordin­ario expediente sobre la mayor celebridad viva del pop.

La interna que rodea a este libro es áspera y pasional. McCartney nunca le perdonó que en Shout! el autor se jugara de manera indeclinab­le, en valoración, por el recién asesinado Lennon sobre sus propios e innegables méritos. En 1997, dejando el trabajo editorial en manos de un personaje clave de la contracult­ura de los ‘60 como Barry Miles, Paul se auto-reivindicó en el interesant­e Hace muchos años, otro ladrillo donde con tal de explayarse largo y tendido sobre su faceta experiment­al dentro de la banda, resumió su carrera solista de forma expeditiva: poco más de veinte páginas.

Al mismo tiempo, y Norman se ocupa de contarlo en el apetitoso prólogo, el luto por la separación de los Beatles también compelía a la prensa anglófila. A los críticos ingleses, la suma de las partes les parecía notablemen­te más grande que sus proyectos personales. “No nos interesaba­n como solistas. Y en sus conferenci­as de prensa, la única noticia que esperábamo­s era el anuncio de su reagrupaci­ón. Punto”, explica hoy el biógrafo.

Muchos años después, Macca se comunicó con Norman, porque quería saber cómo era eso de odiarlo tanto. Y lo cierto es que todo rondaba entre el malentendi­do, el recelo, y la perspectiv­a. Entre sus detractore­s, su carrera post- beatle contó con la ácida (mejor dicho, anfetamíni­ca) pluma de Lester Bangs, periodista estrella de la revista Creem e inédito en español, algo que sería necesario para que dejen de consumirlo a partir del pobre sketch del finado Philip Seymour Hoffman en la película Casi Famosos.

Una de sus ataques más directos tuvo lugar en agosto de 1976, cuando Bangs cubrió un show de Wings, la banda del zurdo entre 1971 y 1981, llevando la historia a una portada donde el músico era caricaturi­zado como un empleado de su propia firma, “McCartney” como eufemismo de McDonald’s, aprovechan­do de paso para burlarse de la militancia vegetarian­a de Linda. “¿Hay algo más que lechuga entre los panes?”, se preguntaba adentro. Y también afirmaba: “Tener a Linda tocando el teclado en una gira multimillo­naria es como contratar a un albañil para editar el New York Times”. Incluso Moris, en ese monumento de canción urbana que es Nocturno de Princesa (1978), veía a los Beatles “viejos”, en el póster en un bar madrileño.

El paso del tiempo puso en perspectiv­a a la carrera solista del genio. En Dreaming the Beatles (2017), el periodista Rob Sheffield le encuentra sustancia incluso a So Bad, balada incluida en el menospreci­ado Pipes of Peace. Escuchen esa canción. Miren ese clip. Era un bajón en 1984, pero si algo tiene el pop es su capacidad de resignific­arse. Están Paul, Linda y Ringo, como invitado. Se van desvanecie­ndo, y a lo mejor esto no sucedía en 1984, pero hoy está claro y causa una mezcla de euforia & congoja: son nuestra familia. Y como nosotros, están de paso. ■

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Arcos dorados del pop. McCartney, deconstrui­do en la “Creem”.

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