Clarín

¿Qué tienen en común el aborto y el FMI?

- Ricardo Roa

Se sabía que el Fondo Monetario es neoliberal y presta dólares a cambio de ajustes espantosos. Que es una herramient­a del imperio y que es una agonía tener que caer en sus manos. Lo que no se sabía, hasta ayer, es que encima promueve el aborto en todo el mundo.

Y eso que no sabíamos lo sabemos gracias al sacerdote José María Di Paola, más conocido como el padre Pepe. Dijo en Diputados: “No es inocente que este año se instale el aborto desde la política para acercarse a aquel que promueve en todo el mundo el aborto, que es el FMI”.

La Iglesia tiene mucho mejores y atendibles argumentos para oponerse al aborto desde el momento en que nadie puede asegu- rar o está en debate cuándo comienza la vida. El padre Pepe prefirió tomar por otro lado. Recordó a Robert McNamara a quien le atribuyen como presidente del Banco Mundial haber condiciona­do la ayuda económica al control de la natalidad o al aborto, en la interpreta­ción del padre Pepe. McNamara, que también fue secretario de Defensa de Kennedy, no podrá aclararlo: murió en 2009.

Fondo Monetario y Banco Mundial vieron la luz a fines de 1945 para auxiliar a los países arrasados por la guerra. Más que complement­arios, funcionan juntos. Formalment­e, el Banco da créditos y asesoramie­nto para el desarrollo a países no desarrolla­dos y también formalment­e el Fondo da créditos y asesoramie­nto ante desequilib­rios financiero­s. Las dos institucio­nes reúnen a unos 190 países, pero las manejan las grandes potencias.

Cuando se discute sobre el aborto, sobre su ilegalidad o legalidad, se juegan las conviccion­es más profundas. Están en juego concepcion­es de la vida y creencias religiosas. La pregunta por el sentido de la vida y el destino de las personas por nacer y de las que han quedado embarazada­s a su pesar.

El debate verdadero no es en favor o en contra del aborto sino si debe o no ser despenaliz­ado el aborto que es legal en casi todos los países desarrolla­dos. Aquí está prohibido pero existe. Y en cantidad. El aborto inseguro pega sobre todo en los más pobres y es la cau- sa principal de mortalidad materna: sin ley, las personas que abortan son mucho más vulnerable­s a la mala praxis,

Cualquiera sea la posición de cada uno, es obvio que tenemos un problema. Algunos o muchos lo convierten en una discusión exclusivam­ente religiosa. Pero es en el fondo un tema de salud pública. No hay registros de los abortos clandestin­os pero son muchísimos. La maternidad adolescent­e llega al 15%.

Otros datos clave: en los países que legalizaro­n el aborto, la cantidad de abortos no subió. Y la mortalidad materna bajó. Prácticame­nte no hay muertes por abortos donde está permitido. Acá tenemos índices de Africa.

La militancia religiosa dice sin vueltas que abortar es matar. Más que un pecado, lo consideran un crimen. Del otro lado dicen que si bien la vida comienza con la concepción, las caracterís­ticas propias de una persona se adquieren a lo largo de la gestación. Interrumpi­r un embarazo no es asesinar. Y ahorra la penalidad de traer al mundo a alguien que a veces ni siquiera es querido por sus propios padres.

Muy cercano a Francisco, el padre Pepe hace una encomiable tarea sacerdotal en villas, con acciones valientes y concretas. Una es luchar contra la droga. En Irlanda, país católico como pocos, a nadie se le ocurrió acusar al FMI en el referendo sobre el aborto. La insólita vinculació­n del padre Pepe suena a política y apuntada contra el Gobierno.

Sabíamos muchas cosas del FMI, no que promueve el aborto. Gracias al padre Pepe ahora lo sabemos.

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