Un centro cultural para juntar lo que Vaca Muerta separa
Existen las crisis de crecimiento, esos traumas que aparecen cuando se crece de golpe, mucho en un período de tiempo corto. También le pasa a las ciudades y los problemas que acarrea no son solo de infraestructura, son sociales, de integración entre la población original y la migrante. Esto le está pasando a Añelo, en Neuquén, y la primera solución que se intenta producir es la instalación de un centro cultural.
Ubicada a 100 kilómetros al Norte de Neuquén, Añelo está rodeada de yacimientos como Loma La Lata, Campana, las Yeguas, Aguada Pichana, Aguada San Roque y Filo Morado. Explotaciones petroleras que cuadriplicaron su población en menos de 20 años. Sin mencionar el yacimiento estrella, Vaca Muerta, una de las principales reservas de petróleo y gas no convencionales del mundo.
Darío Andrés Díaz, hoy intendente de Añelo, vio como los 1.742 pobladores de 2001 recibían casi mil habitantes extra en tan solo 10 años. Hoy, en la ciudad viven cerca de 7.000 personas y todo indica que seguirá creciendo a una velocidad para la que nadie está preparado.
Añelo sufre una crisis de crecimiento y la firma Ternium Siderar, que provee elementos de acero para la industria petrolera, avizora una larga presencia en la ciudad. Como lo hace en las localidades en las que trabaja, la empresa de aceros decidió involucrarse en el problema y dar un primer paso en la integración social mediante una herramienta inesperada: la cultura.
Así fue que el año pasado, durante la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, la empresa lanzó un concurso de ideas para un centro cultural. Pero con un método que permita una construcción rápida y flexible, especial para lugares que cuentan con pocos meses al año disponibles para el trabajo en obra.
El sistema elegido fue el steel framing, una técnica liviana basada en un entramado de perfiles de acero galvanizado que es ampliamente utilizada alrededor del mundo y ya se impuso en los climas más extremos de nuestro país porque permite hacer cualquier tipo de construcción en seco, rápido, barato, en forma segura y generando edificios muy aislados.
El lugar para construir el centro cultural era clave porque, para que una actividad cultural genere la integración que se espera, su ubicación urbana debe ser tan precisa como la de una aguja de acupuntura.
El terreno elegido está frente a la plaza central del pueblo, en la esquina de las calles Intendente Tanuz y 3, junto a un edificio existente que ya se usa para actividades culturales y que el concurso pedía incorporar.
Organizado por la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos, el Colegio de Arquitectos de Neuquén y la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, el concurso recibió 62 propuestas llegadas de todo el país. El trabajo ganador fue el equipo de los arquitectos cordobeses Fernando Matos, Mateo Gamba y Soledad Patiño que, para los jurados, contaba entre su mayor virtud “la ajustada escala del edificio en relación al entorno y su clara funcionalidad”.
Añelo creció sobre la margen izquierda del río Neuquén, entre el río y la barda que forma el valle. A través del riego se fue volcando a la pro-
Añelo sufre una crisis de crecimiento y Ternium Siderar decidió dar un primer paso en su integración social.
ducción agrícola, pero la presión de la industria petrolera está dejando su huella urbana. Construcciones dispersas dejan terrenos libres constituyendo un tejido discontinuo que aún no alcanza a constituir una imagen cívica.
Por eso, la arquitectura del proyecto ganador fue vital, su implantación y vinculación con el espacio público fueron consideradas sobresalientes por el jurado. “Los dos patios estratégicamente ubicados organizan el programa en relación directa con la vereda. Esta operación amplifica las posibilidades de apropiación del programa cultural por la gente, incluyendo la realización de actividades recreativas en relación al espacio público”, señaló el jurado en su fallo.
En el edificio, que está en etapa de evaluación, podría funcionar un auditorio para 100 personas (que también sería sala de proyecciones), un salón de danzas, un aula taller divisible y una sala de reuniones, además de oficinas.
El edificio está pensado para crecer en altura, con la posibilidad de aumentar en un 40% su superficie inicial. Los arquitectos que ganaron el concurso decidieron que el control climático se hiciera a través de fachadas ventiladas, ventilaciones cruzadas, y aislaciones incluídas en las paredes, aprovechando un sistema constructivo que, junto a la reutilización de aguas y generación de energía renovable, contribuyen a la sustentabilidad del Centro Cultural.
Pero lo más importante es que estos jóvenes cordobeses no vieron al edificio como un monumento a su propia creatividad, sino “como un paso en el proceso de construcción de la identidad cultural de la ciudad y como parte de la historia del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Añelo”, según aseguran en la memoria del proyecto. ■